En un escenario que permite empezar a proyectar una era post covid, este martes se celebra el Día Internacional de los Museos con una invitación a recuperar y reimaginar el futuro de esas plataformas, luego de un año que obligó a reorganizar los planes expositivos y redujo los ingresos, pero que también en la crisis encontró oportunidades para acompañar a sus comunidades, tejer redes institucionales, acelerar los procesos digitales y desarrollar estrategias innovadoras.

El año pasado y durante siete meses, los museos locales estuvieron cerrados al público como medida preventivas de cuidado. Un año después y en el mismo otoño, sus puertas no reciben público pero el panorama no es igual. En el medio pasó mucho en relación a sus convivencias con la tecnología.

Durante ese tiempo se desarrollaron prácticas digitales que expandieron el museo a otros públicos, a través de nuevos modos de exhibir su patrimonio, con la incorporación de más propuestas virtuales y dando forma a un perfil a tono con los tiempos de las nuevas tecnologías. Si bien las dificultades económicas estuvieron al acecho desde el comienzo -sobre todo en la gestión privada, que depende de la venta de entradas-, el ideario apocalíptico de museos abandonados no tuvo su correlato en los hechos.

Cuando el panorama epidemiológico amainó los contagios y con la premisa innegociable de que la experiencia cara a cara con una obra es irreemplazable, los museos reabrieron con aforos reducidos, y con bombos y platillos anunciaron sus calendarios 2021.

Así, el Bellas Artes repuso la omisión de género con "El canon accidental. Mujeres artistas en Argentina (1890-1950)" y hace poco presentó una obra inédita de Marta Minujín creada en pandemia; y el Museo Moderno de Buenos Aires inauguró la primera gran retrospectiva de Alberto Greco en Argentina; y el Malba montó la monumental "Terapia".

En una nueva edición del día que el Consejo Internacional de Museos conmemora cada 18 de mayo, las instituciones metropolitanas de Buenos Aires vuelven a celebrar sin actividades presenciales, pero con la posibilidad del balance: mirar un atrás que a la fuerza habilitó nuevas posibilidades y proyectar un futuro que se presenta más prometedor con los avances científicos. Un equilibrio entre recuperar y reimaginar, como sugiere el lema de esta edición: "El futuro de los museos: Recuperar y reimaginar".

La palabra reimaginar hace eco en Américo Castilla, titular de la Fundación TyPA que organiza "El Museo Reimaginado", encuentro que este año posterga su 4ª edición en Medellín y Oaxaca "como quien posterga dolorosamente un abrazo" y la construcción de "un lugar de reflexión profunda, crítica, inclusiva de las minorías, radical en sus propuestas políticas, amorosa en el encuentro de más de 800 profesionales de museos de toda América", lamenta.

¿Pero qué significa reimaginar? "La partícula 're' implica que hay un concepto de museo que necesita ser revisado. Se trata del modelo de museo centrado en objetos y hábitos de acumulación, producto de la colonialidad del poder y sus certidumbres y clasificaciones pretendidamente universales", indica Castilla.

"Fue sorprendente comprobar cómo muchos museos postergaron sus hábitos retentivos e intentaron por todos los medios no desvincularse de sus contextos. Muy pocos estaban en condiciones de usar estratégicamente los medios digitales, pero aun así lo intentaron y algunos con formas innovadoras. Lo que quedó claro es que la digitalidad permanecerá y no solo a nivel de comunicación al exterior sino como trabajo clave de todas las áreas del museo".

En palabras de Castilla, "el museo tiene un potencial único como plataforma de creación de vínculos sociales y donde dar voz y contención a los ciudadanos más diversos".

"El descalabro social y las incertidumbres de la pandemia pusieron en evidencia cómo el museo como centro de atracciones para una clase media informada y turistas adinerados quedaba desdibujado como actor ante la emergencia", sostiene el exsecretario de Patrimonio Cultural.

"Paradójicamente, "los trabajadores de los museos se cuentan entre los profesionales más propensos a la solidaridad y al respeto de las diferencias, lo cual habla de una tensión manifiesta entre la solemnidad y aislamiento atribuibles a la institución y la sensibilidad opuesta de sus actores", indica.

Al frente del Bellas Artes, Andrés Duprat asegura que "el drástico parate que provocó la pandemia tomó desprevenido a la mayoría de los museos, pero rápidamente implementaron múltiples programas de contingencia, con la multiplicación de acciones en sus páginas y redes sociales: visitas virtuales, entrevistas, publicaciones, foros de debate, conferencias".

En líneas generales, "el sector cultural fue muy afectado por la pandemia" y en el caso de los museos "hay situaciones muy diversas dependiendo de su escala y el tipo de financiamiento: los que dependían mayormente de la taquilla, los privados y los públicos", advierte.

El Bellas Artes, por ejemplo "cuenta con un presupuesto del Estado que se complementa con aportes privados y al no depender de la taquilla transita la pandemia sin mayores riesgos, En momentos como éstos se manifiestan las buenas políticas públicas", subraya.

En su opinión, "la universalidad de la pandemia obligó a las instituciones a dejar por un rato de mirarse el ombligo y prestar atención al entorno, a mirar a sus pares que estaban sufriendo las mismas consecuencias".

En Argentina, a propósito de la situación, se formó una red de museos que "puso en sintonía y comunicación a instituciones de todo el país y que accionan con instituciones de todo el mundo", explica.

Por su parte, el arquitecto Martín Marcos, director del Museo Nacional de Arte Decorativo, está convencido que "los aforos por sala, el distanciamiento, la ventilación y sanitización de los espacios, la inscripción previa por turnos vía web, las actividades al aire libre han llegado para quedarse. Son buenas prácticas que nos permiten disfrutar mejor. Las multitudes agolpadas se terminaron y eso es bueno para los públicos, las obras y espacios museales".

La virtualidad le permitió al Decorativo llegar a menores de 30 años en redes, pero el gran fuerte del Palacio Errázuriz Alvear, donde está emplazado, es su espacio al aire libre y el jardín, ahí "encontró su vocación durante esta emergencia: recitales, conciertos, ferias culturales, desfiles, danza, performances hicieron de ese espacio un descubrimiento maravilloso. Con distanciamiento y seguridad, debido a sus generosas dimensiones, podemos tener aforo de hasta 100 personas. Un verdadero descubrimiento", celebra.

Para el arquitecto, el concepto clave de este tiempo es "reinventarse, tomar creativamente el espacio público y llenarlo de cultura y nuevas prácticas", sin negar que "la experiencia presencial seguirá siendo insustituible" y que "allí habrá que seguir cuidándonos e incorporar cultura. Iremos más despacio, más tranquilos, más profundos y eso nos hará bien. Soy optimista y creo en el poder sanador y estimulante del arte y el diseño".

"La idea de repensar los museos aún está en proceso", dice Guadalupe Requena desde el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba). Si bien "hay proyectos virtuales que llegaron para quedarse, configurando una programación que combina presencialidad y digitalidad, aún está abierta la redefinición del rol social de los museos, en un presente atravesado por temas tan acuciantes como la pobreza, la violencia y la marginalidad".

En casos como el Malba, de gestión privada, en el corto y mediano plazo los "obliga a pensar proyectos locales, por las dificultades en el traslado y logística de las obras y préstamos internacionales. También a cambiar los calendarios con exhibiciones más largas para que, dadas las restricciones y los posibles cierres en función del contexto epidemiológico, los proyectos puedan circular y ser vistos más visitantes".

En este sentido, cuenta Requena que hubo "que suspender proyectos internacionales -como la muestra de Helmut Newton prevista para 2020- y repensar la programación, volcándonos a proyectos de arte argentino y a profundizar la lectura de nuevas narrativas del acervo propio. También incorporar la virtualidad para ampliar la red con otros museos de la región y para sostener el vínculo con las comunidades creadas en torno al museo, que son grupos bien diversos y ávidos de nuevos contenidos".