La medida, anunciada el viernes y activada tras una rápida adecuación de los sistemas bancarios durante el fin de semana, marca un giro drástico en la política cambiaria. Sin embargo, su implementación deja abiertas varias incógnitas sobre los efectos que tendrá en la economía real y en la estabilidad del peso.

A partir de esta jornada, cualquier persona con cuenta bancaria podrá acceder al mercado oficial sin límites mensuales ni recargos impositivos, como el 30% que hasta ahora encarecía la compra de divisas. En teoría, esto representa una normalización del mercado. En la práctica, sin embargo, genera dudas sobre el impacto inmediato en el tipo de cambio, la inflación y la disponibilidad de reservas.

Un esquema riesgoso con dólar flotante y margen de intervención

El nuevo sistema prevé una banda cambiaria flexible, entre los $1.000 y $1.400 por dólar. El Banco Central solo intervendrá si se supera ese rango, lo que implica una flotación limitada que deja al mercado mayor libertad... y también mayor volatilidad. El tipo de cambio ya se perfila para arrancar en torno a los $1.325, según la cotización del dólar cripto, que este domingo a la noche funcionaba como referencia oficiosa.

Analistas anticipan una posible depreciación inicial del peso, con un dólar acomodándose cerca de los valores de los tipos de cambio libres. La medida se lanza en un contexto en el que aún no hay señales claras de reactivación económica y con una inflación que sigue en niveles elevados.

El "colchón" de dólares: ¿respaldo o ilusión?

Para calmar al mercado, el Gobierno destaca que contará con una cobertura financiera de US$ 23.100 millones durante el año. El primer desembolso del FMI, por US$ 12.000 millones, llegará este martes. A eso se sumarán US$ 2.000 millones en junio y otros US$ 1.000 millones más adelante. El total asciende a US$ 15.000 millones para 2025, es decir, el 75% del nuevo programa con el Fondo.

No obstante, este respaldo tiene sus condicionantes: se trata en gran parte de deuda, sujeta a metas fiscales y monetarias exigentes. Además, muchos economistas advierten que estas cifras, aunque significativas, podrían no alcanzar si la demanda de dólares se dispara o si los exportadores demoran la liquidación de divisas, como ocurrió en episodios anteriores de liberalización.

¿Fin del cepo o cambio de forma?

Aunque se presenta como un fin total del cepo, lo cierto es que algunas restricciones continúan. Las empresas aún enfrentan trabas para acceder al mercado, y la compra de dólares en efectivo sigue limitada a US$ 100 por mes por persona. Estas medidas reflejan que, pese a la narrativa de “normalización”, todavía existen mecanismos de control ante posibles tensiones.

En resumen, el levantamiento del cepo cambia las reglas del juego de forma acelerada y sin red clara. Con una economía aún frágil, reservas escasas y múltiples frentes abiertos, el experimento de liberar el dólar despierta entusiasmo en algunos sectores, pero también preocupación y escepticismo en otros. El tiempo dirá si se trata de un paso hacia la estabilidad o de una nueva fuente de turbulencias.