POR MARIANO ABRACH

Antes que nada, una declaración de principios para ser sinceros entre nosotros. Soy hincha de Boca desde que nací, amo a Juan Román Riquelme desde que debutó, y odio a Mauricio Macri desde que tengo comprensión de los negocios que hacía con mi club. Dicho eso, intenté escribir lo que está sucediendo en Boca, sin pretensiones de objetividad sino de explicar lo que siento y nos atraviesa a miles de socios del club en este momento. Como toda opinión, es pasible de ser contestada y discutida. Bienvenido sea.

El domingo 3 de diciembre debía haber elecciones en el Club Atlético Boca Juniors. Estaba (está) todo el club y sus socios preparados para votar. Pero la intempestiva decisión de una jueza civil a pedido de la oposición encabezada por Mauricio Macri suspendió cautelarmente el acto eleccionario para investigar una denuncia sobre irregularidades en el padrón. 

Las denuncias sobre padrones en elecciones de asociaciones civiles son una maniobra habitual en la previa, pero no lo es tanto una suspensión a causa de esto a tan pocos días de que se lleven a cabo. Dos años atrás sucedió algo similar con Independiente, a pedido de la lista que también apoyaban referentes del PRO como Néstor Grindetti y Patricia Bullrich. Demasiada coincidencia como para no sospechar. Esto lleva a leer con atención el fallo judicial, que tiene errores e irregularidades graves como equivocar el año para determinar si los días en que se realizó el trámite de socio son hábiles o inhábiles, o incluso no revisar que la fecha de asociación en 2019 que se objeta es previa a la asunción de la actual comisión directiva a la que se acusa. 

Cabe una explicación para quienes no estén al tanto de la vida social de este club.. En Boca existe desde el año 2012 la figura del “socio adherente”, una categoría que oficia de lista de espera con algunos beneficios y con prioridad para el acceso a ser socio activo con plenos derechos. La denuncia consiste en que entre 2019 y 2021 se realizaron pases de adherente a activo irregularmente por alrededor de 13 mil asociados, pero sucede que el estatuto y los reglamentos aprobados por anteriores gestiones macristas no establecen antigüedad para esto y le cede la potestad a la Comisión Directiva de hacerlo según crea conveniente.Entre 2012 y 2019, cuando gobernaba Daniel Angelici designado por Macri, se realizó un total de 51473 socios activos reconocidos por el propio informe de gestión cuando entregó el mandato a Jorge Amor Ameal. La actual CD sostuvo el número recibido, e incluso un poco menos: 114.665 contra 115123.

Sobre esto se sustenta la denuncia y la discusión judicial con muchos más detalles y aristas, que tuvo una jornada de conciliación el pasado jueves 30 de noviembre, sin éxito para su resolución y por ello continúa a la disputa en el ámbito jurídico así como en el mediático y político. Porque en verdad estos argumentos son meramente excusas (como lo fue semanas atrás el reclamo de socios de religión judía, también presentado con irregularidades, que hizo cambiar el día de la elección del previsto sábado 2 al domingo 3) y la discusión de fondo es otra, que incluso excede la vida política, social y deportiva de Boca. 

En 2019 cuando Macri perdió la elección a Presidente de la Nación, también perdió indirectamente las del club que le permitió catapultarse a los cargos políticos electivos, presentando entonces al candidato Christian Gribaudo que se vio derrotado ante Ameal, quien llevaba en su lista a Juan Román Riquelme como vocal y futuro director del fútbol del club. Con este resultado, perdió Macri el origen de su poder político y el que muchos señalan como su verdadero interés. No solamente por ser hincha (que no le voy a discutir que lo sea) sino porque es desde donde puede aspirar a mayores esferas de poderes y de negocios, sin tanto escrutinio social como el de Presidente de la Nación. Con los recursos de un club como Boca puede hacer obras de construcción con sus empresas y asociados, manejos de dinero con transferencias de futbolistas, patrocinadores, la Fundación que debería tener un fin social; y también catapultar a futuros delfines que le respondan a él. Además, hay una aspiración de Macri a conseguir cargos de mayor poder en el fútbol, con la Presidencia de la FIFA como objetivo máximo. 

Pero quedándonos en el fútbol local, la aspiración histórica de Macri es convertir los clubes de asociaciones civiles a Sociedades Anónimas Deportivas, con el argumento de mejor gestión pero con el objetivo real de mayores negocios. Ante esto se pronunciaron casi todos los clubes días antes del balotaje entre Massa y Milei, como también lo habían hecho en 2016 cuando Mauricio era Presidente de la Nación. 

Claro que el plan de Macri no es reciente sino que implica recuperar lo comenzado en 1995, año en que fue electo al ganarle a la histórica fórmula de Alegre y Heller que habían recuperado al club del desastre de la década de 1980. Entonces ya estaba la discusión de las Sociedades Anónimas y fue incluso parte de la campaña electoral. Luego de asumir, planteó ante la AFA la creación de las SAD y recibió el mismo rechazo: la votación del Comité Ejecutivo tuvo un solo voto a favor, del propio Macri. No obstante, Boca fue administrado de hecho desde el 95 al 2019 como una empresa modificando a conveniencia lo que necesitara para seguir adelante con los intereses de su presidente: desde el Estatuto hasta los colores de la camiseta. 

En efecto, la reforma de lo que es como la Constitución del club fue redactada para impedir la postulación de listas opositoras a las elecciones, en base a la presentación de avales económicos que respalden el patrimonio del club con lo cual puedan responder los dirigentes en caso de que la gestión genere pérdidas; originalmente era por el 20% del patrimonio neto, hoy es del 5% tras varios reclamos y reformas posteriores al gobierno macrista. Traspolando para graficar de manera exagerada, es como si hubiera reformado la Constitución Nacional durante su mandato para que los candidatos a Presidente puedan presentarse solamente si tienen avales por un porcentaje de las reservas del Banco Central. 

Con ello consiguió mantenerse en el poder sin que hubiera elecciones entre 1995 y 2007, cuando dejó el cargo solamente porque ganó la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Su salida de la presidencia bostera y el fallecimiento de su sucesor, Pedro Pompilio, produjo divisiones en la Comisión Directiva y se volvió a votar en 2011 cuando gana su representante, Daniel Angelici quien reeligió en 2015. 

La figura de Juan Román Riquelme es fundamental para comprender completamente esta historia. Se enfrentó a Macri siendo jugador vs. presidente en el año 2001 con el clásico festejo del Topo Gigio, en una disputa salarial (siendo figura del campeón del mundo y de América, seguía cobrando casi como un juvenil). En 2002 se produjo su venta a Europa y Macri acudió a él en 2007 para ganar la Libertadores y apoyarse en ese éxito para pegar el salto al gobierno de la ciudad de Buenos Aires. En el 2010 se conoce el nombre de Angelici, que era el tesorero de la Comisión que presidía Ameal como sucesor del fallecido Pompilio, por oponerse a la renovación del contrato de Riquelme que se firmó pero derivó en constantes disputas entre el 10 y el siguiente presidente del club (y quien mandaba desde CABA), que concluyó con la salida y el retiro del ídolo en Argentinos Juniors en 2014.  

Estos enfrentamientos continuaron desde lo simbólico hasta el 2019, que se tradujo a las urnas. Tras la contundente victoria de la lista que integraba Riquelme, la gestión se apoyó en apuntar a nombres de jerarquía y juveniles para el fútbol (con varios refuerzos fallidos, también) que le permitieron contar 6 títulos en 4 años y alcanzar la final de Libertadores en 2023, algo que muchos señalan como insuficiente con la exigente vara alta de ganar siempre el torneo continental. Una vara que, curiosamente, se fijó ahí tras las presidencias de Macri en las que Riquelme era el 10.  Y no caben dudas, aunque no haya pruebas, que de haber ganado el 4 de noviembre en Río de Janeiro nada de esto estaría sucediendo; ni se habría presentado la lista opositora. Y tampoco hay dudas de que se procede al camino judicial porque los números le eran adversos a la lista de Macri contra la de Riquelme aún con un año de no cumplir los objetivos del fútbol profesional. 

En lo que excede al fútbol profesional, la gestión fue lo opuesto a la del macrismo. Un club abierto a los socios, potenciar disciplinas deportivas sin importar su eficiencia económica, manutención y mejora de los espacios del club (en La Boca y en Ezeiza), no prestarse a los negociados que no traigan mayores beneficios (como incorporar al 9 de Qatar para hacer feliz a un jeque árabe a cambio de algunos millones, algo que una institución como Boca puede conseguir por otras vías sin entregar nada).

Por esto, no están en juego sólo las autoridades de un club sino que se juegan modelos contrapuestos de gestión del fútbol argentino, que desde la relevancia que tiene Boca se extrapola al resto de los clubes y la AFA. Una victoria de Macri habilitaría a una privatización de hecho del CABJ a través del dinero árabe para financiar un faraónico nuevo estadio, y un supuesto caso de éxito daría lugar a aplicar el modelo similar en otros clubes. Esto se producirá a costa de los socios y de las identidades de asociaciones civiles centenarias, que son fundamentales para la vida en sociedad de millones de argentinos además de para los éxitos deportivos que nos gustan celebrar como hinchas del fútbol. Privaría a miles de socios de la posibilidad de entrar a sus clubes, elitizaría los estadios en favor de los patrocinadores. Y es un modelo muy difícil de revertir una vez que está en marcha. Además, es un plan del que se cuentan solo los contados ejemplos exitosos (por decir uno, Manchester City) y no se enumeran los muchos más fracasos (¿se acuerdan del Badajoz?). 

Está claro que no se resolverá con la elección, que todavía puede llevarse a cabo en diciembre o de lo contrario se postergará al 2024. La amenaza de la intervención a través de la Inspección General de Justicia sobrevuela en todas las declaraciones de los protagonistas de esta disputa, lo que conllevaría a una entrada del macrismo por vías ajenas a lo institucional del club. De no suceder esto y aunque Riquelme gane las elecciones cuando se realicen, parece estar lejos de concluir el intento de Macri de volver a controlar Boca y a través de este otros hilos del fútbol y sus negocios y su política. 

Y será una batalla que deban dar no solamente los socios de Boca, sino los de todos los clubes que quieran defenderlos como tales, y de una manera de vivir y sentir el fútbol.