Un documental explora el lenguaje cinematográfico compartido entre Cortázar y Antín
Al cumplirse 107 años del nacimiento de Julio Cortázar, se estrena en el cine el documental "Cortázar & Antín: cartas iluminadas" de Cinthia Rajschmir que, a partir de la correspondencia creativa entre el escritor y Manuel Antín, reconstruye la amistad transoceánica que entablaron y aborda la complejidad del compendio estético del lenguaje cinematográfico en la década del 60.
La relación entre los artistas dejó una huella de tres largometrajes que se convirtieron en referencia del primer nuevo cine argentino de la década del 60: “La cifra impar” (1962, sobre “Cartas de mamá”), “Circe” (1964, basado en aquel cuento homónimo), e “Intimidad de los parques” (1965, sobre “El ídolo de las Cícladas” y “Continuidad de los parques”).
La relación epistolar de la que da cuenta "Cortázar & Antín: cartas iluminadas" nació a finales de la década de 1950, cuando el realizador le escribió por primera vez y con registro formal a Cortázar y cierra con las cartas del final, en las que “se sacan chispas” por las diferencias que tuvieron al momento de la escritura de “Intimidad de los parques”.
Según advierte Rajschmir, Cortázar le reclamaba al cineasta un estilo cercano a cómo concebía sus cuentos en relación a lo fantástico, mientras que Antín pretendía abordar la problemática de sus películas desde una perspectiva y lenguaje cinematográficos.
El vínculo entre ambos creció a partir de las películas. En “La cifra impar” no se conocían y, durante el rodaje, se trataban de usted. "Estimado señor Antín: Su intención de filmar un cuento mío me ha alegrado mucho y no dudo de que los resultados serán excelentes puesto que, a juzgar por los términos de su carta, coincidimos en una cierta forma de ver las cosas y de expresar esa visión", le dice el autor en la carta que abre la correspondencia.
Cortázar, de cuyo natalicio se celebran mañana 107 años, quedó tan contento con la película que le confesó al cineasta que el resultado lo había iluminado sobre la obra: “Entendí mi cuento gracias a vos”. Se conocieron personalmente en París en 1961 y sus parejas, Ponchi Morpurgo y Aurora Bernárdez, también se hicieron muy amigas.
“Circe” fue pura sinergia y el resultado del intercambio creativo. El vínculo excedía los límites del cine. Antin fue, curiosamente, uno de los primeros lectores de “Rayuela”. “Él me mandó la novela para que yo la leyera antes de publicarla. La leí, me gustó mucho. Como él no tenía duplicado de la novela, le dije: La voy a publicar como mía. Lo "amenacé" con eso”, recordó el cineasta sobre aquella experiencia de primer lector durante una entrevista con Página12 en 2020.
En “Intimidad de los parques”, en cambio, hubo cierto distanciamiento: a Cortázar no le gustó que el libro trasladara la acción de “El ídolo de las Cícladas” de Grecia al Machu Picchu. Además de los entredichos, Antín -quien años después fundaría la Universidad del Cine- tuvo que lidiar contra otra adversidad: casi el 40% del celuloide allí filmado se estropeó y debió terminar la película con lo que tenía en Buenos Aires.
"Cortázar & Antin: Cartas Iluminadas" se estrenó en el Festival de La Habana y en el Bafici en 2019. Pero también estuvo en Cine.Ar y tuvo un paso en la Televisión Pública. Ganó premios en festivales como Trieste y Punta del Este y tuvo otras distinciones. Ahora, con menos restricciones por la pandemia, llega a las salas de cine.
“Tras haber leído las cartas y escuchado la fonocarta enviada por Cortázar mientras ambos trabajaban en el guión de Circe, materiales que dieron cuenta del difícil vínculo entre literatura y cine, de la amistad que creció entre ambos desafiando las dificultades del correo, las cuestiones económicas, la discordia entre ambos géneros, comencé a desarrollar el proyecto”, cuenta Rajschmir. Y acepta que también la motivó explorar la difícil relación entre el universo literario y el cine, que parecen haberse amalgamado entre los dos creadores.
La realizadora del documental sostiene que Antín sabía que el plano de lo sobrenatural en los cuentos de Cortázar podía ser un riesgo. Ante eso, ambos asumieron la tensión entre aquello que resulta popular en la literatura y que, trasladado a la pantalla, puede ser críptico. El resultado de haber asumido el desafío son tres largometrajes que dan cuenta del entrecruzamiento de dos lenguajes y del diálogo de dos artistas que no resignaron sus ideas en pos de la amistad.