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“Sabemos cómo ganar elecciones”, le confesó hace poco el Jefe de Gabinete Marcos Peña a un dirigente santafesino de Cambiemos preocupado por el armado provincial de cara a 2019. Es cierto, y por ahora el gobierno parece sólido en su pericia para desviar la atención de los problemas centrales y realmente graves en los que puso al país. Parece un gordo que sabe vestirse de negro para disimular la panza, o acomodarse en las fotos para ofrecer siempre su mejor perfil. Como esas mujeres que siempre le sacan un buen rendimiento al maquillaje. Pero ninguna de esas artes termina por ocultar totalmente lo que se es, la esencia misma.

Los cuadernos “providenciales” del chofer Centeno, esos que escribió detalladamente gracias a la “virgen” según Lilita Carrió; le sirvieron al gobierno para sacar un pie fuera del fango en el que se vio envuelto por el escándalo de los aportantes truchos a la campaña de Cambiemos en provincia de Buenos Aires y también en otros distritos del país.

Ahí donde la solidez de las pruebas es evidente como pocas veces ocurre, la causa se quedó sin su fiscal y virtualmente paralizada. Del otro lado, con unas cuantas fotocopias, un juez diligente para estos casos y un “arrepentido”, se ordenaron decenas de allanamientos y se detuvo a 15 personas con un estruendo mediático pocas veces visto. Es más, una de la beneficiarias de esos miles de “aportantes” truchos fue la diputada Graciela Ocaña que estuvo 40 días en silencio y ahora es de las que más se expone para explicar los problemas legales del gobierno anterior.

Mientras tanto la actividad industrial cayó a niveles que sólo se dieron tras el estallido del 2001 y la destrucción de puestos de trabajo se aceleró durante los primeros meses de este año. Es tan profunda la caída de la actividad económica que ya no interesan las importaciones de los distintos rubros. “No hay mercado, así que no importa qué mercaderías ingreses porque total no hay nadie para comprarlas”, repiten los comerciantes.

Este gobierno vino supuestamente a “solucionar” dos problemas que desvelaban a los argentinos y que, por eso mismo, pedían un “cambio”. Uno era la inflación, una batalla que Mauricio Macri viene perdiendo por goleada; y la otra era la corrupción política. En ese punto el presidente pudo sortear su aparición en los Panamá Papers y también el rol de los más de 260 funcionarios que siguen perteneciendo a distintas empresas en una clara y manifiesta incompatibilidad. Pero eran asuntos más “difusos” para la comprensión de la gente en general que muchas veces disculpa a los millonarios por estas “desprolijidades”. Pero los aportantes truchos fueron otra cosa, ahí hay testimonios directos de cómo se engañó deliberadamente a gente humilde para conseguir blanquear un dinero de dudoso origen.

De esta manera, Macri fracasó en el otro segundo supuesto gran objetivo de su gestión. El horizonte moral.

Cuando el derrumbe parecía seguro y otras causas empezaban a flaquear, aparecieron los famosos e inhallables cuadernos del chofer del ministerio de Planificación Federal. Por ahora un gran y provechoso estruendo para el gobierno. Pero aún si hubiera más y se llegara por primera vez a condenas efectivas, en algún momento se harán evidentes las verdaderas intenciones del gobierno de Cambiemos y sus resultados desastrosos para la gran mayoría de los argentinos. En algún momento la panza se notará bajo el pullover negro.