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“Los países ricos lo son porque dedican dinero al desarrollo científico-tecnológico, y los países pobres lo siguen siendo porque no lo hacen. La ciencia no es cara, cara es la ignorancia”. Con esta cita del científico Bernardo Alberto Houssay los directores del Conicet elaboraron un documento conjunto por la crítica situación presupuestaria que atraviesa el organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología en Argentina.

La gota que rebalsó el vaso fue la eliminación de la financiación para las reuniones científicas y tecnológicas, actividades claves para todos los campos de investigación. El nuevo recorte se suma a la brutal política de ajuste que el gobierno viene aplicando a todo el sistema científico.   

En esta línea de cuestionamientos, la docente e investigadora rosarina Anabella Busso trazó un oscuro panorama sobre el presente y el futuro inmediato del Conicet. La académica, especialista en política exterior, en especial en las relaciones bilaterales entre Argentina y Estados Unidos, admitió que el organismo funcionará en 2019 con un “esquema de supervivencia”.

Hace dos años, cuando el ajuste era incipiente, Busso alertó que el sistema científico se encaminaba hacia un callejón sin salida. Hoy, en medio de un camino cada vez más estrecho, advierte que va a ser muy difícil reconstruir el daño que está sufriendo el tejido científico del país.    

“No se están pudiendo ni siquiera solventar los gastos operativos. Estamos en una abrupta y acelerada caída, lo que no permite ni pensar estrategias de corto plazo para subsistir”, señala.

-¿En qué etapa del ajuste del Conicet estamos? 

-El recorte presupuestario de Conicet incluyó desde el comienzo de esta gestión la disminución del ingreso a la carrera de investigadores, la disminución de becas y el achique de los salarios. Pero ahora este ajuste está abarcando rubros básicos para el funcionamiento del sistema. Como por ejemplo el no envío de las partidas correspondientes a los centros de investigación o la eliminación del financiamiento para los proyectos de cooperación interncional. Ya no hay plata para pagar los viajes de los equipos argentinos. El último recorte llegó a las actividades científicas y tecnológicas.

-¿Qué impacto tiene esto?

-Los investigadores compiten anualmente para conseguir un subsidio para la organización de estas actividades. Los congresos, los simposios, los eventos más importantes de cada disciplina depende este financiamiento. A partir de este recorte muchas de estas actividades no se van a poder hacer. Estamos hablando de encuentros donde se muestran el resultado de las investigaciones, donde se producen intercambios de conocimientos muy interesantes.

¿Se imaginaban semejante ajuste con el cambio de gestión política en el gobierno nacional?

Más allá de las promesas de campaña, a muy poco de andar las directivas fueron claras. Primero se recortó el rubro el personal científico. Y después empezaron todos los otros recortes, entre ellos la caída abrupta del salario de los investigadores. En algunas áreas los investigadores jóvenes que aman la investigación no quieren postularse porque lo que hoy gana un becario es muy poco respecto a lo que podrían cobrar en una empresa privada. En las pocas áreas donde todavía hay becas faltan postulantes. Una beca con dedicación exclusiva no llega hoy a los 20 mil pesos, cuando en una empresa la remuneración asciende a 70 mil. La brecha no era tan grande años atrás. Y además había un circuito funcionando con posibilidad de mucho financiamiento.

-¿Queda algo en pie 2019?

-El Conicet queda en un esquema de supervivencia. El recorte tiene un efecto expulsivo. Gente muy formada por el Estado en estos últimos años se empieza alejar del campo científico. Estamos frente a una nueva fuga de cerebro. Está ocurriendo lo que veíamos venir con esta política.

-¿Hay antecedentes de un país que despilfarre su capital científico en un abrir y cerrar de ojos?

-La percepción es que el caso de Argentina es de caída abrupta por un rendimiento que era alto. Veníamos de una etapa en la que el país se estaba insertando en el ámbito científico y tecnológico. Dentro de los países latinoamericanos era uno de los más reconocidos. Ahora estamos en una abrupta y acelerada caída, lo que no permite ni pensar estrategias de corto plazo para subsistir. Llama mucho la atención. Brasil, por ejemplo, sigue invirtiendo en ciencia a pesar del enorme recorte.

-Pareciera que no se dimensiona la gravedad de este ajuste

-No hay ningún país desarrollado de los que admira el presidente Macri que hayan desfinanciado su sistema científico. En el siglo XXI ese es un dato central. Es renunciar a un posibilidad cierta de desarrollo para el país. Hoy en vez de estar repatriando científico, como se venía haciendo, otra vez los estamos expulsando. Es preocupante.

-¿Cuán difícil va a ser reconstruir lo que se está destruyendo?

-No es nada sencillo. La ciencia avanza permanentemente y quien se cae del circuito le cuesta volver. Después está la pérdida que ocasiona la interrupción de los períodos de formación. Y por el otro el impacto grupal por la caída de las cuestiones básicas y operativas. Estamos ante una realidad paralizante.