Este domingo 12 de octubre voy a votar a la fórmula que encabeza Sergio Massa. Voy a votarlo por lo que representa su figura en este contexto particular. Voy a votarlo por el modelo de país que quiero para la Argentina. Y voy a votarlo por el lugar que quiero que tenga nuestra Provincia de Santa Fe en ese desarrollo nacional.

No busquen tanta sofisticación, el voto también conlleva deseos. Lo que pasa es que, si es comprometido, son deseos que trascienden a uno/a y buscan llegar a todos y a cada uno. Es parecido, pero no es lo mismo. Por eso estoy convencida de que el voto no se explica ni se justifica: el voto se milita. Desde ahí es que comparto estas palabras.

Sergio Massa es, ante todo, un hombre perseverante. Cualidad valiosa en tiempos de la inmediatez de los 30 segundos y las soluciones mágicas. El filósofo Séneca decía que “la suerte es donde confluyen la preparación y la oportunidad” (una forma rebuscada de decir que no existe la suerte) y eso es Massa. Alguien que entendió que el poder se construye con tiempo, que se viene preparando para ello desde sus inicios en la política y que quiere, realmente quiere, conducir la Argentina.

Como director de ANSES transformó el organismo, poniéndolo al servicio del pueblo e incorporando a millones de trabajadores/as al sistema previsional. Posibilitó que tengan su jubilación, su obra social y dio a esa administración, que parecía perdida, una impronta significativa que aún perdura. Como intendente de Tigre gestionó problemas como la seguridad en su municipio, con resultados innovadores y eficaces. Presidió la Cámara de Diputados y demostró ser un hombre de diálogo con un ejercicio de elongación envidiable con todos los sectores políticos, acercando consensos en tiempos de descalificación permanente. Y como ministro de Economía agarró una papa caliente que pocos querían tomar, atajando con capacidad y política los pelotazos económicos. Una reivindicación necesaria de la política, que no es otra cosa que tener el coraje de tomar decisiones. Ahora quiere salir a jugar.

Pero está claro que el domingo no se trata de cumplir con sus deseos personales. Lo que estaremos votando este 22 de octubre es un modelo de país. Estaremos eligiendo las historias que queremos contar. Y acá no da todo lo mismo.

Quienes nos unimos por la Patria, defendemos el modelo de la industria nacional y el campo que agrega valor, de las pymes que crecen y exportan, de las escuelas y universidades que abren, y la salud pública que cuida. Defendemos a las y los trabajadores como pilares del desarrollo y a la empresa que genera trabajo y apuesta a producir en nuestro país. Los niveles de empleo y de actividad económica hoy son superiores no sólo a los registrados durante la pandemia sino a 2019. Este domingo defendemos eso y también las batallas pendientes, como es la del poder adquisitivo y los ingresos que no llegan a fin de mes a causa de la inflación.

Las cosas hay que ponerlas en su contexto: una pandemia, una guerra y una sequía, y aun así el peor corset que tuvo la Argentina para crecer estos años fue una deuda con el FMI, contraída por la gestión anterior, de 44.000 millones de dólares que no se vieron en rutas ni en escuelas. Comparto la premisa de “Argentina para el mundo” pero para nuestra producción y conocimiento, no para nuestros recursos. Menos para nuestra soberanía. No quiero al Fondo escribiendo el guion de una historia a la que no queremos volver. Y eso también se vota el domingo.

No hay lecturas frías sobre estas elecciones. Se nos plantean enfrente opciones donde hay un “todo o nada”, donde “vuela el Banco Central”, y damos volantazos para “blindar dólares a través de un ajuste”. El problema con estas soluciones mágicas es que el costo siempre lo pagan los mismos. Y que quienes promueven “que explote todo” saben que probablemente no les explote a ellos mismos.

Por eso no creo que el discurso sea ir hacia atrás o ir hacia adelante. O ir hacia la izquierda o la derecha. Hay que construir identidad en una Argentina que sea productiva e inclusiva y con mirada federal. Por eso, finalmente, voy a votar por este modelo que apuesta a un interior productivo y que representa, además, la impronta que ha tenido nuestro gobernador Omar Perotti: invertir y crecer en nuestra Provincia, reclamar para Santa Fe lo que es de Santa Fe, en materia de recursos, de recaudación y también de seguridad. Queremos tener de él, expresiones más fuertes para nuestro territorio. Y para eso tenemos que ganar.

No es una cuestión sólo de fe. Tal vez la fe mueva montañas, pero yo he visto lugares donde las movió la organización. Tenemos que ir a votar.

Finalmente, hay quienes piensan que dentro de un mismo espacio todos coincidimos en todo. Yo creo que, en política, como en la vida, se aprende a convivir con algunas diferencias cuando el objetivo es más grande que uno. Algunos disfrazan de coherencia la falta de espíritu crítico y de sentido común lo que sucede sólo en algunos entornos, comunes a unos pocos. Lo leía el otro día en una nota: “votar no es buscarse en un espejo”, y es verdad, yo creo que se parece más a buscarse en un proyecto. Y quiero que este domingo ese proyecto nos encuentre unidos por la Patria. Sumate.