__tadevel:head__

Este viernes a las 19 los museos Castagnino (Oroño y Pellegrini) y Macro (Oroño y el río) inaugurarán la muestra “Arte argentino. 100 años en la colección Castagnino+macro”, que reúne unas 450 obras de esas instituciones (poco más del 10 por ciento del patrimonio) y la mirada crítica de seis curadores: Adriana Armando y Guillermo Fantoni (“Un pasado expuesto: caminos del arte entre 1918 y 1968”), cuya selección ocupará la planta baja del Castagnino; Nancy Rojas y Roberto Echen (“Derrames temporales de una colección. Itinerarios para volver a pensar la génesis del arte contemporáneo argentino”), en la planta alta, y Clarisa Appendino y Carlos Herrera (“El fin del mundo comenzó en 2001. Exageración poética o determinismo histórico”), en el Macro.

 

“Arte argentino”, tal como está planteada, no es sólo un recorrido por el patrimonio del Castagnino y el macro –el edificio del Castagnino fue el primero en el país en diseñarse y erigirse como un museo de arte moderno–, sino una relectura crítica de la obra acumulada. Lo plantean los textos curatoriales con mayor o menor énfasis. “Acaso una idea permaneció en el centro del debate estético que se erigió con el Museo, la ciudad de Rosario: su origen periférico, impreciso, cobró una centralidad laboriosa y perdurable a través de la tarea de los directores históricos de la institución y de los artistas que se reunieron a su alrededor. Una idea en la que el arte era una escuela: allí cabía el mundo y el museo lo mostraba”, señala el texto inaugural.

Las obras presentes (de Fernando Fader a Antoni Berni, de Quinquela Martín a Augusto Schiavoni, Emilio Pettoruti o Lucio Fontana en la planta baja) ensayan decisiones estéticas pero también políticas. “¿Por qué no hay surrealismo?”, preguntaba retóricamente un reconocido especialista durante el proceso de selección de obras.

 Lo contemporáneo, pensado a partir de la caída de las disciplinas, es planteado como una reescritura en la selección de Rojas y Echen, donde se ensaya su génesis y se pone de nuevo en discusión la validez de pensar en la rigidez de décadas.

Los paradigmas que llevaron a constituir una colección contemporánea son pensadas a partir de ciertos hitos: “el Ciclo de Arte experimental, llevado a cabo por el Grupo de Rosario en 1968”, o “el denominado LIII Salón Nacional de Rosario: Arte sin disciplina, de 1995, que generó una apertura de referencia a nivel nacional”, citan Nancy Rojas y Roberto Echen.

Los curadores son también parte de la historia de un espacio que irradia una centralidad esquiva: Rosario –sus artistas y la decisión política que apenas entrado el siglo XX ubicó a la ciudad en la escena del arte– deviene muchas veces una interrogación estética en su geografía marginal.

Uno de los curadores de la muestra de arte contemporáneo recordaba los tiempos –hace sólo unos 20 años– en los que obras que hoy son fuente de devoción institucional viajaban en autos sin airbags, cinturones de seguridad, ni seguro, porque no era el museo lo que buscaban esas obras –la de León Ferrari, por dar un ejemplo–, sino la discusión y la celebración de un arte que a duras penas entraba en los salones.  

 

 

“Nos toca hoy hacer otra lectura de estas obras enfocándonos en los creadores locales, que por la calidad de sus propuestas y sus ideas innovadoras nos guían hacia una notable lectura de la historia del Arte Argentino. El desafío es múltiple. Debemos hacer más accesible, más emocionales y más entendibles las exposiciones, señalando el modo en que proceden los artistas, sus contextos, la historia social y política que les tocó vivir”, dice el texto inaugural de la muestra, atribuible a Raúl D’Amelio, artista y arquitecto, director actual del Castagnino.

 

Una vez que la muestra quede inaugurada, se realizarán recorridos guiados y gratuitos de martes a domingo a las 17. También podrán consultarse las audioguías mediante la app de Museos Municipales, que incluye la voz de los artistas contemporáneos hablando de sus obras. 

 

“Hay aquí un prometedor ejercicio de lectura; de nuestra historia como país, de la historia de la ciudad, del arte en sí mismo, de los artistas”, dice Guillermo Ríos, secretario de Cultura y Educación municipal, y agrega: “Rosario cuenta con la colección de arte argentino más importante del país. La narración construida sobre esta colección connota también el sentir y actuar de una ciudad educadora. En este caso, valorando y atendiendo el imprescindible trabajo del arte”.

 

La muestra del Macro, en los ex silos Davis, curada por Appendino y Herrera, comienza con los acontecimientos políticos y sociales de 2001, con la caída de un gobierno y el estallido de una crisis que tiene hoy los mismo protagonistas de hace 17 años. Son años que la producción artística contemporánea lee como un fin de mundo y dan pie a nuevas expresiones poéticas. “’El fin del mundo comenzó en 2001 no responde a una cronología que intente mostrar una disposición a través de causas y consecuencias establecidas por las fechas de las obras, etapas de los artistas o agrupaciones temáticas y estilísticas. Mostramos un tiempo revuelto a través de la imagen de un clima de época. Esta sensación atmosférica se presenta desde la formación discursiva de un vaho climático a través de un recorte que ya no se ubica en ‘lo contemporáneo como aquello que carece de definición, sino que justamente, estableciendo un diálogo directo con las primeras líneas del catálogo inaugural del Macro, ubicamos en el ‘momento en que devino histórico”, escriben los curadores. Ese “devenir histórico” es acaso el ítem más discutido de esta gigantesca muestra que permite apreciar las discusiones políticas de un patrimonio único y rosarino.

Un viernes movido

 

La inauguración de la muestra, este viernes, se llevará a cabo en la sede Castagnino (Pellegrini 2202) a las 19 h con la presencia de autoridades, artistas y público, mientras que el cierre de la jornada se realizará en la sede Macro (Oroño y el río) con un brindis a las 22. En esta sede, de 21 a 22 el artista Bruno Grupalli realizará una performance en la que activará su obra en el piso 3.

Desde las 20 y hasta las 22:30 habrá transporte gratuito para trasladar a los visitantes de una sede a otra.

Las sedes abrirán sus puertas desde las 19 hasta las 23. La entrada es libre y gratuita.

 

Junto a la muestra el Museo cambia su horario (en ambas sedes) de martes a domingo de 11 a 19 (lunes cerrado excepto feriados). Una vez que la muestra quede inaugurada, se realizarán recorridos guiados y gratuitos de martes a domingo a las 17. Asimismo, mientras dure la muestra (hasta septiembre), podrán consultarse las audioguías mediante la app de Museos Municipales, que incluye la voz de los artistas contemporáneos hablando de sus obras y material producido por el equipo de educación del Museo.