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Se acerca diciembre y en los barrios populares de la ciudad se cruzan dos sensaciones diferentes. Por un lado, el estómago no para de hacer ruido por la falta de comida, por el otro, el corazón late más fuerte al avecinarse un cambio de gobierno que llena de esperanza a los sectores más afectados por el modelo económico.

Cientos de vecinos de diferentes barrios de Rosario y militantes de organizaciones sociales marcharon este miércoles por la mañana por el centro rosarino para exigir una navidad y año nuevo con la panza llena. 

"Queremos pasar unas fiestas dignamente, como cualquier persona", afirmó Alejandro, de barrio Toba, y agregó: "La gente viene a la marcha con los chicos por necesidad, por un bolso de comida". 

El militante de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) no sólo observó cómo las medidas del gobierno nacional dejaron sin trabajo ni alimento a sus compañeros, sino que experimentó el ajuste en su hogar.

"En la casa no alcanza el dinero, la pasamos muy mal, por eso luchamos para que este gobierno que se va no vuelva más", indicó el joven de 29 años que trabaja en una cooperativa que realiza tareas de zanjeo y desmalezamiento.

Sobre el exponencial incremento en el valor de ciertos productos de la canasta básica, Alejandro lamentó: "Un paquete de yerba te salía 20 pesos hace cuatro años, ahora esta 80 ó 90, el pan lo mismo. Para una familia de barrio 90 pesos por día es un montón". "La carne se fue por las nubes, ahora tiramos para el pescado y el pollo", añadió.

"Muchos chicos van a los comedores populares a comer porque en la casa no pueden, eso creció y el gobierno no lo ve", sentenció y aclaró que los espacios deben hacer magia para administrar el presupuesto para las copas de leche y almuerzos.

En sintonía con Alejandro, Carlos, de barrio Triángulo y Moderno, señaló que "este año se hizo muy pesado" por costó mucho mantener a la familia. "Se tuvo que achicar mucho el gasto, antes te comías un asadito con la familia, ahora vivís a pollo y suprema. No podés comprar carne para compartir con todos, tenés que consumir cosas baratas para sobrevivir porque todo está caro", comentó el militante de Movimiento Evita, que junto a su mujer mantienen a un hogar con dos jóvenes de 17 y 20 años, este último con discapacidad.

"Aunque uno quiera poner todo en la mesa no le alcanza, porque por más sacrificio que se haga te sube todo y no te da tiempo ni de respirar", manifestó el cooperativista.

En cuanto a la tarea de las organizaciones sociales y las cooperativas en la contención de los sectores más vulnerables de la ciudad, Carlos dijo que sus trabajo "ayudó a mucha gente" y "te da un impulso para seguir". "La gente quiere trabajar, no salir a hacer marchas", concluyó.

Como los cientos de vecinos de barrios populares de Rosario y la región, Carlos, hace lo imposible para "sacar la moneda de donde sea" y darle de comer a sus 10 hijos. "La miseria es total, la gente no sabe qué hacer. En los barrios no hay nada", manifestó el cooperativista de Villa Gobernador Gálvez.

Al igual que el padre de diez chicos, Norma, de barrio Toba, intenta todos los días llevar un plato de comida a su casa y satisfacer la demanda de los estómagos de sus cuatro hijos.

"En estos años fue difícil sobrevivir porque no te alcanza para nada", indicó la mujer y comentó: "Vamos tironeando, mis hijos más grande me ayudan económicamente".

En cuanto a los cambios de hábitos alimenticios, la militante de la CCC contó que dejó de comer carne por el precio y el menú más común en su hogar es la alita de pollo".

Al igual que en barrio Toba y Triángulo, en Puente Gallego los vecinos sufrieron la crisis económica con hambre y desocupación.

"Como en toda casa, en la mía (tres mayores y dos chiquitos), trabajamos pero la plata no alcanza", señaló Débora, militante social de zona sur. "Con tres sueldos no podés mantener la casa como corresponde, entre alimento e impuestos", agregó.

En diálogo con Rosarioplus.com, esta referente del Movimiento Evita indicó que antes de la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada, el "60 o 70 por ciento de la gente del barrio" vivía de la producción del horno ladrillero de la zona. Hoy, son pocos los que pueden obtener dinero con la fabricación de productos para la construcción.

"En el barrio el trabajo principal es el horno de ladrillo, hace 6 o 7 años atrás los chicos tomaban este laburo como una changa, para ayudar a su familia, y después iban a la escuela. Hoy en día, vos pasas por la parte de los hornos y no hay nada", lamentó.

La falta de trabajo provocó no sólo la falta de dinero en el hogar sino también la deserción escolar de los chicos del barrio: "Los pibes ni siquiera van a la escuela, porque, aunque que sea pública, tenés que pagar una inscripción, la cooperadora, útiles, transporte, etc. La mayoría termina dejando".

"La pobreza a los pibes los agarra mal; están en una edad donde no saben que hacer, no estudian, no trabajan y la familia se esta cagando de hambre", apuntó la militante social y afirmó: "Estamos tratando de sacar a los chicos y que puedan ver que hay un futuro bueno".

Además de su puesto de trabajo formal, Débora colabora en la huerta comunitaria que abastece al comedor comunitario y genera un ingreso para algunas mujeres de la zona. "Hacemos cosas productivas para ayudarnos entre nosotros", señaló.

Finalmente, la referente del Movimiento Evita hizo referencia al cambio de mando en la presidencia de la Nación: "Si hoy en día la gente no está en la calle peleando como en Chile o Bolivia es porque tenemos esperanza en el próximo gobierno".