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El golpe al bolsillo no requiere de encuestas o índices para hacerse sentir, pero igualmente este aumento desproporcionado de los precios se confirma con las mediciones de consultoras privadas que mostraron que en abril la inflación fue del 7 por ciento, la peor desde 2002.

Así, la meta de ubicar la inflación a fin de año en el 25 por ciento, como anunció el ministro de Hacienda Alfonso Prat Gay, es al menos improbable. Según las mediciones privadas hechas a partir de un relevamiento de precios minoristas, la inflación se ubicó entre el 6,8 y el 7,2 por ciento en el área metropolitana.

No tendría diferencias con lo registrado en esta región, sobre todo si se tiene en cuenta que algunos precios y tarifas, como combustibles y transporte, son más caros en el interior. Otro dato es que en el último año la inflación fue del 41,1 por ciento. 

Este porcentaje no sólo demuestra la progresión del nivel general de los precios en los últimos meses, dado que en marzo fue de 3,7 por ciento, sino que también impacta el dato de que es la más alta de los últimos 14 años. Hay que remontarse a junio de 2002, en plena crisis económica, cuando fue del 8,2 por ciento según el índice de Precios al Consumidor (IPC) que midió el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).

El tarifazo de electricidad fue el factor de mayor incidencia en el costo de vida, aunque vale recordar que están en cola aumentos de toda índole, como las prepagas, telefonía, las cuotas de colegios y combustibles. Aunque las consultoras coinciden en que el precio de los alimentos se moderó algo.