La interna del Frente Progresista pateó el tablero de acuerdos
Cayó mal en la Legislatura la pretensión de radicales por quedarse con la vicepresidencia 1° de la Cámara, siempre reservada a la primera minoría, esto es el PJ. Y fue en el homenaje a Lifschitz.
La sesión preparatoria que este jueves se desarrolló en Santa Fe para renovar autoridades de la Cámara de Diputados tuvo un detalle para el olvido, por debajo de las circunstancias que requerían ante el fallecimiento de quien hasta entonces presidía, Miguel Lifschitz.
Luego de haber primado el consenso en poner en la poltrona principal al socialista Pablo Farías, todo se trabó a la hora de seguir por la designación de las vicepresidencias 1° y 2°. Como siempre ha ocurrido, esos lugares se asignan a las fuerzas políticas mayoritarias de acuerdo al orden que expresaron las urnas. Y así fue como hasta entonces esos lugares lo venían ocupando la peronista Lucila De Ponti y la radical Jimena Senn.
Pero este jueves, desde la oposición se pidió un cuarto intermedio y la renovación de autoridades quedó inconclusa sin razón aparente. "Falta de consenso", se esgrimió, pero en realidad el problema estaba dentro del interbloque del Frente Progresista.
El sector radical liderado por el diputado y ex ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro habilitó una clara maniobra para marcarle la cancha al socialismo. Su intención era –y sigue siendo– tomar la vicepresidencia 1° de la Cámara, ignorando los acuerdos políticos preexistentes que la reservan siempre para la primera minoría, esto es, el justicialismo.
Ese acuerdo entre fuerzas políticas para la distribución de cargos en la conducción de ambas cámaras del Poder Legislativo es una regla sagrada del trámite parlamentario, respetada por el propio Lifschitz, a quien se le rendía homenaje en esa misma sesión. Pero no.
La maniobra latente en el cuarto intermedio de ayer insinúa aguas turbulentas en la coalición opositora que, además, arrasa con un pacto que hace a la convivencia política. Y lo lamentable es que es lo contrario de lo que la ciudadanía espera de la política, precisamente en estos tiempos donde la mayor preocupación social pasa por la pandemia y sus consecuencias.
Es de esperar que estas especulaciones para acrecentar un poco el poder dentro de un espacio político no se hayan cocinado mientras el ex presidente de la Cámara y ex gobernador se debatía entre la vida y la muerte. Ojalá que no, aunque la intención se develó en la primera escena parlamentaria posterior al deceso del dirigente socialista.
Tal es la ambición del diputado Pullaro en este nuevo escenario del Frente Progresista sin la conducción que garantizaba Lifschitz. El radical está resuelto a ganar espacio interno en la coalición opositora a como dé lugar, y acaso mientras aquel garante luchaba contra el coronavirus en una cama de sanatorio.
Esa clase de cosas son las que aleja al pueblo de la política, y alimenta la reflexión fácil de la "anti política", que siempre redunda en beneficio de los que precisamente hacen negocio por cualquier vía, de espaldas a la gente.
Lo que pasó en la Legislatura este jueves es una mala versión de la política, hilvanada por la ambición. Casi como un zarpazo institucional.