Abre una colección histórica y contemporánea de Arte argentino
La muestra inaugura este viernes en el Castagnino y el Macro
A las 19 quedará inaugurada la exposición Arte argentino. 100 años en la colección Castagnino+macro en ambas sedes del espacio (Pellegrini 2202 y Estanislao López 2250).
Las colecciones son el sostén de los museos, forjan su historia, y también la exigen. Rosario tuvo en el museo Juan B. Castagnino el primer edificio moderno pensado para coleccionar y exhibir arte. Su creación y desarrollo fue resultado de políticas y visiones no siempre uniformes de la ciudad y sus artistas. Las adquisiciones realizadas a lo largo de los años expresan esas diferencias.
Acaso una idea permaneció en el centro del debate estético que se erigió con el Museo, la ciudad de Rosario: su origen periférico, impreciso, cobró una centralidad laboriosa y perdurable a través de la tarea de los directores históricos de la institución y de los artistas que se reunieron a su alrededor. Una idea en la que el arte era una escuela: allí cabía el mundo y el museo lo mostraba. Podría decirse que el inmenso público que asistía al Castagnino en los años 40 se conectaba a internet.
Nos toca hoy hacer otra lectura de estas obras enfocándonos en los creadores locales, que por la calidad de sus propuestas y sus ideas innovadoras nos guían hacia una notable lectura de la historia del Arte Argentino. El desafío es múltiple. Debemos hacer más accesible, más emocionales y más entendibles las exposiciones, señalando el modo en que proceden los artistas, sus contextos, la historia social y política que les tocó vivir. En definitiva, la vida misma.
Sobre esta circunstancia se organiza una exposición que abarca tres aspectos relacionados. En primer lugar, un escenario histórico que se inicia con la creación de la Comisión Municipal de Bellas Artes de Rosario en 1917 –el germen de la actual colección del Museo Castagnino+macro–, hasta el año 1968, cuando se desarrollaron importantes acontecimientos artísticos en la ciudad como el Ciclo de Arte Experimental y Tucumán Arde, entre otros.
El segundo aspecto toma desde esos años hasta fines del siglo XX, y recoge aquellas evidencias transicionales que dieron formato a las nuevas propuestas contemporáneas. Incluso señala los huecos que se produjeron en la selección de obras y artistas: una vez mostrada la colección, las piezas ausentes fulguran como una procesión en las nubes. El tercer momento aborda los últimos años y comienzan con los acontecimientos políticos y sociales del 2001, con la caída de un gobierno y el estallido de la última gran crisis argentina. Son años que la producción artística contemporánea lee como un fin de mundo y dan como resultado nuevas expresiones poéticas que se recorren en esta última sección.
Entendemos a las colecciones como comunicadoras de sentido y manifiestos de un nuevo rol social de los museos, que se involucran con su presente y nos ubican como mediadores entre los diversos actores de la comunidad, transformando el museo como experiencia enriquecedora, trascendente y emocional. Es una apuesta que hoy más que nunca nos interpela acerca del modo de enfrentar los avatares de una colección, aproximándonos al aprendizaje colectivo de narrar la historia del arte.