Tarjetas colapsadas, otro duro golpe al consumo
Por octavo mes consecutivo cayeron las ventas en los comercios minoristas. La imposibilidad de usar las tarjetas de crédito por los altos niveles de endeudamiento acentúa la retracción, según el relevamiento de CAME. El “pago mínimo”, un recurso riesgoso
La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came) detalló días atrás que en agosto las ventas cayeron un 7,4% respecto del mismo mes del año pasado, lo que arroja un acumulado de ocho meses de retracción. La recesión, la alta inflación y la pérdida de poder adquisitivo de la mayoría de los trabajadores aparecen entre los principales factores que explican la curva descendente. El nuevo informe, sin embargo, detalla otra variable negativa: el endeudamiento de las tarjetas de créditos.
"En agosto se sintió fuerte la pérdida de poder adquisitivo de las familias, y los altos niveles de endeudamiento que limitaron las posibilidades de consumo con tarjeta en cuotas sin interés. Si bien el mercado continuó ofreciendo esa modalidad de pago, hubo más rechazos de operaciones que otros meses, o divisiones de compras entre más de un plástico. Pero aun así los niveles de transacciones fueron bajos", señalaron desde Came.
“Es un dato no menor. Vemos que esta situación empieza a generalizarse con el correr de los meses. La saturación de las tarjetas impacta de lleno en la merma de las ventas”, le explicó a Rosarioplus.com Ricardo Diab, presidente de la Asociación Empresaria de Rosario (AER).
A su juicio, hoy se vislumbra con fuerza una “bola de nieve” que empezó a rodar con el cambio de gobierno, cuando los asalariados “fusilaron” las tarjetas de créditos ante la latente devaluación. “Hubo una avalancha de compras en 12 o 24 cuotas. En los primeros meses del año las tarjetas se siguieron usando, pero ahora los límites empiezan a estar saturados porque el poder adquisitivo decayó considerablemente.”, reflexionó Diab.
La ecuación es simple: la escalada de precios y la demora de las paritarias terminaron por comprometer la capacidad de pago de los consumidores. Los cálculos a futuro fallaron (la inflación se disparó respecto a los salarios), por lo que compromisos que parecían sencillos de cumplir ahora asfixian.
“Hay quienes lograron ampliar los montos para seguír consumiendo, pero muchos han dejado de comprar”, agregó el dirigente de AER, quien concluyó: “Así como el plan “Ahora 12” le dio un gran respiro al consumo, la saturación en los resúmenes está resquebrajando las facilidades de pago aún vigente. El panorama es complicado”.
Nuevos comportamientos con el plástico
Según el registro de los principales bancos, los titulares de tarjetas mostraron en el primer semestre del año una preferencia por las compras al contado, al revés de lo ocurrido en 2014 y 2015.
Los pagos en cuotas pasaron de crecer un 58% en 2015 a sólo el 38% anual en el primer semestre del 2016. Las transacciones que son al contado, en cambio, se mantuvieron en una marca estable cercana al 40%.
En el país hay 35 millones de tarjetas de créditos. El volumen total de financiamiento mediante plásticos superará este año los 115.000 millones de pesos. La mitad de este mercado está representado por VISA, la compañía que es propiedad de los bancos locales.
Una consecuencia directa de la incapacidad de afrontar los compromisos financieros asumidos es el crecimiento del uso del “pago mínimo”, un recurso que los titulares de tarjeta de crédito pueden utilizar para evitar afrontar plenamente sus pagos. Se trata de la la cantidad más pequeña requerida por los bancos para mantener el crédito vigente para no reportar morosidad.
Este año, la adecuación de las tasas de interés impulsó una fuerte suba de los costos de financiación de los plásticos para quienes eligen pagar en forma parcial. Un informe de la consultora Deloitte indica que si bien la mayor parte de las entidades bancarias cobran una tasa del 55% anual, ese número termina derivando en una tasa de entre 70% y 80%.
Los consumidores esperan las bancos acaten cuanto antes el último fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que, tras rechazar un planteo del Banco Itaú, estableció que al deudor de saldos en tarjetas de crédito no se le puede cobrar un interés que supere en un 25% a las tasas aplicadas a préstamos personales.