Uno de los debates más intensos que se están dando en las últimas semanas en el Concejo tiene que ver con la nueva normativa que reemplazará a la actual ordenanza Nº 7.218 y regirá para regular los espectáculos y la nocturnidad rosarina.

Si bien hay una deuda desde hace mucho tiempo con respecto a esclarecer la situación de los espacios nocturnos de la ciudad (sea del tipo culturales, bares o boliches), en cuanto a marco legal, restricciones y permisos bien definidos según la naturaleza de cada lugar, en el ambiente se teme que la ordenanza resultante termine siendo más prohibitiva y perjudique a un sector que ya sufre una fuerte baja de concurrencia y consumo.

Es por esto que la semana pasada tuvo lugar una audiencia pública, donde 62 actores de los distintos sectores de la cultura, la gastronomía y la noche rosarina y vecinos de zonas como el centro o Pichincha se hicieron presentes para dar su opinión al respecto de la normativa y los alcances que debería tener.

Uno de los aspectos en los que más se hizo hincapié es en separar a los espacios culturales de la normativa, para que no ocurra lo que sucede actualmente que es que cada lugar se enmarca dentro de un tipo de lugar que no responde a su verdadera función o franja horaria, como por ejemplo, “bares con amenización musical”, y hasta se planteó que tengan su normativa aparte, como ocurre con otros espacios como los teatros independientes.

Qué se debatió este viernes

La concejala del bloque justicialista Julia Irigoitía, quien presidió la sesión de este viernes, destacó la audiencia y remarcó el pedido de “los bares con amenización musical” para contar con un marco específico que los ampare.

Por un lado, la edila Caren Tepp señaló que hace tiempo plantean “la necesidad de incorporar la voz de la cultura, que no está expresada en el borrador del Ejecutivo” y que la misma requiere de “una normativa propia” y “en paralelo”, algo sobre lo que la concejala María Fernanda Gigliani recordó que ya se habían presentado proyectos (de su autoría, de Ciudad Futura y de María Eugenia Schmuck) años atrás, cuando existía el colectivo Espacios Culturales de Rosario, y que no se puede “tirar por la borda” ese trabajo.

Por su parte, el concejal Leonardo Caruana destacó que en la audiencia sirvió para que se vea con mayor fuerza y relevancia la mirada relativa a los espacios culturales, y aseguró que la iniciativa elaborada desde su bloque “no pretende ser fundacional ni mucho menos, sino tomar el compromiso y el trabajo de todo lo previo”.

Quien salió al cruce fue Fabrizio Fiatti, que señaló: “En ningún momento segmentamos ni tuvimos una mirada sesgada ni reduccionista sobre los actores y el tipo de actividades”.

Asimismo, recordó que ya se han enviado iniciativas a la intendencia -aún sin respuesta- en cuanto a las licencias y los rubros, y aclaró que el aspecto que se plantea de licencias tiene que ver con “sobre qué recaudos tomar para cada tipo de actividad”, pero que “surgió bien patente la necesidad de algunos espacios que no tienen desarrollo comercial, sino eminentemente cultural”, como la normativa que regula los teatros independientes.

Al respecto, Gigliani recordó que en su momento se había planteado “una norma específica”, “sacar de la Nº 7.218” a los espacios culturales, algo sobre lo que Carlos Cardozo reconoció “no negar el tema”, y a lo que Fiatti remarcó el saber que “norma más sensible es la de las licencias”, mencionando la necesidad de compatibilizar “el derecho al disfrute, al esparcimiento, con el derecho al descanso, que fue otro vector que apareció en la audiencia”.

Por su parte, el concejal justicialista Lisandro Cavatorta consultó si se diferenciarían requisitos para centros culturales, a lo que Fiatti respondió: “Tenemos una buena ordenanza –por lo menos lo percibimos así- de teatros independientes. Es un buen antecedente, una buena norma en la cual inspirarnos, mirar”.

El encuentro entre los concejales tuvo lugar en la Sala de la Memoria del Anexo “Alfredo Palacios”.