A 27 años de la partida de Kurt Cobain, el poeta del dolor y la furia
Un repaso a la vida y final del músico que con su banda, Nirvana, revolucionó el rock de los '90. La carta que le dejó a su pareja y a su hija.
El 5 de abril de 1994, Kurt Cobain eligió quitarse la vida. Lo encontró tres días después del suicidio un electricista que trabajaba en su casa, pese a que era buscado por decenas de personas.
Kurt Donald Cobain, líder de la banda Nirvana, de niño fue feliz. Nació un 20 de febrero de 1967 en la ciudad estadounidense de Aberdeen, Washington y dicen que le gustaba ser el centro de atención en las reuniones familiares.
A sus 8 años, sus padres se divorciaron. Hijo de un mecanico y una ama de casa, nadie hubiera imaginado que la separación de su familia, para él lo cambiaría todo. En conversaciones con la revista Rolling Stones, Kurt Cobain había asumido que aquella separación le arruinó la vida.
“Cambió completamente”, afirmó Wendy O’Connor. “Creo que le daba vergüenza. Y se volvió muy introvertido, se guardaba todo. Se volvió muy tímido. Fue devastador para él. Creo que sigue sufriendo”.
Desde entonces, la vida de Kurt Cobain estaría marcada por el dolor y la furia, dos atributos que se reconocen con facilidad en sus canciones y en la que su público se vio reflejado aunque él nunca quiso ser vocero de nadie.
Su adolescencia tampoco fue buena. No tuvo un hogar estable, ya que fue alternando entre vivir con su papá y su mamá. Cuando su madre lo echó de su casa por haber abandonado la secundaria sin tener trabajo, Cobain dormía en casa de sus amigos, y hasta llegó a vivir debajo de un puente en su ciudad natal.
Mientras tanto, en 1979 y en 1984 se suicidarían dos tíos abuelos de Cobain, antecedentes que marcarían el comienzo de una tragedia personal que sumaría la muerte del propio Kurt.
Huella musical
Cobain le expresó a Rolling Stone en 1992: “Todas las drogas son una pérdida de tiempo. Te destruyen la memoria y el respeto por vos mismo, y todo lo que tenga que ver con tu autoestima. No sirven para nada”.
Nirvana acababa de lanzar Nevermind” (1991), disco emblemático del “grunge” que cambiaría la historia de la música y marcaría el camino para cientos de artistas en la década del 90.
Pero Cobain para entonces sufría una serie de afecciones físicas y psicológicas.
Casado con Courtney Love y padre de Frances Bean Cobain, quién nació en agosto de 1992, el famoso cantante no estaba bien de salud.
Desde chico tenía bronquitis crónica y escoliosis leve. Con el transcurso de los años, apareció un difícil dolor estomacal que nunca fue diagnosticado y que quizás influyó en que Cobain se volcara a la heroína. Hacia el final de sus días, muchos hablaban de un diagnóstico de depresión.
Para comienzos de 1994, su situación era más que delicada. Durante una pausa de una gira de Nirvana por Europa, Kurt Cobain decidió permanecer allí y a comienzos de marzo tuvo su primer intento de suicidio.
En un hotel de Roma, Italia, ingirió unas 50 pastillas de Rohypnol. Se trata de un tranquilizante que estaba prohibido en Estados Unidos. Para muchos de su entorno, esto había sido un accidente y no un intento de suicidio.
De vuelta en Estados Unidos, tanto Cobain como Love decidieron realizar sendos tratamientos de rehabilitación para sus adicciones.
El líder de Nirvana ingresó en el Exodus Recovery Center de California el 30 de marzo, pero para fines del 1° de abril ya se había escapado.
Antes de que pudieran encontrarlo, se había tomado un vuelo de vuelta a Seattle. Fue entonces cuando comenzó un largo e intenso proceso de búsqueda.
Todo su grupo familiar y de amigos, era consciente de lo que estaba transitando Cobain en su vida. Fue buscado por todos ellos incluyendo policías e investigadores privados contratados por su esposa.
Lo encontraron el 8 de abril en un invernadero que había sobre el garaje de su casa. El equipo forense determinó que había fallecido el 5 de abril producto de un disparo en su cabeza.
En su sangre se encontró heroína y Valium. Kurt Cobain había dejado una nota de suicidio y también su billetera visible para que se lo pudiera reconocer. Así es como fue identificado por sus huellas digitales.
La última carta
"Para Boddah:
Hablo con la lengua de un estúpido con gran experiencia que preferiría ser un charlatán infantil castrado. Esta nota debería ser muy fácil de entender.
Todo lo que me enseñaron en los cursos de punk rock a lo largo del tiempo, desde mi primer contacto con la, digamos, ética de la independencia y la vinculación con mi entorno ha resultado cierto. Ya hace demasiado tiempo que no me emociono ni al escuchar ni al crear música, ni tampoco escribiéndola. Me siento culpable por estas palabras.
Por ejemplo, cuando se apagan las luces antes del concierto y se oyen los gritos del público, a mí no me afectan tal como afectaban a Freddy Mercury , a quien parecía encantarle que el público le amase y adorase. Lo admiro y envidio muchísimo. El hecho es que no puedo engañarte, ni a ti ni a nadie. Simplemente, no sería justo ni para tí ni para mí. Fingir que estoy divirtiéndome al 100% sería el peor crimen que me pudiese imaginar. A veces tengo la sensación de que tendría que fichar mi horario antes de subir al escenario. Lo he intentado todo para que eso no ocurriese. (Y sigo intentándolo, Dios, cree en mi, pero no es suficiente). Soy consciente de que yo, nosotros, hemos influído y gustado a mucha gente. Debo ser uno de aquellos narcisistas que sólo aprecian las cosas cuando ya han ocurrido. Soy demasiado sensible. Necesito estar un poco anestesiado para recuperar el entusiasmo que tenía cuando era un niño.
En nuestras tres últimas giras he apreciado mucho más a todo la gente que he conocido personalmente que son fans nuestros, pero a pesar de ello no puedo superar la frustración, la culpa y la hipersensibilidad hacia la ellos. Hay bien en todos nosotros y pienso que simplemente amo demasiado a la gente, tanto, que eso me hace sentir jodidamente triste. El típico Piscis triste, sensible, insatisfecho, ¡Dios mío! ¿Por qué no puedo disfrutar? ¡No lo sé!
Tengo una esposa divina que suda ambición y empatía, y una hija que me recuerda mucho como había sido yo de pequeño, llena de amor y alegría, y besa a cada persona que conoce porque el mundo es bueno y cree que no le harán daño. Y eso me asusta tanto que casi no puedo funcionar. No soporto la idea de que Frances se convierta en una rockera siniestra, miserable y autodestructiva como en lo que me he convertido yo.
Lo tengo todo, todo, y estoy agradecido, pero desde los siete años odio a los humanos, en general. Sólo porque hacen parecer fácil que la gente pueda relacionarse y comprenderse a través de la empatía. Sólo porque amo y me compadezco demasiado de la gente.
Gracias a todos desde mi pozo en llamas, desde lo más profundo de mi estómago nauseabundo, por sus cartas y su interés durante los últimos años. Soy una criatura voluble y lunática. Se me ha acabado la pasión, y recordad que es mejor quemarse que apagarse.
Paz, amor, empatía.
Kurt Cobain.
Frances y Courtney, estaré con ustedes. Por favor, sigue adelante, Courtney, por Frances. Por su vida, que será mucho más feliz sin mi.
LAS AMO. LAS AMO.