Siria frente al Apocalipsis
El ataque con armas químicas que provocó la muerte de decenas de civiles y el posterior bombardeo estadounidense contra instalaciones del régimen de Bashar al-Asad, pusieron a Siria en la antesala del infierno
Donald Trump responsabilizó al gobierno sirio por el ataque con armas químicas en la provincia de Idlib, controlada por rebeldes opositores, que dejó decenas de muertos. En consecuencia, ordenó un ataque directo con 59 misiles Tomahawk contra el aeropuerto desde el cual -se estima- partieron los aviones que bombardearon con químicos el pasado martes.
¿Quién tuvo la responsabilidad de arrojar armas químicas?
Un número aún no precisado -pero que se estima en decenas de personas- murieron tras el bombardeo aéreo con armas químicas en la localidad de Jan Sheijun, en la provincia de Idlib al noroeste del país. Pese a que el gobierno estadounidense y algunos de sus pares europeos determinaron que la acción fue causada por el régimen dictatorial de Bashar al-Asad, no está claro aún que se trate de su responsabilidad.
Dos organizaciones no gubernamentales (ONG's) con presencia en el territorio, una francesa y otra británica, señalan que no está claro quién perpetró el ataque. Ni siquiera están de acuerdo en el número de muertes, aunque se estiman entre 60 y 80, con más de 500 afectados.
Lo cierto es que el régimen gobernante no tiene buenos antecedentes porque se especula que en 2013 utilizó armas químicas para combatir a sus enemigos, asesinando alrededor de mil personas. El uso de ese tipo de armamento está expresamente prohibido desde que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptó la Convención sobre Armas Químicas, que prohibe su desarrollo, producción, almacenamiento y empleo. Se trata del primer acuerdo de desarme negociado en el seno de un marco multilateral que contiene disposiciones para la eliminación de una categoría completa de armas de destrucción masiva sujetas a fiscalización internacional de aplicación universal.
Hay dos agravantes. El primero es que el ataque se produjo días después de otro similar denunciado por Médicos Sin Fronteras en la provincia de Hama, que dejó al menos 50 heridos sin que se determinara el tipo de agente tóxico al que fueron expuestos. El segundo, es que desde el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), se dejó entrever que el ataque con armas químicas del martes podría haber sido perpetrado por aviones rusos.
Lo cierto que el régimen de al-Asad y el gobierno de Vladimir Putin son aliados estratégicos, dado que Rusia necesita a Siria para conservar los puertos en los que recala su flota del Mediterráneo, y Siria necesita a Rusia para terminar de doblegar al Estado Islámico (ISIS) y a los rebeldes opositores. Hasta el momento esa sociedad rindió sus frutos, dado que logró desalojar a ISIS de Alepo, la ciudad más importante del país. El desafío que se proponía como paso posterior era doblegar a los otros grupos armados que conforman la resistencia contra el gobierno para iniciar un proceso de paz en el cual el propio Bashar al-Asad cumpliera un rol protagónico.
Para el gobierno de los Estados Unidos y sus aliados europeos, una salida pacífica a la crisis siria con la participación del actual régimen gobernante resulta intolerable.
La ofensiva estadounidense
Quedará la duda acerca de si Trump obedeció a sus impulsos, tratándose de un hombre con perfil de empresario agresivo en sus tácticas, o si se trató de una acción diseñada desde el Pentágono, respondiendo a los intereses del complejo industrial-militar. Lo cierto es que, con éste bombardeo, el gobierno de los Estados Unidos emprendió la primera acción militar directa en territorio sirio desde que estalló el conflicto en 2011.
Dos buques de la marina localizados en el Mediterráneo Oriental dispararon un total de 59 misiles contra la base militar Shayrat del ejército sirio, donde la inteligencia estadounidense considera que el régimen de Al-Asad ocultaba un arsenal de armas químicas. Desde esa base habrían despegado los aviones sirios que llevaron a cabo el ataque químico. Los objetivos de la ofensiva eran hangares, radares y almacenes de municiones. En la base también había tropas sirias y rusas, según un comunicado del Pentágono, pero Rusia fue notificada del ataque con anterioridad. Hasta el momento se sabe de cuatro soldados sirios muertos.
La reacción del gobierno ruso consistió en la suspensión inmediata del memorándum para prevenir incidentes aéreos entre los Estados Unidos y Rusia en Siria, y solicitó una reunión del Concejo de Seguridad de la ONU. Vladimir Putin había pedido antes del bombardeo estadounidense una investigación “exhaustiva e imparcial” sobre el ataque con químicos. Horas antes del bombardeo, el gobierno ruso advirtió en la ONU que cualquier acción militar estadounidense tendría "graves consecuencias".
Preguntas incómodas y escenarios posibles
Entre las dudas que emanan del ataque estadounidense, cabe preguntarse si no supone esta acción un cambio sustancial al perfil que Donald Trump iba a darle a su política exterior. Esta actitud intervencionista y en primera persona, rompe abiertamente con la postura que llevó adelante el gobierno de Barack Obama, tendiente a apoyar a los rebeldes sirios pero sin involucrarse nunca de manera directa en el conflicto. Asimismo supondría un cambio radical del discurso de acercamiento a Rusia que Trump venía pregonando desde que era candidato.
También es importante reflexionar acerca de si este accionar es exclusivo de la voluntad de Trump u obedece a un imperativo procedente del complejo industrial-militar de los Estados Unidos, cuyo poder real excede y mucho al de cualquier presidente. Quizás se trate de una confluencia de voluntades tendientes a darle al país un perfil más proteccionista en lo comercial y más intervencionista en la política y la geoestrategia.
La pregunta o duda más importante que queda flotando en el aire, es si este bombardeo será un hecho aislado o presagia el involucramiento a largo plazo de los Estados Unidos en la crisis siria. En ese caso, cabe preguntarse si una Siria más fragmentada y quebrada en su infraestructura no sería una presa aún más fácil de los grupos fundamentalistas y terroristas desde el punto de vista del dominio territorial. En ese escenario, ISIS podría recuperar posiciones para revitalizar el sueño del Califato.
Una especulación que debe hacerse es hasta qué punto Trump no adoptó la decisión del bombardeo en momentos en que el líder chino Xi Xinping se encontraba de visita en los Estados Unidos y, más específicamente, en una de las propiedades del presidente. ¿Puede tratarse de un acto de intimidación tan básico? Hay que recordar que China no carece de protagonismo, dado que vetó junto a Rusia todos los intentos del Consejo de Seguridad de la ONU por imponer resoluciones sancionatorias al gobierno sirio por el uso de armas químicas en el pasado.
La relación con Rusia evidentemente presentará una tensión muy lejana a la relajación que se esperaba hasta hace poco tiempo entre las dos superpotencias militares. ¿Acaso Donald Trump querrá borrar de un plumazo las sospechas que recaen sobre él acerca de hackeos y apoyo ruso a su campaña para que alcanzara finalmente la presidencia?
Es de esperar que el conflicto no escale y no provoque un enfrentamiento entre los Estados Unidos y Rusia pues en ese caso no solamente Siria -sino todo el planeta- podría enfrentar el Apocalipsis.