Gallardo y River, para toda la vida
No sé si es el final, nadie lo sabe, creo yo que ni siquiera Gallardo. Pero si lo fue, quedará en la historia, para siempre. Sería muy difícil escribir sobre un equipo que se quedó afuera de una Libertadores después de ser goleado en su propio país. Pero lo que hizo River este martes por la noche fue algo histórico. No por casi remontar una serie que estaba prácticamente definida, sino por lograr que el mundo entero crea que aún había posibilidades.
No estamos ante un entrenador común y corriente, no estamos ante una persona normal, estamos ante un genio, un fuera de serie. Gallardo puso a River y al fútbol argentino en lo más alto, durante más de seis años consecutivos. Algo impensado para un fútbol que hace más de una década se caracteriza por equipos que corren, meten, y viven a pelotazos.
Este tipo es otra cosa, está hecho de otro material. La evidencia no son solo sus títulos; va mucho más allá de cualquier copa. Gallardo compitió, peleó, y se consagró campeón, siempre con diferentes jugadores. Muchos recordarán la Sudamericana 2014 con Barovero, Teo Gutiérrez, Carlos Sánchez, Pezzella, Mercado; otros la Libertadores 2015, con Alario, Bertolo, Mayada, Maidana; otros la más recordada, la 2018, con Pity Martínez, Armani, Juanfer Quinteros, Pinola, Pratto; y las últimas, con casi ninguno de estos nombrados. La base se mantuvo algunas veces, pero las piezas cambiaron bastante, y las ideas fueron siempre las mismas.
El primer River de Gallardo, encontró un arma mortal en la pegada de Pisculichi, y así ganó las primeras dos copas. El Muñeco demostró tener como DT algo que no muchos tienen, me atrevo a decir, en el mundo. Inculca su pensamiento, su forma de jugar, y saca lo mejor de cada uno de sus futbolistas. Convirtió a Nacho Fernández en el mejor jugador del fútbol argentino, Montiel era central y lo hizo lateral de selección, Santos Borré pasó de ser el del trabajo sucio a un delantero de goles importantes, y así, muchos ejemplos más. No estamos hablando de que lo hizo un año y la suerte lo ayudó, lo hace intuitivamente, es su talento, su don.
El martes logró que las encuestas en redes sociales se lleguen a inclinar por River como ganador de la serie. 3 a 0 abajo, en Brasil, contra un equipo que había ganado los cinco partidos disputados como local, con 21 goles a favor y sólo uno en contra. Sólo Gallardo, y River, pueden lograr eso.
El River de Gallardo será recordado como un equipo capaz de lograr cosas imposibles. Marcó una época, una forma de ver el juego, un estilo. Jugó cuatro semifinales de Libertadores en cinco años. Temible, un dato difícil de encontrar en otro club, ni siquiera en Europa. El Barcelona de Guardiola lo hizo. Champions y Libertadores, ¿Diferentes? Sí. ¿Difíciles? Las dos. En el medio, las eliminaciones directas con Boca, todas ganadas, la derrota increíble con Independiente del Valle en Octavos del 2016, y la polémica semifinal con Lanús, en la que estaba arriba por dos, no le cobraron un penal clarísimo, y después le hicieron cuatro goles. Todos partidos épicos, como la Era Gallardo.
¿Será Europa el futuro?, ¿Continuará en River? Difícilmente quiera agarrar la Selección Argentina. Nadie lo sabe. Pero el legado de Gallardo es indiscutible, no sabemos si se irá, pero su legado será eterno.