Tres elecciones y un rumbo para Latinoamérica
Este año la región tendrá elecciones generales en tres países: Costa Rica, Colombia y Brasil. ¿Se confirmará la tendencia hacia el progresismo?
Las elecciones presidenciales que se realizaron en Latinoamérica durante 2021 parecen haber marcado una inclinación hacia opciones ideológicas de izquierda. Sin embargo, en los últimos años se afianzaría una tendencia a votar con una motivación fundada en el descontento en lugar de hacerlo sobre la base de convicciones políticas e ideológicas definidas. En otras palabras, pareciera que cada vez se vota más “en contra” que “a favor”.
Algunos estudios señalan que en la región es preocupante la creciente asociación entre “democracia” y “fracaso económico”. La merma en los precios de las materias primas, las dificultades económicas y los escándalos de corrupción se tradujeron en un aumento del malestar social con la dirigencia política que se manifestó mediante protestas y estallidos sociales como los ocurridos en Chile y Colombia. La pandemia de Covid-19 no hizo más que agudizarlo.
Ese inconformismo, malestar o enojo se traslada indefectiblemente a las urnas. En 11 de las 12 elecciones presidenciales latinoamericanas que se llevaron a cabo desde 2019, el voto fue por cambiar al gobierno. Es decir que, la frustración popular parece ser cada vez mayor y la tolerancia a los desatinos de la dirigencia política cada vez menor.
Cabe destacar que en estas consideraciones no se incluyen Cuba, Nicaragua y Venezuela cuyos regímenes políticos se encuentran -como mínimo- reñidos con los valores democráticos y republicanos.
El cuadro de descontento podría completarse este año con las tres elecciones presidenciales previstas en la región.
Costa Rica
Este 6 de febrero se inicia la agenda con las elecciones en Costa Rica, cuya importancia radica en qué se trata del país más próspero de Centroamérica y en la ratificación o no que pueda marcar respecto de los últimos triunfos progresistas en el plano regional. Hay más de 20 candidatos registrados, entre ellos varios conocidos, como el expresidente centrista José María Figueres (1994-1998), quien ostenta el primer lugar en los sondeos con el 18,7 por ciento de intención de voto, la exvicepresidenta conservadora Lineth Saborío (15 por ciento) o Fabricio Alvarado (17 por ciento), el líder evangélico de derecha que en 2018 perdió ante el actual mandatario, Carlos Alvarado.
En otro caso de descontento popular con los gobiernos de turno, Welmer Ramos, el candidato del Partido Acción Ciudadana del presidente Alvarado, tiene una magra intención de voto.
Se descuenta que habrá una segunda vuelta entre los dos candidatos o candidatas presidenciales más votados el 3 de abril.
Colombia
Las elecciones presidenciales colombianas se realizarán el 29 de mayo, más de dos meses después de las legislativas que se realizarán en marzo, y la segunda vuelta está prevista para el 19 de junio.
Con las protestas callejeras de 2021 como mar de fondo, varios desafíos económicos, y una dispersión política que se refleja en una oferta de 19 candidaturas presidenciales, la mayoría de las encuestas ponen al frente de las preferencias al progresista Gustavo Petro (25 por ciento de intención de voto), un economista, exguerrillero y exalcalde de Bogotá que fue derrotado en el balotaje de 2018 por el actual presidente, Iván Duque. El segundo lugar lo ocupa Rodolfo Hernández (13 por ciento), un empresario de 77 años devenido tardíamente en político y que fue alcalde de Bucaramanga desde 2016 hasta su renuncia en 2019. La intención de voto en blanco reúne hasta ahora un 18 por ciento, dato que hace pensar en un desenlace difícil de prever.
Un eventual triunfo de Petro marcaría algo inédito dado que sería la primera vez que un candidato de izquierda sería elegido presidente de Colombia.
La derecha, liderada por el expresidente Álvaro Uribe luce desgastada tras el gobierno de Duque y tal vez Petro tenga que competir con Hernández o con un candidato de centro como el exalcalde de Medellín, Sergio Fajardo, el economista Alejandro Gaviria, o el exsenador Juan Manuel Galán.
En definitiva, el escenario político aparece fragmentado y los resultados prácticamente imprevisibles. Si bien actualmente no hay una marcada polarización entre la izquierda y la derecha del espectro ideológico, es posible que esa polarización se produzca más tarde, cuando las voluntades deban reunirse en torno a las dos opciones que accederán a un seguro balotaje.
Brasil
A diferencia de Colombia, Brasil parece encaminarse hacia una polarización voraz entre el actual presidente de extrema derecha, Jair Bolsonaro, y el expresidente progresista Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), cuyas condenas por corrupción fueron anuladas debido a vicios procesales.
Desde que recuperó la libertad, Lula aparece como favorito en las encuestas para las presidenciales con una intención de voto que actualmente supera el 40 por ciento y en algunos sondeos llega hasta los 45 puntos. Por el contrario, Bolsonaro mantiene un núcleo duro de apoyos que oscila entre el 25 y el 30 por ciento, y está claro que su única posibilidad de aspirar a la reelección es polarizando y “recalentando” al máximo el escenario político.
Es por eso que en el gigante sudamericano resulta improbable que pase a segunda vuelta un tercero en discordia como el exjuez Sergio Moro o el excandidato de centroizquierda Ciro Gomes.
Las duras críticas a Bolsonaro por su respuesta a la pandemia de Covid-19 y el débil desempeño económico del país, contribuyeron a que Lula se convirtiera en claro favorito para las elecciones del 2 de octubre y también para un eventual balotaje previsto para el 30 de octubre.
Sin embargo, existe la sensación de que se votará entre dos opciones ya conocidas, hasta desgastadas, y carentes de un impulso esperanzador y novedoso capaz de convertirse en agente de cambio. Posiblemente ese sea el mayor desafío de un eventual tercer gobierno de Lula: convertirse en mucho más que un mero “control de daños” tras el período de Bolsonaro.
¿Cuál será el rumbo regional?
Una victoria de Petro en Colombia y de Lula en Brasil le daría un nuevo impulso a la izquierda Latinoamericana, pero no solamente por el indiscutible peso relativo de esos países. Entre 2020 y 2021 candidatos de izquierda ganaron en la mayoría de las elecciones celebradas en la región: Luis Arce en Bolivia, Pedro Castillo en Perú, Xiomara Castro en Honduras y Gabriel Boric en Chile.
Sin embargo y, contrariamente a quienes anuncian una nueva "marea rosa" regional, en referencia a la que hubo en la primera década del siglo con la elección de varios gobiernos de izquierda que lograban consolidarse y ser reelectos, este hipotético nuevo escenario progresista muestra diferentes tendencias, distintos modos de proceder y -aunque eso está por verse- una mayor necesidad de demostrar poder de gestión sin tanta diatriba ideologicista.
Más allá de las ideologías, el gran desafío para los gobernantes latinoamericanos es demostrar que es a través de la política y de los valores democráticos y republicanos que se puede cumplir con las demandas sociales de mejores servicios públicos, mayor seguridad social, y mayor equidad. No será fácil con un crecimiento económico previsto para este año en el 3 por ciento según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), con presión inflacionaria, aumento de la deuda pública y con la incertidumbre que supone el fenómeno de la pandemia y las variantes del virus.
Las protestas pueden volver a adueñarse de las calles en cualquier momento, sin importar si el gobierno es de izquierda o de derecha. Después de todo, Latinoamérica sigue siendo la región más desigual del mundo.