Un teatro colmado, una mujer en el atril y un discurso conmovedor y contundente. Nicolás recuerda con lujo de detalles el día que marcó el inicio de su militancia política. Su mente se retrotrae a septiembre de 2003. Está sentado en el teatro El Círculo escuchando una potente voz femenina. Las palabras lo cautivan. El FMI y la deuda son los ejes principales de la disertación. Arriba del escenario, Cristina Fernández, la flamante primera dama, expone sus ideas. No tiene ningún papel en sus manos. Nicolás se siente interpelado. Entonces, decide involucrarse de lleno en una militancia que, hasta ese momento, era frágil e incipiente. "Ese fue el click, ese día abracé la política", sostiene este joven militante peronista.

Nicolás Del Mastro tiene 28 años. Es estudiante de abogacía. Cursa sus estudios en la Universidad Católica Argentina, donde se forma como profesional. Su adolescencia es sinónimo de calle. A los 16 años, aerosol en mano, pintó la leyenda "OK (Obeid/Kirchner)" en muchos paredones de la ciudad. El espíritu rebelde y combativo lo heredó de su familia, ligada al movimiento sindical. "Mamé el peronismo de chico por una cuestión familiar. Pero mi interés por la política surge después de la crisis del 2001. Y el empujón definitivo fue aquel discurso de Cristina. Fue maravilloso. Las lógicas anteriores del peronismo no me habían despertado nada. Soy parte de la mejor recreación del peronismo", señala orgulloso y convencido.      

Hoy, Nicolás camina esas misma calles pero con lema "Perotti/Scioli" bajo el brazo. Ya no escribe las paredes pero, más instruido y apasionado, milita por la candidatura a gobernador del ex intendente de Rafaela y por la postulación presidencial de quien desde hace 8 años conduce los destinos de la provincia de Buenos Aires.

-¿Qué diferencias hay entre un joven militante peronista, del PRO y del socialismo?

-Muchas. Con el PRO hay claras diferencias con la historia y con el contenido. Yo formo parte de una construcción política con una historia cargada de reivindicaciones, de derechos y de conquistas. Eso lo podemos decir tanto nosotros, los peronistas, como los socialistas y los radicales. Con sus aciertos y sus errores. Esta es una diferencia muy notoria y muy importante con el PRO. Yo considero que me puedo parar en una posición histórica frente a todos los temas y acomodar esa doctrina de ideas a las distintas coyunturas porque hay una base sólida detrás. Y con el socialismo nos diferenciamos, entre otras cosas, por las miradas: ellos tienen una visión netamente local porque la construcción política es local. Tanto en 2011 como ahora en 2015, el socialismo no se configuró con una alternativa clara de poder a nivel nacional. Su máximo y único logro es conducir esta provincia.

-Por lo que contás abrazaste la política a partir de la construcción de poder de Néstor y de Cristina. Sin embargo, en Santa Fe tu trayectoria como militante tiene muchos reveses electorales. ¿Cómo se explica esta paradoja?  

-Hay errores propios, sin dudas. Pero también creo que tiene que ver con las características de Santa Fe, que está constituida desde su origen como un polo centrífugo del poder central. Es una provincia que siempre ha buscado diferenciarse del poder central. Esto es histórico. Y sobran los ejemplos. El electorado santafesino no busca un delegado del poder central. Esto nos posiciona en una situación compleja. Asimismo, tenemos un peronismo parcelado y dividido. Hay una autocrítica y  mucho debate interno. Lo gratificante es que hoy el peronismo está dando pelea.  Es la primera vez que vamos a la cancha con un candidato único. El peronismo provincial y el gobierno nacional han entendido esto.

-¿Te sentís responsable como militante por el exponencial crecimiento del PRO en la provincia? 

-El PRO viene a ocupar un significante vacío, un espacio que habilitó la propia política. Un cansancio de los santafesinos por la falta de respuestas concretas de los principales partidos. Es un voto castigo y un llamado de atención por no estar a la altura de las circunstancias. No cuestiono la decisión de la gente, soy un defensor de la voluntad popular. Pero creo que Del Sel no está en condiciones de resolverle ningún problema a los santafesinos. Ahí estamos fallando todas las otras opciones electorales si los santafesinos ven en Del Sel esa capacidad.

-¿Qué es el PRO, una derecha moderna o el neoliberalismo de los 90?

-No lo sé porque no conocemos ninguna propuesta. Es una cáscara sin contenido. Ha utilizado personas del espectáculo, del deporte, de los medios de comunicación ante la falta de construcción, de dirigentes y de historia. Es legítimo, está claro. No puedo decir qué va a hacer el PRO si gana porque no nos dijeron lo que van a hacer. Hay una absoluta improvisación. No es lo mismo gobernar Capital Federal, la ciudad con mayor ingreso per cápita del país, que resolverle los problemas a los 3 millones de santafesinos. 

-¿Te asusta un gobierno liderado por Del Sel?

-Me da bronca y mucha impotencia. Y a decir verdad, a uno le quita el entusiasmo. Tengo 28 años y hace 10 años que milito y participo en política. Tal vez tenga que ser el contexto para asumir mayores responsabilidades. Ahora, de ocurrir esto, los peronistas de Santa Fe vamos a tener que reflexionar y mucho por el tiempo que perdimos para organizarnos en estos últimos 8 años.

  -¿Por qué Scioli y no Randazzo para continuar con el modelo kirchnerista?

-Porque creo que el gobernador de la provincia más importante del país tiene la mirada que necesitamos. El peronismo en estos últimos 12 años puso la vara muy alta. Hay cosas de las que no vamos volver atrás. Scioli es un tipo que hace 17 años está en política, que vino de fuera de la política y que se hizo en la política. No le podemos criticar que no se haya formado. Está a las claras el modelo de gestión que desarrolló. En términos comparativos veo mi provincia y veo la de Buenos  Aires. Allá han encarado y resuelto los problemas. Acá no.

-Muchos colegas tuyos reniegan y desconfían de Scioli

-Las discusiones políticas que se desarrollan en el interior de un partido son fenomenales. Tenemos que demostrar que estamos a la altura de las circunstancias. Si no nos organizamos se pone en riesgo la continuidad de políticas que son esenciales para muchos argentinos. Hay que entender eso. De todas formas, el peronismo es profundamente vertical. La decisión de la conducción va a ser respetada por todos los compañeros. Para eso están las PASO, para una discusión abierta y democrática.