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Ya pasaron más de 15 meses desde la asunción de Mauricio Macri como presidente de la Argentina, y como ocurre siempre, la evolución de las variables económicas suele utilizarse como el principal indicador para evaluar la acción del gobierno.

La gran mayoría de los “datos económicos” se construyen mediante la comparación de lo que ocurrió en un mes con lo que ocurrió en el mismo mes del año anterior. Esto se llama comparación interanual y, entre otras cosas, permite evitar problemas de estacionalidad. Si uno analiza la evolución de la venta de útiles escolares, por ejemplo, deberá comparar marzo de un año contra marzo del año anterior. Comparar marzo con enero, no tendría ningún sentido.

El Indec publicó esta semana dos indicadores muy importantes. El estimador mensual industrial, que mide la evolución de las actividades industriales, y los indicadores de coyuntura de la actividad de la construcción, que hacen lo propio con esta actividad económica.

El primero, señala que la actividad industrial en febrero de 2017 fue un 6% más baja que en febrero de 2016. El segundo, que la actividad de la construcción fue un 3,4% más baja en el mismo período.

En el caso de la industria, la textil (-22,5%), los lácteos (-16,4%), molienda de cereales y oleaginosas (13,7%), neumáticos (-18,5%), el vidrio (-16,6%) y los automotores (-18,6%) son las actividades que peor evolucionaron.

En el caso de la construcción, el incipiente impulso de la obra pública que duplicó la demanda de asfalto entre febreros, no alcanzó a revertir la caída del resto de las actividades. La caída en el consumo de artículos sanitarios (-21,7%), de ladrillos huecos (-14,3%), de pisos y revestimientos (-9%) y de otros artículos entre los que se incluyen vidrios para construcción y tubos sin costura (-19,7%), reflejan la fuerte caída en esta actividad.

Hay muchos indicadores más sobre la situación de la economía, algunos elaborados por el propio Indec y otros por diferentes cámaras empresariales. Todos coinciden en el signo y en la dimensión de la caída de la actividad económica entre febrero de 2016 y febrero de 2017: ventas minoristas en comercios (-4,1%), en supermercados (-12%), en centros comerciales (-16%), la producción de hierro (-11%) y acero (-10%).

Las enormes transferencias que se hicieron desde los sectores de trabajadores formales e informales (que en ambos casos exhibieron un incremento de remuneraciones por debajo de las tasas de inflación de 2016) hacia los sectores concentrados de la economía (devaluación, quita de retenciones, condonaciones de deuda, intereses financieros por los distintos tipos de deuda contraída por el Estado), achicaron el tamaño del mercado interno argentino.

En un contexto histórico donde los mercados tienden a cerrarse para sostener sus actividades productivas (Trump en Estados Unidos y el Brexit en el Reino Unido), nuestro país tomó el sendero opuesto y a la reducción de la capacidad de compra de nuestro propio mercado, le incorporó una letal apertura importadora. Con un mercado más chico y con bienes entrando libremente del exterior, la idea de un empresario realizando inversiones productivas cae en el terreno de la fantasía.

Lo cierto es que en febrero de 2017 la evolución de la economía fue negativa respecto de febrero de 2016. En aquel momento, ya gobernaba la Alianza Cambiemos. Hoy estamos peor que un año atrás.