Vidrios rotos
La postal de los científicos argentinos protestando por los recortes presupuestarios en el área, no tiene partido político pero sí ideología. La consigna para apoyarlos dice: “No importa a quien votaste, vení a apoyar a la ciencia”. Es contundente. Ahora sí Lino Barañao –que lo mandaron a espiar y se quedó al frente del ministerio de Ciencia y Técnica- se dio cuenta de que no hay ciencia sin política y por eso amenaza con irse si no aparecen los fondos. La historia es clara: En los 90 el ex ministro Domingo Cavallo los mandó a lavar los platos y miles de cerebros se fugaron al extranjero. A partir de 2003 empezaron a regresar entusiasmados con un proyecto que los incluía junto a sus conocimientos y sus sueños. Que el santafesino Oscar “Cachi” Martínez sea uno de los directores de Arsat, también es una postal de esta época.
No hay desarrollo sin inversión en ciencia y técnica como así tampoco hay una economía sana sin mercado interno. Lo dijo esta semana el ministro de la producción provincial Luis Contigiani, que junto a Guillermo Moretti de Fisfe y UIA batallan mes a mes con los informes del Observatorio de Importaciones que dan números cada vez peores y muestran una realidad que increíblemente permanece fuera de la agenda central de la política argentina.
Los funcionarios y dirigentes que sí se ocupan de estos temas hablan en susurros, destacando los efectos pero casi sin mencionar las causas. La producción industrial cae, las ventas se desploman y los puestos de trabajo se siguen destruyendo. Pero parece producto de alguna catástrofe apocalíptica o de una tragedia que nos tocó atravesar. Un poco se entiende: Las encuestas dicen que más del 50 por ciento de los argentinos creen que el año que viene será mejor, les irá mejor. Ergo, aún tienen confianza en este gobierno y nadie quiere asomar demasiado la cabeza para ponerse en contra de lo que la gente dice y, aún peor, cree.
Pero las cosas ocurren, la realidad rueda. La gente se queda sin empleo y en el barrio está más duro que nunca parar la olla. Que no se quiera ver es otro asunto. En medio de la fiesta, no son muchos los que se atreven a señalar los vidrios rotos o el costo final de la celebración. Tampoco son multitud los que quieren escuchar.
Pero como dijo esta semana el diputado nacional Eduardo Seminara “hay que reclamar por los recortes en el presupuesto de ciencia y técnica, porque más temprano que tarde estaremos discutiendo por los recortes en el presupuesto universitario”. Sólo es cuestión de esperar.