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Un periodista de guerra del canal público France 24 visitó la ciudad, y compartió su experiencia en la trinchera así como en la sociedad civil de Colombia, Mali, República Centroafricana, Ucrania, Irak, Siria y Libia. contó los bemoles e hizo un paralelo con cubrir los conflictos en Rosario

Roméo Langlois fue herido de bala y capturado durante 33 días a manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Así de grave como podría imaginarse es la exposición de un reportero de guerra. Pero más grave fue que durante su captura, el entonces presidente de Colombia Álvaro Uribe lo tildó de mercenario y lo dio por muerto.

Roméo Langlois disertó en la sala del Sindicato de Prensa sobre sus experiencias como reportero de guerra. Es la segunda vez que visita Rosario, ya que contó que la primera vez, a fines de 2014, ese día asesinaron a la Madre Solidaria Norma Bustos, conocida luchadora contra las drogas. “El país entero estaba conmocionado por el hecho, cosa que vio muy diferente al panorama Colombiano, donde al parecer estas víctimas son moneda corriente”, precisó. También cuando llegó, un periodista rosarino fue amenazado por investigar al narcotráfico, y ésto también era nuevo en nuestra sociedad.

Justo un día después de la visita de Langlois, el gobierno de Colombia y las FARC llegaron a un acuerdo histórico sobre el alto el fuego bilateral y, y tendrán un acuerdo de paz definitivo en Cuba para dejar atrás el conflicto bélico que lleva décadas.

Sobre esto Rosarioplus.com consultó a Langlois cuál es su análisis sobre el futuro cercano en Colombia: “Hace años sigo el conflicto y siempre fui optimista. Es muy probable que se vaya a dar el acuerdo porque hubo mecanismos bien hechos en las negociaciones, ya que por primera vez incluyeron en las negociaciones a la sociedad civil, policías y militares”.

Afortunadamente, éste es el momento menos violento de Colombia según él, porque hay un cese de actividades desde hace algunos meses, y esto fue un gran cambio que la sociedad civil percibió. De todas formas advirtió que “todavía hay sectores que siguen sin querer la paz, porque robaron tierras a campesinos, son una mafia de terratenientes”.

Lo que no fue definido todavía, recordó el reportero francófono, son “las garantías de vida a las personas que están dispuestas a entregar las armas y que se reinserten en la sociedad, porque ha sucedido que entregaron armas y los han matado. Este es el paso fundamental como pacto fundador para que se destronen viejos problemas históricos”.

Herido y cautivo por las FARC

Roméo Langlois no estudió periodismo, sino Ciencia Política en París, y en el año 2000 viajó a Colombia para cubrir la peor etapa de la lucha entre el gobierno y el narcotráfico, cubriendo para Le Fígaro, productoras televisivas y revistas de su país.

En el terreno más crudo fue que hizo escuela, aprendiendo de periodistas experimentrados: “Me corregían y me daban consejos, yo les mostraba el material que cubría y aprendí en la calle colombiana más cruda”.

Pero en Colombia descubrió que el conflicto narco no era el único que aquejaba a la sociedad, sino que había corrupción, multinacionales que amedrentaban los intereses locales, campesinos e indígenas que eran víctimas del narcotráfico, y violencia en las ciudades.

“Si hay algo que aprendí en las guerras es que las verdades las cuentan las víctimas, porque reportear no es sólo grabar bombas, heridos, muertos, que es lo que vende y es espectacular, sino registrar lo que ocurre con la vida diaria de las personas que viven cerca: docentes que se rebuscan para dar clases, familias que deben seguir educando a sus hijos”.

Es que la clave según su experiencia, además de mostrar lo trágico de la violencia que sucede, es “tomar el género humano cuando está cerca del caos y donde se expresan los sentimientos más nobles”.

Para ganar un premio periodístico no hace falta ir al África, según explica, sino escribir sobre lo que pasa en la esquina, porque “el buen periodismo se trabaja abajo, en la calle, con lo que le pasa al vecino de al lado y a veces no tenemos idea”.

En aquella época los medios colombianos participaron del conflicto poniéndose del lado del gobierno, por lo que muchos otros conflictos fueron callados. “Por ejemplo los campesinos, que estaban sólos, en campos minados, con cultivos de coca, masacres, desapariciones, y ésto no se mencionaba, porque sólo querían mostrar que la guerrilla retrocedía y las cosas mejoraban”.

Un tema de discusión constante era dar o no voz a los terroristas en los medios. “Los periodistas colombianos en los últimos años dejaron de darles cobertura, porque los políticos decían que no podían ser la caja de resonancia de las FARC. Los pocos que los entrevistaban eran amenazados de muerte, casi matan a uno, y publicaban en medios independientes solamente”, destacó el reportero francés.

El objetivo del reportaje, luego de tantos años de experiencia en el terreno, Roméo asegura que es “dar la voz a todas las partes, con prudencia, poniendo condiciones claras de tiempo, contextualizar, aunque sea un corrupto, un criminal de guerra o un asesino”.

Ya sobre el final de esta guerra, en 2012 Roméo realizaba un reportaje sobre el fracaso de la lucha antidrogas, en que ingresó en la selva donde estaba la FARC con un operativo antinarcóticos. “Se iba a destruir un laboratorio de cocaína, pero caímos en una emboscada, y logré escapar, pero me hirieron con una bala en el brazo derecho, y me detuvieron durante 33 días”.

Para colmo, como si hubiese muerto, el presidente Uribe dijo en la radio mientras Langlois estaba cautivo que yo era un periodista “muy grosero y mercenario”. Esto fue, según su análisis, porque el medio para el que yo trabajaba era muy conservador, pero a mí no me conocía, y es tremendo que lo haya dicho mientras yo estaba herido, capturado y sin derecho a réplica”.

Así como a Langlois, Uribe desacreditó el trabajo de muchos periodistas, pero sobre él hasta llegó el rumor de que “era en realidad un infiltrado de la guerrilla y que les dí las coordenadas para la emboscada”, comentó entre risas.

Afortunadamente esta difamación tuvo un final inesperado, porque tras ser criticado por el presidente, sólo logró que muchos quieran ver sus documentales, y reproducirlos en más países. Y su documental “Colombia a balas reales”, grabado en el desarrollo de combates, ganó el premio Albert Londres en el 2013.

Langlois pasó de ser espectador desde afuera, completamente neutral del conflicto a ser una víctima involuntaria. “No sabía si saldría en seis años, si saldría vivo, y tuve un año de recuperación física, con muchas operaciones y fisioterapia”, recordó con pesar.

El canal, de París al mundo

Desde el epicentro del conflicto más grande de lucha contra el narcotráfico del mundo, pasó a la comodidad de una redacción en un prestigioso canal público de Francia, donde también debió aprender mucho, ya que hasta entonces nunca trabajó con un jefe: “Me decían de repente que hay un conflicto en Ucrania, y tenía que ir a cubrirlo, o poco después cubrir un problema de inmigrantes en los suburbios de París”.

Desde ese año volvió a vivir en París, donde trabaja para France 24 hasta la actualidad, y donde cubrió guerras en Mali, República Centroafricana, Ucrania, Irak, Siria y Libia, y lo sigue haciendo cada vez que un conflicto merece la cobertura.

“En 2014 cubrí el conflicto de la República Centroafricana, país donde ven mucho el canal donde trabajo, y era tal la gravedad de la violencia, donde musulmanes quemaban iglesias cristianas, que debí autocensurarme. Esas imágenes podían generar una masacre peor”, explicó.

Cubriendo situaciones en París, le llamó la atención cómo jóvenes occidentales y de clases medias se reclutan en la Yihad Islámica, viajan a los países árabes y siembran el terrorismo de nuevo en sus tierras.

La violencia también se vive en las calles de Francia, al igual que en Rosario: “Muy pocos franceses leen los diarios, escuchan poca radio, y consumen mucha televisión, pero paradójicamente no les creen a los noticieros. Es por eso que al cubrir los hechos en las calles, los móviles muchas veces son agredidos, nos ven como enemigos”.

El periodista francés hizo un paralelo con la realidad rosarina, de la cual escuchó hablar a colegas: “Para cubrir en los barrios hay que entrar en confianza con la gente, convencerlos de que no trabajamos para un poder político ni mafioso, siempre con profesionalismo. Para eso hay que planificar el contexto, ver si vale la pena la historia, y cómo es el barrio”.

Luego de tantos años en las calles y en las trincheras, Roméo Langlois aseguró “que por un reportaje no vale la pena perder la vida. En Mali mataron a dos colegas del canal France 24, y por eso decidimos hacer capacitaciones para que estemos más asegurados a la hora de cubrir guerras, marchas, o cualquier situación de conflicto”.