El 2019 fue un año histórico para el fútbol femenino de la Argentina: por el Mundial de Francia, la medalla de plata en los Juegos Panamericanos y principalmente por la semi-profesionalización del campeonato de AFA, con Macarena Sánchez como símbolo de la lucha por la equidad de género.

En el Mundial, al que el seleccionado femenino pudo clasificar después de doce años de ausencias (no estuvo en los torneos de 2011 y 2015), Argentina no alcanzó los octavos de final pero igualmente quedará en los archivos, ya que por primera vez logró sumar puntos y convertir goles, y tuvo visibilización.

La Selección de mujeres había llegado a Francia 2019 con mucho esfuerzo, después de un período de dos años -entre 2015 y 2017- en el que no tuvieron entrenador ni participaron en competencias de ningún tipo. No les daban viáticos ni ropa para entrenar y muchas veces tenían que dormir en micros a la hora de ir a jugar un amistoso lejos de Buenos Aires porque no había para el hotel.

La gran remontada ante Escocia en el último partido del grupo mundialista resultó una muestra perfecta de orgullo propio y de dejar todo por la camiseta, lo que hizo que una multitud fuera a recibir al plantel femenino en su arribo al Aeropuerto de Ezeiza.


A diez días de la finalización del Mundial, estallaron las internas en la Selección y el disparador fue el cierre de la lista para los Juegos Panamericanos de Lima, Perú, ya que el entrenador Carlos Borrello dejó afuera a la capitana Estefanía Banini, Ruth Bravo, Lorena Benítez y Belén Potassa. A ellas se sumaron más referentes como Florencia Bonsegundo y Soledad Jaimes.

"Se habló con todo el equipo que viajó al Mundial ya que pensamos que ellos (Borrello y su cuerpo técnico) no están a la altura de lo que pretendemos. Queremos personas capacitadas con experiencia suficiente para aprender de ellos y no que nos digan 'nos defendemos porque no me quiero comer 11 de nuevo' al salir a jugar", explicó Banini, una de las figuras argentinas del Mundial, en ese momento.

A pesar del conflicto, la AFA sostuvo a Borrello y el DT llevó a Lima una mezcla de futbolistas jóvenes y otras de más experiencia. "Es un proceso nuevo que se llama recambio", se justificó el técnico. En los Panamericanos, Argentina perdió la final por penales con Colombia y se quedó con la medalla de plata en los Juegos, algo que nunca había obtenido.


Hasta Lima 2019, lo más cerca del podio que habían estado las argentinas fue en la edición de Santo Domingo 2003, cuando terminaron cuartas luego de perder contra México en el partido por la medalla de bronce.

Por su parte, Macarena Sánchez encabezó una lucha que revolucionó el fútbol femenino del país a nivel clubes. A la delantera la echaron de la UAI Urquiza en enero de este año y le inició acciones legales al club y a la Asociación de Fútbol Argentino, reclamando su derecho a ser reconocida como trabajadora. Su caso explotó en las redes y a nivel mediático. "El fútbol será feminista, disidente y profesional", su lema en la lucha.

En marzo, Claudio "Chiqui" Tapia -presidente de la AFA- y Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA) firmaron un acuerdo que consistió en la suscripción de ocho contratos en cada uno de los 16 clubes que componen la Liga de Primera División: la AFA ayudaría a los clubes con 120.000 pesos mensuales para cumplir con el pago de los salarios de las jugadores profesionalizadas (los contratos equivalían a uno de un jugador de Primera C masculina).

La primera futbolista en firmar contrato fue Maca Sánchez, en San Lorenzo. En septiembre arrancó la liga, con televisación y una difusión cada vez mayor, aunque prácticamente sin equipos de las provincias, un objetivo a cumplir para lograr un torneo Federal.

Falta mucho, pero 2019 será recordado como el año en el que el fútbol femenino comenzó a ganar derechos.