En Tablada, uno de los barrios de Rosario que no se resigna a perder su esencia trabajadora, se halla el Hogar Municipal de Mayores y uno de los refugios para varones adultos de la red municipal. Tras sus rejas y una puerta de ingreso blanca doble con portero eléctrico se desprende una larga galería con césped donde dos gatos disfrutan con parsimonia de los leves rayos de sol de la tarde. Hay árboles añejos, equipos de aire acondicionado apoyados sobre el piso y al final del recorrido, una puerta de chapa vidriada que da ingreso al refugio con una sala de estar llena de viejas macetas que desemboca en la cocina. Una postal apacible para arrimarse a una realidad desangelada que allí tratan de mitigar: en Rosario hoy aumentó un 30 por ciento la cantidad de personas en situación de calle, respecto del año pasado. Y, más aún, quienes trabajan en este asunto perciben que son personas cada vez más jóvenes quienes terminan durmiendo a la intemperie.

Dos salas a la izquierda sirven de consultorio, comedor y también el pabellón donde ahora los residentes descansan. Es la hora de la siesta y el silencio reina sobre esos pisos de color ladrillo. Aquí viven hombres mayores que pasan los días en estos pasillos. En el comedor, dos hombres de mediana edad miran una novela en un avejentado televisor. Hay restos de lo que fue el almuerzo.

Jardín de ingreso al refugio de la zona sur de Rosario

Mientras, la coordinadora de la institución estatal, Sonia Lanciotti, prepara uno de los dos consultorios para la entrevista. No hay muchas cosas en ese espacio, solo un modesto escritorio y tres sillas plásticas, es un espacio pequeño. Está acompañada por José Luis Tabares, director general de Intervenciones Emergentes en la Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat provincial.

Con claridad, la funcionaria explica a Rosario Plus que existen casos en que las personas, debido a su condición de salud, no pueden pensar en su egreso y se debe considerar la posibilidad de trasladarlos a otro dispositivo que pueda contenerlos adecuadamente. Por otro lado, “hay casos en los que se logra la reinserción social” y otros en los que “no se supera esta etapa”, y por motivos diversos, vuelven a ingresar. “Lamentablemente, también hay personas que, debido a su cuadro de salud, no logran reinsertarse y, en algunos casos, incluso fallecen dentro de la institución”, señala.

En este complejo ubicado en Grandoli y Ayolas, en tiempos de pandemia se alojó a las personas en situación de calle para que pudieran cumplir con el aislamiento obligatorio de aquellos días. Esa experiencia sirvió para construir un equipo de trabajo interdisciplinario que persiste hasta hoy y que se consolidó como un dispositivo único de atención 24/7 que brinda contención y ayuda a esta población vulnerable. La Secretaría de Desarrollo y Hábitat, en colaboración con el área de Salud del Municipio, tiene en sus manos este viejo hostal pegado a una parroquia católica que ocupa casi media manzana, con 22 plazas disponibles de las cuales 13 ya se encuentran ocupadas.

La institución de alojamiento temporal brinda una solución a aquellas personas que atraviesan su vida en situación de calle. Sin embargo, la temporalidad de la estadía depende de las posibilidades subjetivas que cada una de estas personas tenga para planificar su egreso, como también de su salud física. 

Lanciotti destaca la tarea colectiva que llevan a cabo una veintena de trabajadores y dice que más allá de garantizar la supervivencia se trabaja desde una perspectiva integral. En tanto, remarca que las personas en situación de calle que ingresan actualmente al hostal deben basarse en dos premisas: primero querer ingresar por su propia voluntad y segundo querer cambiar algo en sus vidas. “En el dispositivo se hace un trabajo integral en salud, desde una mirada amplia para luego poder reinsertarse en la sociedad. Son poblaciones, donde generalmente su lazos vinculares están rotos, lo que requiere un trabajo de reconstrucción”.

De toda la población en situación de calle, quienes llegan a este lugar son los más rotos. “Cuando vamos a verlos en la consulta en el hospital, los más jóvenes se niegan a ingresar y es algo lógico porque permanecen en situación de calle hasta que les da el cuero, porque mientras pueda auto valerse haciendo alguna changa, prefieren la calle a una institución”, expone la profesional. “Nuestro objetivo no es cambiar, sino acompañar lo que cada persona decida, quiera o pueda hacer con su vida”, detalla. “Somos un equipo interdisciplinario que trabaja de manera personalizada con cada una de las personas que ingresan a quienes se les construye un plan terapéutico dinámico de acuerdo con su historia y posibilidades”, explica luego. 

En abril de este año se reglamentó la Ley para personas en situación de calle (Ley N° 27.654). Aprobada en diciembre de 2021, la norma tiene por objeto proteger, garantizar integralmente y hacer operativos los derechos humanos de las “personas en situación de calle y en riesgo a la situación de calle” de todo el país.

Entre los pasillos del hostal se tejen historias de vida.

Asimismo, propone una “mirada integral” para abordar lo que considera “una de las expresiones sociales más graves de la precariedad habitacional”. De acuerdo al texto oficial, estas personas “necesitan mayor atención por parte del Estado” y su “vulnerabilidad social extrema” supone riesgos para su vida y su salud.

Vivir en la calle, una situación multicausal

Las personas que se encuentran en situación de calle no lo hacen por elección propia, y las causas pueden ser múltiples y complejas. A menudo, la falta de empleo y vivienda es solo una parte de la ecuación. Hay personas que a pesar de vivir en la pobreza, mantienen una red de apoyo sólida. Sin embargo, aquellos que viven en la calle a menudo han perdido sus conexiones sociales y su capacidad de mantener relaciones estables y saludables. La situación de calle no es solo una cuestión de necesidades materiales, sino que también puede ser causada por factores como la las patologías psiquiátricas, la adicción y la violencia de género.

“En esta multicausalidad, los problemas de salud mental son los que preponderan y hacen que estas personar rompa con sus vínculos afectivos más cercanos. A eso, el consumo de alcohol y drogas asociado a esa situación, como también problemas de violencia y ahora sumado a personas que huyen de los territorios por la violencia narco”, dice a este medio José Luis Tabares, director General de Intervenciones Emergentes en Secretaría de Desarrollo Humano y Hábitat.

En estos casos entrelazados, la complejidad de cómo abordarlos se vuelve evidente. Según el funcionario, "si se tratara solamente de una persona que se quedó sin casa y empleo, sería mucho más fácil de resolver". Sin embargo, el problema se agrava cuando hay cronicidad en esta situación, y las personas han pasado meses o incluso años en la calle, enfrentando situaciones que no son fáciles de resolver. "Es necesario trabajar cuerpo a cuerpo con esas personas, y la verdad es que no es nada fácil", asegura el funcionario.

José Tabares, director General de Intervenciones Emergentes, junto con la coordinadora de la institución, Sonia Lanciotti.

En cuanto a la población en situación de calle en Rosario, se observó un cambio en el perfil de las personas afectadas. Hace algunos años, la mayoría eran adultos mayores, principalmente hombres en una proporción de nueve a uno en relación a las mujeres. Sin embargo, con la llegada de la pandemia, se registró una disminución en la edad de las personas en situación de calle, siendo una de las causas el aumento del consumo de drogas entre los jóvenes que los lleva a vivir en la calle. Por otro lado, aunque no son tan comunes, los casos de mujeres solas con hijos o grupos familiares suelen presentarse con situaciones de extrema vulnerabilidad y extrema violencia.

Según datos brindados por esta dependencia la cantidad de personas en situación de calle creció un 30 por ciento en Rosario con respecto a 2022, Las cifras, calculadas a través de los llamados y denuncias de vecinos al 147. “Tenemos un equipo, una guardia a la mañana y una a la noche, un equipo de trabajadores sociales que van al lugar donde denuncian los vecinos a través del 147. Habitualmente son casos que conocemos. Los invitamos al refugio, que ahora está abierto todo el año”, expresa Tabares.

El funcionario manifestó que, pese a que durante los meses de verano suele haber un descenso en la cantidad de personas en situación de calle, el comienzo del 2023 mostró lo contrario. “Nos llegan las denuncias, con un equipo de trabajadores sociales vamos al lugar, los invitamos al refugio que está abierto todo el año. Vimos que había que mantenerlos abiertos, antes estaba abierto solo en invierno”.