El Estado Islámico asumió la autoría de la masacre de la discoteca de Orlando, que finalizó con 50 personas muertas y 53 heridos. Barack Obama había deslizado más temprano la posibilidad de que el ataque fuera responsabilidad de un grupo terrorista.

"El ataque armado perpetrado contra un club nocturno de homosexuales en la ciudad de Orlando en el estado estadounidense de Florida (...) fue perpetrado por un combatiente del Estado Islámico", señaló la agencia de noticias Amaq, vinculada a los yihadistas, en un comunicado.  

El supuesto responsable del hecho, un ciudadano estadounidense de origen afgano identificado como Omar Mateen, que portaba un fusil de asalto y una pistola, se atrincheró con rehenes en la discoteca Pulse frecuentada por homosexuales, donde abrió fuego indiscriminadamente hasta que fue abatido por la Policía.

Según el canal NBC News, Mateen llamó poco antes de iniciar el tiroteo al teléfono de emergencias 911 y declaró su lealtad al Estado Islámico (EI).

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, calificó el ataque de "acto de terrorismo y odio".

Además, el agente especial del FBI, Ron Hopper, dijo que Mateen había sido objeto de dos investigaciones por parte de esa agencia de seguridad federal entre 2013 y 2014.

Según Hopper, el atacante fue investigado en 2013 por comentarios que hizo a favor del EI en las redes sociales, y en 2014 por la presunción de que quería cometer un ataque suicida, una sospecha que el FBI concluyó que se basaba en información "no concluyente".

Pese a la conmoción reinante en Estados Unidos, no es la primera vez que un presunto lobo solitario, como se conocen a los atacantes locales con objetivos políticos pero sin vinculación a ningún grupo o movimiento político, mata en territorio norteamericano inspirado en la lucha islamista del EI.

En diciembre pasado, el EI reivindicó como "seguidores" a la pareja de atacantes que masacró a 14 personas en un festejo de fin de año de una oficina pública en San Bernardino, en el sur de California.