Un colectivero se presentó a declarar por el crimen de los hermanos
Para desechar rumores que lo vincularon al doble homicidio de Agustina y Javier Ponisio, declaró un chofer de la línea 142 que conocía a la chica. Hermetismo total en el seno de la investigación
Un chofer de colectivos se presentó por su voluntad esta tarde en Tribunales para declarar en el marco de la investigación penal sobre los asesinatos de dos jóvenes hermanos en barrio Saladillo, ocurridos el viernes pasado. El muchacho, empleado en la línea 142, que una de las víctimas solía tomar, quiso así despegarse de rumores que lo señalaron como ex pareja de la chica ultimada, Agustina Ponisio. El colectivero declaró durante una hora y se marchó sin contratiempos. El fiscal Florentino Malaponte no pidió ninguna restricción de su libertad.
Paul Krupnik, abogado del hombre de 28 años, confirmó a Rosarioplus.com que su representado “se presentó por su propia cuenta a partir de algún rumor periodístico” que lo señalaba como posible homicida de Agustina y Javier Ponisio, los dos hermanos asesinados a balazos la semana pasada en su casa de Castro Barros al 5500.
Según contó Krupnik, el muchacho conocía a la joven asesinada porque “como chofer la levantaba todas las mañanas en la misma parada”, aunque recalcó que más allá de algún encuentro casual fuera del ámbito laboral, no tenían ningún tipo de relación.
El chofer de la 142 declaró por aproximadamente una hora ante el fiscal Malaponte y puso a disposición de la investigación una conversación vía Facebook que tiempo atrás tuvo con Agustina Ponisio. Luego, quedó en libertad.
Doble homicidio
El viernes pasado, alrededor de las 9.30, dos hermanos perdieron la vida en el barrio Saladillo, en una cuadra de viviendas señoriales y frondosa arboleda. La madre de Agustina y Javier, Mónica Pesce, los encontró sin vida al regresar desde el gimnasio y entrar al domicilio. La joven estaba en la cocina, ultimada de tres disparos. Tenía el uniforme del Grupo Oroño, puesto que ella trabajaba en el sector administrativo del Sanatorio de Niños. Su hermano quedó acribillado en el rellano de la escalera.
Algún testigo contó que para esas horas vieron salir de esa casa a un hombre que abordó un auto de color oscuro en la esquina y desapareció.