Recibir donaciones de comida, organizarlas, definir qué receta preparar, cocinarla, distribuirla. Esa es la tarea que emprendieron desde el equipo de salud Ceferino Namuncurá para hacer frente a la emergencia alimentaria y con el foco puesto en las personas con diabetes, cuya salud está íntimamente ligada a la posibilidad de acceder o no a determinados alimentos.

Entre las medidas restrictivas por la pandemia del Covid-19 y el cuidado que deben tener algunos grupos considerados de riesgo -a los que se les recomendó que disminuyeran la circulación-, las médicas y médicos de los centros de salud comenzaron a repartir bolsones y medicamentos casa por casa.

“Lo que detectamos es que los bolsones tenían gran cantidad de productos con hidratos de carbono, refinados, muy malo para la mayoría de las personas con patologías crónicas, y lo que sucedió es que empezaron a aparecer más personas descompensadas o internadas por hipoglucemia o complicaciones por diabetes”, explica Diana Sacco, médica integrante del equipo del Centro de Salud ubicado en José Ingenieros al 8500.

Si bien la cuestión de la calidad nutricional era algo que venían pensando, sobre todo al detectar cómo aumenta la población enferma por el consumo excesivo de alimentos ricos en grasa, azúcar y sodio, el desvanecimiento de un hombre del barrio con diabetes, ocurrido en los primeros días del aislamiento, terminó por encauzar esta inquietud. El hombre, supieron los médicos, comía poco porque la comida no sobraba y le daba prioridad a los niños.

“En la diabetes la pata de la dieta es fundamental, porque descompensa a la persona. Es una artesanía trabajar con personas que utilizan insulina y es por eso que la dieta es tan relevante”, dice Sacco al hacer referencia al delicado equilibro en la alimentación que deben tener quienes viven con diabetes.

A partir de entonces, decidieron organizarse junto a vecinas del barrio y organizaciones para elaborar viandas aptas para personas con diabetes. Actualmente, distribuyen 20 viandas, tres veces a la semana. Diana y Noelia son las médicas encargadas de repartirlas, probablemente la cara más visible de una amplia red de colaboración. “Las chicas de las viandas”, les dicen en el barrio.

“No somos un delivery, si no que los conocemos, sabemos cómo están, los acompañamos, vamos a sus casas, no entregamos la vianda y nos vamos”, en un claro sano exceso de sus funciones médicas. O no.

“Es parte de la terapéutica, si a un paciente le das la insulina y no le das la dieta, estás poniendo un parche y no se está pudiendo generar nada. Pero para muchos es difícil acceder a esta alimentación porque rinde más un guiso. La mayoría de la diabetes que vemos en el barrio no es de componente genético si no de tipo 2, que se da por la alimentación y el estilo de vida”, señala Sacco.

Su experiencia ya está generando réplicas: en otros barrios de la ciudad se están organizando para poder dar respuesta a la demanda alimenticia de la población con diabetes. Desde el Concejo Municipal de Rosario, por iniciativa de la concejala Susana Rueda, Diana Sacco, Noelia Jackes y el Centro de Salud, recibirán un diploma de honor. Además, su proyecto fue seleccionado por Iberculturviva, un programa latinoamericano que busca fortalecer políticas culturales de base comunitaria, y recibirán financiamiento para continuar con el proyecto.

“Los sectores populares tienen una dificultad para acceder a una alimentación de calidad, entonces lo que mas comen es arroz, guiso, todo lo que tiene mucha sal, gaseosas, jugos, cosas que están súper instaladas” y por eso Sacco apunta no solamente a la posibilidad económica de acceder si no a los patrones culturales que hacen que elijamos determinados alimentos y no otros: “esto está pasando en toda Latinoamérica, porque hay una construcción social de qué y cómo comer, y por ende, hay cada vez más prevalencia de enfermedades vinculadas a la mala alimentación.

“Son hábitos que tenemos que ir modificando como sociedad”, subrayan.