El saldo de las elecciones de medio término en los Estados Unidos ofrece diversas interpretaciones. Lo que no puede negarse, es que el magnate alteró el Sistema Político del país del norte.

Las elecciones de medio término, en las que Donald Trump asumió un rol central sometiendo su presidencia a una suerte de plebiscito de la gestión, tuvieron como resultado el cambio de mayoría en la Cámara de Representantes, que estará dominada por el Partido Demócrata, el fortalecimiento del oficialismo en el Senado, y un reparto bastante equitativo de las gobernaciones que estaban en disputa.

Mientras muchos celebraban lo que a todas luces es una limitación al poder presidencial, Trump también celebraba a través de Twitter lo que consideró una excelente elección. Una vez más, el empresario acierta. Quienes se apresuran a ver un eventual ocaso del mandatario tras la ligera derrota sufrida en la Cámara de Representantes, se están dejando guiar más por sus anhelos que por la realidad.

Entre los fenómenos que pueden mencionarse como saldo de las elecciones, debe destacarse que  Trump se afirmó en el poder, que la participación electoral en los Estados Unidos aumentó notoriamente junto con la polarización, que las mujeres aumentaron su presencia en todos los niveles de gobierno como nunca antes y que el futuro político del país sigue siendo difícil de desentrañar, aunque pueden preverse algunas líneas de desarrollo.

 

Trump

 

Con sus modos agresivos y sus frecuentes cambios de humor, por momentos misógino, despectivo con los extranjeros y las minorías, Donald Trump constituye un fenómeno más complejo para analizar que lo que se pensaba.

La derrota oficialista en la Cámara de Representantes supone una limitación a su poder, es cierto, porque deberá negociar cualquier ley que necesite con el opositor Partido Demócrata. Sin embargo, si se la compara con las derrotas que sufrieron Bill Clinton o Barack Obama en las elecciones de medio término de sus primeros mandatos, la de Trump, fue una derrota suave y previsible. La cultura política estadounidense tiende a marcar un aval al presidente cuando se lo elige y a limitarlo en las elecciones intermedias. Las encuestas preveían una derrota oficialista en la Cámara de Representantes y esas previsiones se cumplieron, pero fue una derrota ligera, llevadera.

El presidente se afirmó en su poder en dos sentidos. El primero es porque hizo campaña  frenéticamente junto a todos sus candidatos, incluidos aquellos que se encaminaban hacia una derrota segura. De ese modo, Trump se aseguró que el día después de las elecciones nadie pudiera reprocharle falta de compromiso. Así, aspira a mantener a los republicanos abroquelados en torno a su figura. Más aun, muchos de los derrotados le deben su gratitud y lealtad por haberlos acompañado incluso en causas perdidas. El segundo sentido en el que afianzó su poder el presidente es mediante la victoria en el Senado. Trump necesitaba mayoría en la Cámara Alta con tres fines específicos: bloquear cualquier intento de impeachment o juicio político proveniente de la nueva mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, poder nombrar jueces y poder nombrar altos cargos militares. Para todo eso, es indispensable contar con una mayoría de senadores afines.

Tan afirmado quedó el poder del mandatario tras la contienda del martes pasado que lo primero que hizo fue despedir al Fiscal General, Jeff Sessions, por avalar las investigaciones del denominado Russia Gate, el escándalo por la intervención rusa en la campaña presidencial de 2016 que perjudicó a Hillary Clinton en beneficio de Donald Trump. Casi sin respiro, el magnate se peleó públicamente con un periodista de la cadena de noticias CNN al que hizo expulsar como corresponsal en la Casa Blanca, y ofreció a los demócratas negociar con ellos pero los compelió a que no se les ocurra investigarlo, porque eso supondría una declaración de guerra. Esas tres demostraciones de poder se sucedieron en menos de 48 horas.

 

La democracia

 

Puede caerse fácilmente en la tentación de suponer que Donald Trump, sus políticas y sus cuestionables formas, debilitan la democracia estadounidense. Pero también puede especularse con que su irrupción en la política provocó en los últimos tres años un sacudimiento en el Sistema Político que despertó a los estadounidenses, tanto a quienes lo apoyan como a quienes se oponen.

La participación de votantes en las dos últimas elecciones aumentó como nunca antes. Hasta en las elecciones de medio término del martes pasado el aumento fue considerable respecto de las intermedias de 2014. Se registró un 11 por ciento más de asistencia a las urnas en un país que por lo general tendía a la apatía.

Trump despierta amores y odios siempre peligrosos, como las divisiones étnicas, las de género, las diferencias entre nacionales y extranjeros, entre las culturas urbana y rural, pero hay que reconocer que sacó del letargo político a muchas personas que antes no participaban en el principal proceso de toma de decisiones de la democracia que son las elecciones.

La controvertida personalidad de Trump, exige un ejercicio de comprensión y tolerancia en todo el arco político y en la ciudadanía, dado que -al menos desde lo formal- el presidente rompió con muchos de los esquemas preconcebidos que hacían de la principal figura política del país una especie de ser inhumano. Trump hace y dice cosas que molestan e incomodan. Todo el tiempo.

Por otra parte, aunque a modo de reacción hacia su controvertida persona, Trump le proporcionó a las mujeres y a su participación activa en la vida política del país, un vehículo para el crecimiento. Como nunca antes, las mujeres se han convertido en protagonistas de la política estadounidense.

 

Las mujeres

 

Las cifras respaldan este aumento de la participación de las mujeres antes mencionado. Una de cada cuatro bancas en el Congreso será ocupada por una mujer. En la Cámara Baja habrá 95 legisladoras sobre un total de 435. En la Cámara Alta habrá 12 senadoras sobre un total de 100. Y habrá 9 gobernadoras sobre un total de 50.

La neoyorkina Alexandria Ocasio-Cortez fue elegida a sus 29 años como la congresista más joven de la historia del país. Hace un año trabajaba de camarera en el sur de Manhattan para ganarse la vida, al tiempo que pedía el voto puerta a puerta. Por primera vez, dos musulmanas van a ocupar sendos escaños. Se trata de RashidaTlaib (Michigan), de origen palestino e Ilhan Omar (Minnesota), nacida en Somalia. Ambas son críticas con la política de Trump hacia Palestina.

Verónica Escobar y Sylvia García son las dos primeras hispanas elegidas por el conservador estado de Texas para la Cámara de Representantes. En Kansas, Sharice Davids, se convirtió en la primera indígena estadounidense en llegar al congreso.

Además, la Cámara Baja estará conducida nuevamente por Nancy Pelosi, estratega del Partido Demócrata y principal responsable de haber recuperado el dominio en ese espacio legislativo.

Todas ellas son representantes de una nueva forma de hacer política.

 

El futuro

 

Escurridizo e incierto, el futuro de la política estadounidense -siempre con impacto global- permite avizorar algunas certezas. Ante el desafío de 2020, Trump se encuentra fuerte y bien situado como para aspirar a la reelección. Su forma de ser puede ser su principal ventaja o desventaja, de acuerdo a cómo impacte en el electorado.

Por otra parte, la creciente participación de las mujeres en la vida política comenzará a definir una tendencia hacia 2020. Está por verse si la tendencia aumentará, se detendrá o disminuirá. Lo que es previsible es que hay una marcada tendencia del voto de ellas hacia el Partido Demócrata. Algunos estudios indican que 6 de cada 10 mujeres votan a candidatos de ese partido. No sería de extrañar entonces, que sea justamente una mujer quien se transforme en la pesadilla de Donald Trump.

Por último, los venturosos indicadores económicos estadounidenses que muestran un virtual pleno empleo, aumentos de salarios y récord de ganancias en casi todos los rubros, tienen también su contracara. El recalentamiento de la economía ya ha sido advertido y la baja de impuestos implementada por Trump está provocando un déficit fiscal fenomenal que, agregado a una deuda externa exorbitante, permiten predecir una crisis. Nadie discute si esa crisis estallará o no sino cuándo lo hará.

Es posible que la economía y las mujeres se conviertan finalmente en los verdugos de Donald Trump.