El presidente surcoreano Moon Jae-in visitó a su vecino del norte, Kim Jong-un la semana pasada. El encuentro resultó ser uno de los más productivos de los últimos tiempos. Moon y Kim ascendieron juntos al monte Paektu, un lugar sagrado para los coreanos de ambos lados del paralelo 38. Se trató de un acontecimiento simbólico, que representa una vuelta de página en la historia de ambos países que, pese al fin de las hostilidades en 1953, técnicamente aún se encuentra en guerra. También tuvo un notorio peso simbólico el discurso de Moon ante unos 10 mil norcoreanos durante un importante evento deportivo. Es primer líder surcoreano en hacer algo semejante.

Buena nueva

Kim sorprendió al asegurar que está dispuesto a cerrar la instalación de pruebas balísticas y nucleares de Yongbyon si obtiene algún beneficio a cambio por parte del gobierno de los Estados Unidos. Existen especulaciones respecto del cierre de esas instalaciones, que señalan que su vida útil habría llegado de cualquier modo a su fin, y que Kim sólo apunta a obtener algún rédito antes de la clausura.

Otro paso que dio Kim fue el anuncio de que las instalaciones balísticas de Tongchang-ri serán cerradas definitivamente en presencia de observadores internacionales.

Ante estos hechos, el gobierno de los Estados Unidos comenzó a ver por primera vez con claridad la posible desnuclearización de Corea del Norte de aquí a 2021, independientemente de la foto para la tribuna que oportunamente se tomaron Donald Trump y Kim Jong-un.

Recuérdese que desde la histórica reunión celebrada en junio por ambos mandatarios, hubo poco progreso en torno a la desnuclearización y se criticó la ausencia de una hoja de ruta establecida para que un plan se llevara a la práctica.

La esperanza de alcanzar una paz duradera y sin armas nucleares reflota entonces de la mano del gobierno de Corea del Sur y del presidente Moon en particular.

La distensión alcanzó un nivel tal que, en pos del avance hacia una eventual unificación de las dos coreas -que cada vez es mejor vista en el norte- Kim aceptó visitar próximamente Seúl, la capital surcoreana.

Lo cierto es que la opinión pública global conoce y, hasta cierto punto, se ha acostumbrado a las sorpresas de Kim, pero tiene pocas referencias respecto del verdadero artífice de la distensión con el régimen norcoreano. 

¿Quién es Moon?

Hijo de refugiados de Corea del Norte, Moon Jae-in fue encarcelado mientras era estudiante en la década de 1970 por dirigir protestas contra el gobierno militar de Park Chung-hee, padre de Park Geun-hye, la presidenta conservadora que lo precedió en el cargo y que debió abandonarlo el año pasado acusada de corrupción.

Moon sirvió en las fuerzas especiales de Corea del Sur antes de convertirse en abogado especializado en Derechos Humanos. Se desempeñó como asistente principal del presidente liberal Roh Moo-hyun, quien se suicidó en 2009 después de dejar el cargo en medio de acusaciones de sobornos. 

Miembro del Partido Demócrata, de extracción de centro-izquierda, Moon compitió contra Park Geun-hye en las elecciones de 2012, en las que fue derrotado. Tras el proceso de destitución de  Park, se impuso en las elecciones del año pasado ofreciendo a la opinión pública la imagen del político que podía hacer que el país saliera adelante después de los escándalos de la administración anterior.

Respecto a la política exterior y, más específicamente en lo que se refiere a la conflictiva relación con Norcorea, Moon retomó desde el inicio de su mandato la denominada Política del sol, originalmente aplicada durante el gobierno de Roh Moo-hyun durante la década pasada, y que  implica cooperar y mantener más contacto político con el vecino del norte. Lamentablemente, había sido abandonada debido a las pruebas de armas nucleares ejecutadas por Corea del Norte. El gobierno de la expresidenta Park cortó casi todos los lazos con el país vecino, profundizando las tensiones y la desconfianza.

Desde que llegó al poder, Moon aumentó el contacto y el diálogo en contraste con las duras sanciones que se le impusieron a Norcorea durante los últimos 10 años. Producto de esa política, comenzó la distensión no solamente entre los dos países, sino también con los Estados Unidos.

Desnuclearización

La noticia más relevante, la que tiene verdadero impacto global, es la posible desnuclearización de la Penísnula de Corea, que a partir de ahora puede ser vislumbrada como una posibilidad real, lo cual constituiría un mensaje de paz en un momento en el cual la conflictividad global -aunque en pequeñas dosis- es alta. 

Moon expresó publicamente que Kim acordó cerrar uno de los principales sitios de prueba y lanzamiento de misiles de Corea del Norte, y que ambos acordaron una forma de lograr la desnuclearización. 

Las dos Coreas también planean unir sus ferrocarriles, permitir reuniones para familias separadas y cooperar en la atención médica. El deporte volvió a aparecer como un factor de unión: los dos países buscarán coorganizar los Juegos Olímpicos de Verano de 2032.

En el ámbito militar, el ministro de Defensa de Corea del Sur y el jefe del ejército norcoreano firmaron un acuerdo con el fin de reducir aún más las tensiones militares. 

Los acuerdos fueron firmados durante la visita de tres días que Moon hizo a Pyongyang. Si bien este fue el primer viaje realizado a la capital de Corea del Norte en una década por un líder del Sur, se trató de la tercera reunión de Moon con Kim desde su histórica cumbre en abril.

Un futuro promisorio

La mayoría de los observadores advierten que, hasta ahora, el gobierno de Corea del Norte no ha adoptado medidas significativas para poner fin a su controvertido programa de armas nucleares.

Mientras que el gobierno estadounidense apunta a que la desnuclearización se produzca primero para luego aliviar sus sanciones, Corea del Norte aspira a un proceso paso a paso, en el que cada concesión realizada conduzca a una flexibilización gradual del régimen de sanciones.

Ante este punto muerto, Estados Unidos suspendió el mes pasado un viaje del Secretario de Estado Mike Pompeo a Corea del Norte, argumentando la falta de progreso. Sin embargo, Trump expresó recientemente que él y Kim demostrarían que todos estaban equivocados después de recibir una invitación del líder norcoreano para una segunda reunión cumbre. Ambas partes sostienen que están trabajando para que el encuentro se produzca.

Este progreso entre ambas Coreas puede interpretarse entonces como un mensaje tendiente a distender el vínculo con los Estados Unidos y con la comunidad internacional en general. En ese sentido, no solamente los habitantes de ambos países tendrán motivos para celebrar, sino todas aquellas personas del mundo que aman la paz y que entienden -como lo comprendió Moon- que solamente desde el diálogo puede abordarse sensatamente el conflicto.