Esto recién empieza
“Durante nueve años lo anulé para poder seguir adelante. Tenía 16 años, era una nena”, dice Thelma Fardín, más empoderada que nunca, en un demoledor video que con la fuerza de un cross a la mandíbula deja al descubierto el lado siniestro y repugnante de los “machos” de la televisión argentina y pone a Juan Darthés en su lugar, de una vez por todas.
El hecho ocurrió en Nicaragua en el año 2009, cuando Thelma y Juan Darthés compartían una gira de la serie infanto juvenil Patito Feo. Ella recién comenzaba a dar sus primeros pasos en el mundo del espectáculo y él ya contaba con un extenso pergamino en la televisión. Una figurita repetida que no hacía más que perpetuarse gracias a su curiosa fama de “galán seductor”.
A grandes rasgos, una de los puntos más destacados de la ficción radicaba en la enemistad entre dos grupos de pibas en edad escolar: las “Divinas” y las “Populares”. Una división que lo único que hacía era reforzar la idea de que las mujeres somos envidiosas y competidoras per se (¡Y desde muy chiquitas!). Como una característica inherente a cualquier persona que naciera con ovarios. Algo que la sociedad termina replicando como una verdad absoluta sin ningún cuestionamiento, hasta hoy.
Asimismo, lo que sucedió este martes en la televisión argentina surge como una paradoja. Es que se trató, ni más ni menos, de una demostración de fuerza que nace de la unión entre mujeres sororas. Entre mujeres que no se miran de reojo, que no se miden, que no envidian, que no compiten, que no se agreden. Entre mujeres que lo único que tienen para ofrecer es amor y empatía como herramienta de lucha contra el patriarcado en su estado más brutal y violento. ¡Y al final eso también garpa!
Si la sororidad atraviesa y enlaza cuerpos, cómo no va a animarse a desentramar la perversidad que cabe en la caja boba. Es que ya no existen intocables. Ya no hay machitos. Ya no hay vergüenza. Ya no hay miedo. Porque cuando las mujeres se juntan y se empoderan, son capaces de derribar hasta la más absolutísima verdad verdadera fabricada y sostenida por la industria televisiva. Esa que creíste durante años y repetiste hasta el hartazgo. Y lo más importante: esto recién empieza.