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Jorge Galindez es un reconocido médico rosarino que hizo historia desde los años '80 junto con un reducido grupo de colegas por haber atendido a los primeros jóvenes infectados con el virus de inmunodeficiencia humana, conocido con las siglas HIV ó VIH. Sin mucho conocimiento sobre la infección, trataron a cientos de personas con la convicción de su vocación en la salud, exponiéndose al riesgo del contagio, y su libro “Ya no es tan grave” fue el registro de todo eso.

La frase que dio título a la obra no pierde vigencia. Jorge Galíndez contó en diálogo con Rosarioplus.com que “nadie los quería atender, y fue así durante mucho tiempo; los jóvenes se nos morían de a cientos, y niños también, cuando con el tiempo y la ciencia hoy un infectado puede tener una vida normal y corriente”.

Publicado por la editorial Laborde en 2005, el libro fue un éxito en ventas, se distribuyó a todos los clínicos e infectólogos del país y del mundo. Pasaron casi 15 años y Galíndez junto a su editor, el periodista José Dalonso, decidieron volver a publicarlo con más información, para llegar a más público y en otros idiomas. La presentación será el jueves 5 de septiembre en el Círculo Médico a las 19.

Sobre su decisión, Galíndez, master en Sida por la Universidad de Barcelona, relató: “Dijimos que es buen momento para reeditarlo, con material fotográfico e informativo nuevo en torno a actualizaciones médicas, ya que, a pesar de ser de lectura no académica y muy prosística con nuestras vivencias, se busca dar un ejemplo también para médicos que actualmente trabajen con  enfermedades de poco conocimiento y poca cura, para ayudarlos a pensar en cómo proceder cuando se está a ciegas de un protocolo, porque hoy ocurren esas vicisitudes ante cuadros sin precedentes”.

Además por estos días se realiza una edición en inglés para llegar a otros países, y la edición en formato digital para un fácil acceso. "Y hay un proyecto para que en la Facultad de Medicina de la UNR estudiantes extranjeros que busquen sumar puntos puedan traducirlo a sus idiomas también, y así llegar a más países", adelantó.

Los protagonistas de la "palmoterapia"

El doctor es el jefe de servicio de Clínica Médica en el Hospital Eva perón, donde comenzó todo el trabajo, que fue creciendo también en el Saenz Peña, el Centenario, el Carrasco, el Vilela y el Provincial. El comienzo fue de la mano del reconocido bioquímico Oscar Fay, entre unos pocos clínicos, infectólogos como Sergio Lupo, pediatras, un cirujano y un odontólogo. “Al dentista Santos Coppi lo llamábamos ‘el ángel de los dientes’, porque era el único que se arriesgaba a mirarles la boca por la alta exposición a contagiarse, y los atendía en la Facultad de Medicina de la UNR por la madrugada. Hoy está jubilado”, detalló sobre uno de los protagonistas de esta historia.

Es una crónica sobre el hecho histórico que la ciudad vivió cuando el retrovirus (un tipo de virus que se metamorfosea y por esa causa el sistema inmunológico no los reconoce y no los ataca) arribó y era desconocida, ningún médico los atendía por el desconocimiento y temor que les generaba. “Nuestro trabajo lo hacíamos sin dudarlo, era nuestro deber y vocación. Al llevarlos al hospital muchos se manifestaban en desacuerdo, y otros decían ‘bueno pero no digas que lo atendí porque mis pacientes no van a querer que los siga atendiendo”, recordó.

La vocación de la salud es un desafío que no siempre hay. “Lo llamábamos ‘palmoterapia’, por la palma al hombro. Era decirle “no puedo hacer nada para salvarte, pero acá estoy y te acompaño en este proceso. Se nos morían de a cientos de jóvenes. Venían de Europa a morir en su seno familiar. A veces en soledad porque la familia les daba la espalda. También se nos morían niños pequeños, hijos de madres que amamantaban y no sabían que tenían el retrovirus”.