El "trabajo hormiga" de las militantes rosarinas en la lucha por el aborto legal
Silvia Augsburger, Viviana Della Siega, Mabel Gabarra y Lucrecia Aranda son algunas de las referentes feministas históricas por los derechos sexuales y reproductivos. A su manera, recordaron la organización y militancia de las últimas décadas que llevaron a este día histórico en el Congreso de la Nación
La lucha por el aborto legal, seguro y gratuito en Argentina es producto de la constancia de mujeres que decidieron desobedecer el mandato de maternidad obligatoria. No nació de un repollo verde y tampoco violeta. Cuando los hashtag todavía no existían, antes de la marea verde y del glitter, hubo quienes se atrevieron a pelear y organizarse “por el derecho a decidir” sobre sus cuerpos.
Rosario tiene un lugar crucial en la historia de la lucha en nuestro país. Fue en el Encuentro Nacional de Mujeres de 2003, que tuvo lugar en la ciudad, que se convocó el primer taller de “Estrategias por el derecho al aborto”. En los pasillos de planta baja de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNR comenzó a gestarse y a organizarse lo que en 2005 se llamaría la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
También fue en la marcha de cierre de ese Encuentro donde se comenzaron a utilizar los pañuelos verdes gestionados por Católicas por el Derecho a Decidir. “Había tres pañuelos, con tres inscripciones distintas. Eran de tafeta barata, cortados así nomás, que se deshilachaban todos. Uno decía Educación Sexual, otro Derecho a Decidir y el último algo de los anticonceptivos. ¿Derecho a decidir qué? Pese a que estábamos en esa lucha, no terminábamos de decirlo ni nosotras”, contó a Rosarioplus.com Lucrecia Aranda, ex diputada y militante histórica de la provincia de Santa Fe.
De eso sí se habla
A mediados de 2005, varias organizaciones que se encontraban nucleadas en “Mujeres Autoconvocadas Rosario” (MAR) se reunieron para recorrer los barrios difundiendo información, repartiendo cintas verdes y folletos y coordinando acciones para que finalmente su autonomía sexual y reproductiva llegue a la agenda pública.
Silvia Augsburger, Viviana Della Siega, Mabel Gabarra y Lucrecia Aranda son sólo algunas de las referentes feministas locales que participaron en MAR y realizaron “un trabajo hormiga”, como la llaman ellas, para que hoy la marea verde sea incontenible y el aborto esté a un paso de ser ley en Argentina. En diálogo con este medio recrearon esos días de militancia invisible, y muchas veces solitaria, que sentaron la base del presente.
“En ese espacio trabajábamos fundamentalmente para garantizar lo que en ese momento llamábamos aborto no punible y por supuesto acciones a favor de la legalización”, comentó por su parte Silva Augsburguer, otra de las pioneras por el aborto legal y ex diputada nacional.
Por aquel entonces los encuentros no tenían sede. Podían darse en un bar, la peatonal San Martín, la Plaza Montenegro o los espacios partidarios que facilitaban las organizaciones. “Éramos muy pocas. Bien activas éramos unas diez mujeres”, detalló.
Viviana Della Siega, comunicadora social, también recuerda esos días con nostalgia. “Me acuerdo de una acción que hicimos, nos pusimos túnicas verdes y repartimos volantes. Habremos sido diez, doce. Juntábamos firmas para que nos apoyaran”, rememoró.
“Las mesitas informativas nos permitían hablar del tema, parábamos a la gente y les pedíamos la firma. Eso nos daba la posibilidad de diálogo, había gente que contestaba barbaridades, otra que se escandalizaba, pero muchos hablaban. Buscábamos llamar la atención y estar en lugares visibles para dar el debate”, manifestó en ese sentido Aranda.
A su vez, narra que pese a conocerse del movimiento de mujeres, muchas se sorprendían del apoyo de quienes provenían de la política y la gestión pública. “Fijate que tabú que era. Ni siquiera entre nosotras era obvio”, explicó.
Por su parte, Mabel Gabarra, otra de las grandes referentes feministas locales, calificó esos días como de “mucha militancia”. “Poner el cuerpo todos los días, a veces en condiciones de soledad o de poca aceptación de los temas que planteábamos. Hicimos muchas cosas en esta ciudad y llevamos adelante una excelente articulación con las áreas mujer de la Municipalidad de Rosario, y con el Concejo Municipal”, enumeró.
“Creo que fue una época dura para nuestras reivindicaciones, pero de construcción de lazos humanos importantes, éramos pocas, pero generamos en muchos casos militancias compartidas y amistades entrañables”, destacó.
Todas coinciden en una actividad de Mujeres Autoconvocadas de Rosario como uno de los puntos de inflexión. Contactaron a legisladores provinciales para saber su posición sobre al aborto y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Si bien no todos respondieron a sus encuestas, lograron inmiscuirse en la agenda política de aquellos tiempos.
La lucha fue ardua y en el camino hubo que dar debates incluso dentro de los propios movimientos. Della Siega recuerda puntualmente lo que costó que los tradicionales organismos de Derechos Humanos levantaran sus banderas. “Ellos hablaban de violencia institucional, policial. Y nosotras siempre llevábamos el tema del aborto”, contó.
“Me acuerdo la primera vez que invitamos a una Madre de Plaza de Mayo a acompañarnos en una actividad. Empezamos a hacer esa interlocución. Hoy tanto Madres, Abuelas, Hijos e Hijas nos apoyan”, reafirmó con orgullo.
El desafío en ese entonces, lejos del Congreso de la Nación y con más deseos que posibilidades, era instalar el tema en la sociedad argentina. “Creo que hemos hecho docencia todos estos años. No sé la cantidad de lugares a los que hemos ido a dar charlas, paneles, medios de comunicación”, señaló Della Siega a este medio.
Aranda resumió: “Lo que hemos hecho durante estos quince años es argumentar, escuchar, hablar, develar, poner sobre la mesa y todo eso se fue acumulando”.
La marea verde
Para que una ola pueda formarse, primero el viento debe soplar sobre el mar. La marea verde y la masificación del movimiento feminista necesitó primero del empuje de muchas precursoras. “Las luchas tienen historias, tienen escalones que se van acumulando. Es importante reconocer a las que estuvieron antes, incluso en situaciones mucho más difíciles”, resaltó Della Siega.
Augsburguer sostuvo que el mayor logro de estos últimos veinte años ha sido el incremento de la conciencia social. “Ese fue de algún modo el trabajo de hormiga que hicimos desde la Campaña Nacional. Históricamente los sectores anti derechos tenían como estrategia no hablar del tema, levantaban el teléfono e impedían que esto se discutiera en la academia, en los sectores públicos, en los medios de comunicación o el Congreso”, aseveró.
Para ella, “la marea verde nos da la certeza absoluta de que el proyecto va a ser ley y que además de algún modo esta revolución recién empezó”. Y agrega: “Esto no termina con la legalización del aborto, la revolución de las hijas van por mucho más. Se sumaron al pañuelo verde pero sus demandas son de autonomía, de libertad, de relaciones sexoafectivas más igualitarias, el rechazo a cualquier tipo de violencia sexista en cualquiera de los ámbitos. Incorporaron rápidamente la histórica agenda de los feminismos”.
Gabarra cree que ellas fueron algunas de las tantas encargadas de comenzar a abrir puertas. “Las puertas de la esperanza en que la lucha por una sociedad más justa, más libre, más democrática, más igualitaria, es necesaria y debe continuar. En algún momento el patriarcado va a caer porque ya empezamos a limarles sus sostenes. Falta mucho, pero avanzamos”.
“A partir de 2016, con el Ni Una Menos y el ENM realizado en Rosario la marea verde empezó a crecer con la presencia multitudinaria de jóvenes, ¡y eso nos aseguró que algo habíamos hecho bien!”, se alegró.
Aranda, por su parte, destaca el haber podido hablar de abuso sexual, violencia de género, educación sexual y discriminación hacia las mujeres en general. “Todo está relacionado con este estallido del Ni Una Menos y la marea verde”, consideró. “En los movimientos sociales durante mucho tiempo se acumulan luchas, parece que no pasa demasiado, hasta que pasa. El 3 de junio de 2015 el femicidio de Chiara Páez provocó que la sociedad dijera basta. ¿Qué pasó desde el caso de Alicia Muñiz hasta ahora? La militancia”, concluyó.
Este jueves, mientras “las pioneras” siguen el debate en la plaza San Martín y aprietan fuerte el puño una vez más, como desde hace décadas. Las pibas de pañuelo verde en la mochila copan las facultades, lugares de trabajo, espacios de militancia, redes sociales y también las calles. Todas juntas se encuentran con la mirada en el Congreso de la Nación Argentina, entrelazando deseos y luchas y construyendo la memoria feminista colectiva.
Legalización y después: la lucha continúa
Sin embargo, si de algo saben las pioneras es de luchas. Todas coinciden en que la legalización, en caso de aprobarse en el Senado, será el primer paso y un nuevo punto de partida.
“Queremos que rápidamente el Senado lo debata y que se apruebe. A partir de allí para el 2021 ya estamos pensando en colaborar en la reglamentación de la ley y trabajar fuertemente para que el acceso a este derecho se garantice hasta en el último rincón del país”, respondió con contundencia Augsburguer.
Sin embargo, es realista sobre el asunto: “Va a costar. Hay leyes como la ESI que se aprobaron en 2006 y todavía no es un derecho que podamos garantizar para todas y todos los niños”.
En esa línea, Della Siega apunta contra la objeción de conciencia. “Vamos a tener que seguir peleando para la capacitación del personal de salud, para que se cumpla la ley y no se utilice la objeción de conciencia para oponerse”.
Pese a esto, se muestra optimista: “Cuando vos transformás lo legítimo del acceso al aborto al plano legal, va ir cambiando la cultura y la mentalidad”.
Rosario fue testigo del inicio de la organización por el aborto legal y acompañó durante todos estos años a un movimiento federal, que pese a las distintas edades, trayectorias, partidos políticos y características de cada una de sus integrantes se mantuvo “en campaña” para que finalmente sea ley.