La irrupción de la pandemia de coronavirus interrumpió las clases en todo el país y llevó a la implementación de un inédito proceso de educación a distancia en el que la conectividad a internet y la disponibilidad de computadoras pasó a ser la clave para garantizar la continuidad del aprendizaje, lo que derivó en una profundización de las desigualdades al no contar muchos hogares con estos elementos tecnológicos.

El 15 de marzo pasado se decidió la suspensión de las clases en todos los niveles educativos, en principio hasta el 31 de ese mes, pero la rápida propagación del virus Sars-Cov-2 hizo que esa medida se extendiera en el tiempo y que desde el Gobierno nacional se buscaran mecanismos para garantizar la continuidad de los aprendizajes para más de 11 millones y medio de alumnos.

Así, en abril comenzaron a editarse los cuadernillos "Seguimos Educando" junto con horas de radio y televisión para familias sin acceso a internet ni dispositivos, mientras los docentes intentaban familiarizarse con plataformas educativas digitales que jamás habían utilizado.

Un estudio del Centro de Implementación de Políticas Públicas para el Crecimiento (Cippec) destacó que solo el 37,46% de los hogares de estratos socio económicos bajos poseía internet frente a un 99,49% de los niveles más altos y solo el 28% en primaria y el 54% en secundaria de hogares de bajos recursos tenía computadoras. El mismo estudio encontró que todas las provincias implementaron contenidos pedagógicos digitales.

El 45% amplió la infraestructura digital de sus estudiantes, más del 60% de las jurisdicciones impulsó políticas de capacitación docente y todas las provincias reforzaron el apoyo alimentario en los comedores escolares.

En este contexto, el 2 de julio pasado se comenzó a andar un camino que permitiera el retorno seguro a las escuelas con la elaboración de un protocolo marco de parte de todos los ministros de educación del país, que lo deberían ajustar a las realidades de sus jurisdicciones.

En agosto, escuelas de algunas jurisdicciones comenzaron a tener clases presenciales y algunas tuvieron que dar marcha atrás, mientras el Ministerio de Educación difundía una Encuesta de Evaluación sobre la continuidad pedagógica en la que afirmaba que un 10% de los alumnos de todo el país, aproximadamente 1.100.000 alumnos, habían tenido nulo o bajo contacto con su docente.

En septiembre todos los ministros avanzaron en un retorno sostenido a clases con un "semáforo educativo" que permitiera ordenar la vuelta a las aulas según la situación epidemiológica en cada distrito.

Pero la Ciudad de Buenos Aires presentó su propio proyecto al argumentar que era imposible alcanzar una meta de nula o baja contagiosidad en las grandes urbes, por lo que se generó una discrepancia con la Nación que no autorizó la vuelta a clases en un distrito que en ese mes presentaba unos 1.500 casos diarios.

En esa polémica, el ministro de Educación argumentaba que tenía listas 6.500 computadoras para entregar a los niños con nulo contacto con la escuela, lo que fue rechazado por la Ciudad que insistió en dar clase en patios, plazas y parques.

Con vistas a un retorno masivo a las aulas en 2021, a través de la reorganización de los contenidos pedagógicos que no pudieron darse este año, el ministro de Educación Nicolás Trotta dijo que las clases se iniciarán, según la jurisdicción, entre la tercera semana de febrero y la tercera de marzo, aunque la mayoría arrancará el primero de marzo.

El ministro sostuvo que el regreso a las aulas estará facilitado por la vacunación de los docentes, aunque advirtió que "la disposición no está atada a eso".

"Lo que más se puede destacar del tiempo transcurrido en pandemia son dos aspectos: por un lado, el enorme compromiso de la comunidad educativa con los docentes a la cabeza. En una Argentina profundamente desigual lograron la continuidad educativa, nadie aprende en la casa lo mismo que se aprende en la escuela", dijo Trotta.

Por su parte, el escritor e investigador en temas educativos, EmilioTenti Fanfani, aseguró que afrontar el dilema de restaurar la escuela prepandemia o rediseñarla de acuerdo a criterios humanistas o mercantiles será el principal desafío de la educación una vez que se supere la suspensión de clases presenciales por el coronavirus".

En tanto, Melina Furman, especialista en educación e investigadora del Conicet, aseguró que "si hay algo para rescatar, de este momento tan duro, es que como sociedad nos dimos más cuenta que nunca del valor de la escuela presencial, de la necesidad de que los chicos estén en las aulas".

"La presencialidad ayuda a que todos los chicos puedan estar durante al menos unas horas por día protegidos y con el foco puesto en el aprendizaje, y es un espacio esencial de contención emocional", destacó.