Esta semana se cumplen diez años de la sanción de la ley de matrimonio igualitario, la cual marcó el inicio de la ampliación de derechos en Argentina. José Luis Navarro (64) y Miguel Calefato (76) son los nombres de la pareja que estrenó la ley en la Argentina a sólo 15 días de haber sido sancionada y por eso el próximo 30 de julio celebrarán los 10 años de aquel "sí, quiero" que habían esperado 26 años pronunciar.

"Recuerdo que nos quedamos hasta tarde viendo el debate y como no pasaba nada nos dormimos, pero a la mañana siguiente Miguel me despertó muy temprano para avisarme que se había sancionado y ahí nomás me fui al Registro Civil", contó Navarro a Télam desde la ciudad santiagueña de Frías donde viven desde hace 16 años.

En la oficina de esta localidad de 40 mil habitantes lo recibió el jefe, que le dijo que "no tenía ningún problema en dar el turno, pero todavía no tenía instrucciones" sobre cómo proceder.

"Entonces le pedí que me guarde el turno para el viernes 30 y me derivó con una empleada para completar la planilla que recuerdo que me preguntó '¿cuál es el nombre de su esposa?', a lo que yo le contesté 'no hay esposa'", contó este arquitecto cordobés.

"¡Ah, si no hay esposa no hay casamiento!", le respondió la oficinista que hoy José recuerda con gratitud porque "no hizo ninguna cara extraña" cuando él le explicó que lo que había era un esposo: "¡Ah bueno, pongo el nombre del esposo, entonces!", le replicó, rápida de reflejos.

Como los 15 días alcanzaron para incorporar las nuevas instrucciones y cumplir con los diferentes trámites, el turno que quedó fijado para las 9 de la mañana del 30 de julio de 2010.


"Cuando se entera el corresponsal del diario de la provincia, sacó en tapa la nota la nota que nos hizo y la empezaron a levantar en todo el país: ahí empieza lo que los medios llamaron 'la carrera por el primer lugar' porque en Buenos Aires la pareja de Vanelli y Larrese, que tenían turno para dentro de un mes, lograron que se lo adelanten para el mismo día que nosotros", contó.

Pero a Miguel, un administrativo jubilado nacido en La Boca que cultiva el bajo perfil, no le gustó nada la enorme expectativa mediática generada y le advirtió a su futuro marido que "no quería circo".

"El director del registro que me dijo que no podía prohibir la entrada a los medios pero nos propuso ir dos horas antes, a las 7, para casarnos apenas abre la oficina así que 7.15 nos estábamos casando los cuatro solitos, con los dos testigos y el juez", rememoró.

Tras la ceremonia, los recién casados, sus testigos y un puñado de amigos que les habían unido, se fueron a desayunar sin contratiempos a un bar porque nadie los esperaba en la puerta.

"Recuerdo que la señal TN decía que se estaba preparando todo para la primera boda gay y un abogado de aquí les avisó que en Frías ya se habían casado los primeros y me llamaron para una nota: yo salía en directo contando esto mientras seguían las imágenes de los preparativos en Buenos Aires", contó.

Pero el revuelo mediático que habían evitado con éxito adelantando la boda, se produjo finalmente al llegar a su casa.

"Me sorprendió muchísimo porque nunca me imaginé que íbamos a tener esa repercusión y todavía lo estoy asumiendo, porque soy de perfil bajo", acotó Miguel.

Entre las cosas "insólitas" que sobrevinieron después, se cuentan "los regalos que nos hizo llegar la gente de Frías" y la llamada del embajador de México en Buenos Aires, "para avisarnos que el gobierno mexicano nos regalaba una semana de estadía en el DF y una semana en Cancún" para promocionar la recién creada secretaría de promoción del turismo LGBT+.

"Como todo en la vida lo hacemos cuando queremos y porque queremos; saqué turno, me dieron para tal día y lo tomamos: no teníamos ninguna necesidad de especular con ser los primeros, ¿para qué si vivíamos en un pueblo? Para nosotros era importante casarnos porque permite la protección civil de la pareja", dijo.

Miguel aporta que "yo no lo hice para vestirme de gala o cortar la torta" ni por motivos románticos o religiosos, sino para "tener la tranquilidad de que si me llego a morir, nadie le va a poder pegar una patada a José y le quedará mi pensión".

"A nosotros nos endilgaron que no habíamos estado en el Congreso y no merecíamos ser los primeros, pero la lucha en para conseguir derechos, tiene muchos caminos y ninguno es excluyente de otro. Nosotros hacemos mucho por la causa desde otro lugar: tenemos infinidad de amigos que nos adoran y nos respetan y ese camino social, de crear vínculos para que nos conozcan y vean que no somos un bicho raro, es muy importante", agregó José.

La historia de amor se remonta a 1984, cuando se encontraron por casualidad vacacionando en Mar del Plata y ambos estaban en pareja: José con una mujer y Miguel con otro hombre.

"Coincidimos en la inauguración de un boliche gay del que no recordamos el nombre y el tinte romántico fue que yo subía una escalera y Miguel bajaba cuando nos miramos por primera vez y nunca más nos separamos: de eso pasaron 36 años", contó.