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Recién la semana pasada empezaron a moverse oficialmente los contactos entre Vicentín y los acreedores después de 50 días del anunciado “stress financiero” que derivó en la cesación de pagos por más de 350 millones de dólares.

Los acreedores, llámense productores, necesitan del dinero porque la cadena de pagos empezó a sufrir y necesitan afrontar los gastos de la nueva campaña. En la semana directivos de Vicentín se reunieron cara a cara con representantes de los damnificados y Confederación de Asociaciones Rurales de Santa Fe (Carsfe) entre otras entidades.

Por ahora no hay definiciones acerca de cómo harán frente a la deuda comercial. Se puede interpretar que Vicentín, en principio, no quiere una salida judicial, es decir, un concurso de acreedores. Por eso es que la firma sostiene la promesa de un plan de pagos para presentar febrero donde no tendrá privilegiados. La diferencia es entre los que tienen acreencias menores a unos 30 mil dólares -el 80% del total de damnificados-, y los grandes jugadores que totalizan unos 200. Dolarizarían la deuda, sin quitas y con un pago inicial del 20%. 

Por otro lado está la deuda bancaria. Ahí sí hay un tema de preferencia: el Banco Nación. Se trata del acreedor número uno de la aceitera: la entidad le prestó 18.370 millones de pesos, cifra que significa el 78% de los préstamos bancarios que tiene la empresa. El monto representa el 20% de la responsabilidad patrimonial computable del banco, lo que lo condiciona en su capacidad de prestar dinero.

La magnitud excede todos los límites de riesgo en base a las normativas. Incluso las nuevas autoridades del Banco Nación, en cabeza de Eduardo Hecker, instruyó la realización de un sumario administrativo para determinar si los préstamos superaron los controles en las áreas correspondientes o sólo bastó con la orden del directorio del banco. Se habla de un claro vínculo entre el macrismo y la empresa dado que fue una de las principales aportantes a la campaña del entonces oficialismo.

La nueva conducción del Banco Nación mostró los dientes de entrada: le pidió a la empresa que venda activos para hacer frente a las obligaciones. Era una de las primeras salidas que se sugerían desde aquel anuncio del default. El grupo no está imposibilitado en hacerlo ya que tiene varias unidades de negocios por fuera de Vicentín S.A.I.C que es la empresa que entró en cesación de pagos.

Por lo pronto, la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) cubriría el pasivo comercial a sus asociados, entre cooperativas y productores, por un total de 80 millones de dólares según publica el portal PuntoBiz. Además llueven las denuncias en la Cámara Arbitral de Cereales de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) para poder asentar la situación por más que no hayan logrado facturar en su momento la operación.  

Lo cierto es que la situación no se reduce netamente a lo comercial o financiero, sino que tiene un filtro político anclado en la situación del Banco Nación que es el primer acreedor. Quizás una definición en ese sentido marque el camino hacia una resolución con los productores.