Pasada la primera quincena de enero, el sector turístico observa una ligera mejora en comparación con las expectativas de diciembre de 2024, aunque los números siguen siendo inferiores a los promedios históricos. La situación refleja el impacto de las medidas económicas en el bolsillo de las familias argentinas, lo que ha transformado significativamente la forma en que se planifican las vacaciones este verano.

El cambio más notorio se encuentra en la actitud de los veraneantes: muchos de ellos han optado por recortar sus planes vacacionales, acortando la duración de las estancias y eligiendo destinos más cercanos y económicos. Así, mientras que las tradicionales vacaciones de quince días han dado paso a escapadas de cinco días o menos, las familias ahora priorizan promociones y facilidades de pago para sostener su descanso. De hecho, el 50% de las familias argentinas descartó irse de vacaciones este verano debido a las dificultades económicas, como la apreciación cambiaria, la pérdida de poder adquisitivo y la incertidumbre laboral.

Además, la subida de precios en productos de la canasta veraniega, con aumentos de hasta un 200% en artículos como repelentes de insectos y cremas hidratantes, ha hecho que las familias realicen un ajuste exhaustivo en sus gastos, aprovechando descuentos y financiación. Según datos de la consultora Focus Market citados por El Destape Web, casi un millón de pesos fueron necesarios para adquirir lo básico para las vacaciones, y la financiación se ha vuelto una herramienta clave para el 56% de los turistas, especialmente en los sectores más bajos.

Este panorama también se refleja en los destinos turísticos. Aunque algunos lugares de la Costa Atlántica, como Mar de las Pampas y Cariló, lograron ocupar el 90% de su capacidad hotelera, otros destinos como Mar del Plata y Villa Gesell apenas alcanzaron el 65-70% al cierre de la primera quincena. La tendencia es clara: las familias de sectores medios y bajos están ajustando sus vacaciones a un formato más corto y accesible, mientras que las clases altas siguen optando por destinos más exclusivos, aunque también con una ocupación menor que en años anteriores.

El cambio de actitud de los turistas, más enfocados en la cercanía, la economía y la flexibilidad, responde no solo a los precios elevados, sino también a la incertidumbre económica generalizada, lo que ha hecho que las vacaciones se vean cada vez más como un privilegio para pocos. A medida que avanza la temporada, el sector turístico se mantiene expectante ante el impacto de estas nuevas dinámicas, que podrían marcar un antes y un después en la forma en que los argentinos disfrutan de su tiempo libre.