Un lunes que se sintió domingo: crónica de una jornada atípica

Este lunes se realizó el segundo paro general a la gestión de Mauricio Macri y en Rosario se sintió fuerte. Persianas bajas en los comercios, escuelas cerradas, calles sin colectivos ni taxis, estaciones de servicio vacías y una gran movilización que copó el centro fueron algunas de las postales que marcaron el ritmo de la mañana rosarina. 

Desde las primeras horas del día, la ciudad se mostró distinta debido al importante acatamiento de la medida de fuerza. Como siempre, algún que otro bar abrió sus puertas para recibir a los madrugadores como si fuese un domingo en vez de un lunes, e incluso alguna panadería se animó a abrir sus puertas, pero no mucho más. Algunos kioscos o almacenes atendidos por sus dueños también se fueron sumando a lo largo del día, pero eran clara minoría. En las principales calles comerciales de la ciudad, como Córdoba y San Luis, las persianas estaban todas bajas.

El transporte público no circuló, y si hubo algún taxi rondando la ciudad en busca de pasajeros fue la excepción en el frío lunes rosarino. Es que si bien los choferes se plegaron al paro, algunos dueños de licencias decidieron salir igual. El tema era tener el tanque lleno, porque las estaciones de servicio no estaban abiertas. En contraste, sí se sintió fue la fuerte presencia de autos particulares, que circularon cómodos por el centro a falta de otros medios de transporte. 

La marcha contra la política económica del gobierno reunió a trabajadores de diferentes sectores y arrancó cerca de las 10 de la mañana. En distintas esquinas céntricas se convocaron docentes de Amsafé, Coad, trabajadores municipales, UOM, Sindicato de Cadetes, entre otros, para luego confluir en la esquina de Sarmiento y Rioja, frente a la sede céntrica de Ansés. La consigna que unificaba la movida, más allá de los reclamos particulares: pedir al gobierno nacional un cambio en la política económica.

Para las 14, ya terminada la movilización, las calles de la ciudad habían quedado nuevamente deshabitadas. Apenas algunos rezagados que guardaban los bombos y banderas y varios folletos descansando en las veredas daban cuenta del clima de movilización y protesta que se había vivido unas horas antes en el centro. Y la ciudad volvía a una calma con gusto a domingo.