Natanson: "De ganar, hay que ver cómo va a ser un kirchnerismo de la escasez"
El politólogo disertó en Rosario sobre las particularidades de una coyuntura nacional que, a diferencia de los conceptos vertidos en su último libro, tiene hoy a un oficialismo en declive y a un kirchnerismo con aspiraciones reales de volver al poder: "No imaginé que la insustentabilidad del gobierno macrista se iba a dar tan rápido"
José Natanson (43 años) es periodista y politólogo. Es director de Le Monde Diplomatique edición Cono Sur y de la editorial Capital Intelectual. Fue durante muchos años columnista en Página 12 y actualmente analiza la política argentina en la pantalla de C5N.
Su último libro titulado ¿Por qué? La rápida agonía de la Argentina kirchnerista y la brutal eficacia de una nueva derecha (Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2018) despertó broncas y enojos entre sus colegas del campo popular. Lo tildaron de "oficialista" por esquivar los lugares comunes en torno al macrismo y por reflexionar sobre las profundas modificaciones sociales que llevaron a la Casa Rosada a una derecha de Ceos y de ejecutivos.
Invitado por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR, Natanson disertó en Rosario sobre las particularidades de una Argentina que tiene hoy un gobierno en declive pero con gobernabilidad; un kirchnersimo con aspiraciones reales de volver al poder, pero que ya no volverá a ser el mismo; una "tercera vía" que, llamativamente, no aparece; y una peligrosa grieta alimentada por "dos minorías intensas en conflicto cuya potencia alcanza para ganar una elección, llegar al gobierno y gobernar pero no para hacer las transformaciones que necesita el país".
Rosarioplus.com lo entrevistó para conocer más de su lúcida y aguda mirada política.
-Hablaste en tu disertación en Rosario de un "nuevo escenario nacional". ¿Qué es lo más novedoso de este 2019?
-Desde las elecciones de 2017 cuando el gobierno ganó ampliamente en casi todo el país se aceleró un proceso de deterioro que agarró un ritmo y una velocidad que muchos pensábamos que no iba a ser así. Uno no pensaba que el macrismo iba a durar para siempre, pero tampoco que el declive iba a ser tan rápido. Dentro de ese proceso de deterioro, el gobierno tiene algunas cuerdas que lo sostienen. Una es la decisión estratégica de mantener la política social para evitar un estallido en las calles. Y la segunda es la relación con Estados Unidos. Que el Fondo Monetario contra sus estatutos y contra las convicciones de su staff acepte que el gobierno se rife los préstamos para frenar el dólar, para intentar bajar la inflación y para ganar las elecciones prueba que hay una relación muy afectiva, rozando lo carnal. Desde el gobierno dicen que hay una inmejorable relación bilateral entre Macri y Trump construida en aquellos años en los que hacían negocios juntos en Nueva York. Sea como fuere es un respaldo muy importante para el gobierno.
-Cómo se explica este deterioro tan vertiginoso. ¿Errores forzados o un modelo inviable per se?
-Algunos economistas heterodoxos plantearon ya en el 2016 que este modelo es insustentable así como está formulado. Llega un momento que no se puede sostener. Porque tomaron un nivel de deuda impagable, porque esos intereses pesan cada vez más sobre el presupuesto, lo que obliga a fuertes recortes. Todo esto en un escenario de restricción externa de dólares. Yo les decía a estos economistas que me digan cuándo. Me decían que era difícil ponerle una fecha. Uno me dijo que él en el 92 dijo que el modelo menemista era insustentable y que la explosión si iba a dar al año siguiente, en el 93. El estallido fue recién en 2001. Retomando: que el modelo es inustebtable, está claro. Lo que no estaba claro es que esta insustentabilidad se iba a dar tan rápido. A mi entender eso fue producto de los análisis sesgados del gobierno. Un ejemplo: muchos analistas vaticinaban que Estados Unidos iba a aumentar su tasa de referencia. El gobierno prefirió mirar para otro lado. Entonces tenemos una mezcla: insustentabilidad estructural, cambio del escenario externo y errores forzados.
-Estos errores forzados aparecen por no entender la historia política argentina o por no entender el mundo
-Principalmente por no entender el mundo. Todo el diseño económico del gobierno fue resultado de una lectura extemporánea del momento de la globalización. Simplifiquemos el esquema del gobierno después de ganar la elección: llegamos nosotros que somos amigos del mercado y que conocemos a los inversores internacionales, desatamos dos o tres nudos populistas que había en la economía (fondos buitres, tarifas y cepo), solo con hacer eso llegan las inversiones, sostenemos la transición con deuda y luego la economía empieza a crecer. Este diseño tuvo su correlato en los 90. Pero era otro mundo. El mundo está hoy en un giro proteccionista. No hay más apertura. Este diseño, entonces, no funcionó.
-Además de esta mala lectura y de la mala praxis del gobierno, ¿cuánta fortaleza le encontrás a la frase "vinieron a hacer esto para enriquecer a unos pocos"?
-Hay afinidades selectivas, eso está claro. Pero yo me niego a analizar la política en función de los intereses perversos de quienes nos gobiernan. Es un ángulo malo para analizar la política. Yo no creo que lo que hizo Cristina lo haya hecho para "robar", ni que Macri está gobernando para hacer negocios a costa del Estado. Sí creo que este es un gobierno que no cree en la necesidad de proteger a la industria nacional para generar mano de obra intensiva, que no cree en que hay que apostar a algunas industrias estratégicas, que no cree en un plan de Ciencia y Tecnología. Es un gobierno que cree que sectores dinámicos como la energía, el campo, las exportaciones y algunos servicios tienen que sostener a la economía. Es un pensamiento que puede estar bien para un país que tiene la mitad de los habitantes que tiene Argentina.
-También es cierto que por primera vez en la historia política argentina hay un gobierno con muchos funcionarios de los dos lados del mostrador
-Totalmente. Es la primera vez que tenemos un gobierno de gerentes y empresarios. Ni Cavallo era un gerente cuando llegó al ministerio de Economía. Era un economista. Los del CEMA no eran gerentes de empresas, eran tecnócratas. Este poder ejecutivo está formado por muchos gerentes el sector privado, lo cual por un lado le da plasticidad y agilidad para algunas gestiones, pero a la vez le crea muchos problemas. Pero insisto que es errado quedarnos solamente con este análisis.
-El macrismo, según se desprende de tu último libro, creyó interpretar cosas de la sociedad argentina que ninguna otra fuerza política interpretó. ¿Cuál sería este análisis?
-Ese fue uno de los ejes del libro, que el macrismo había entendido algunas tendencias profundas de la sociedad argentina. No las habían creado ellos, sino que las preexistían. Y que ellos entendieron, capturaron y capitalizaron políticamente. El macrismo captó la idea de que gran parte de la sociedad argentina es más bien individualista, que estamos penetrados por la globalización, por la competencia y el rendimiento, que lo importante es cuánto rinde uno al final del día, haciendo running, trabajando o gozando. Yo le que le discutía a los funcionarios que entrevisté es que además de querer ver Netflix y no escuchar la cadena nacional de Cristina, la sociedad argentina también es solidaria, construye identidades colectivas muy fuerte, sale a la calle, tiene un espíritu fuerte de movilización. Ellos me decían que esa era la Argentina del siglo XX. Y que ellos eran el siglo XXI. Mucho de esto que no vieron es lo que está asomando ahora, aquello que pone en jaque su poder.
-Tras las elecciones de 2017, hablabas de la eficacia del macrismo y de la caída del kircherismo. Aquella eficacia, como ya mencionaste, se transformó en un vertiginoso deterior. ¿El otro concepto lo seguís sosteniendo? ¿No hay futuro para el kirchnerismo?
-En el libro yo digo que la Argentina kirchnerista tal cual la conocimos no va a existir más. Primero porque, en caso de volver a ganar, se topará con cuatro años de un gobierno de derecha que habrá transformado al país. Segundo porque ese gobierno de derecha llegó interpretando algunas cosas de la sociedad argentina que el resto de los actores políticos empezó ahora interpretar. La interpretación de la política de Marcos Peña y Duran Barba va a quedar. Este concepto de cercanía, del codo a codo con el vecino, está siendo trabajado aún por los políticos opositores. Alcanza con mirar la cuenta de Twitter de Axel Kicillof. El tipo está tomando mate, abrazando a la gente. El discurso es muy diferente. Pero esa estética llegó para quedarse. Y lo otro, hay que ver cómo va a ser un kirchnerismo de la escasez, sin abundancia. Esa Argentina cambió. No exista más la Argentina en la que todos los días se puede crear un nuevo derecho. Por eso, a mi juicio, el kirchnerismo como ciclo político, tal cual lo conocimos, está terminado. No quiere decir que no pueda volver otro kirchnerismo con Cristina a la cabeza.
-¿Te sorprende que el escenario electoral no tenga hoy una tercera vía, que el centro sigan siendo Macri y Cristina?
Sí, me sorprende. Y me parece un problema. La grieta es un problema porque son dos minorías intensas en conflicto cuya potencia alcanza para ganar una elección, llegar al gobierno y gobernar pero no para hacer transformaciones profundas. Este es un país que necesita transformaciones profundas. El hecho de que las últimas iniciativas de Cristina, reforma judicial, aplicación de la Ley de Medios, memorándum con Irán, hayan fracasado; y que el programa de reformas del macrismo no se haya podido implementar, instala la idea de que se puede gobernar desde una minoría. Por eso es un problema que hoy no haya una tercera vía.
-La historia argentina está plagada de grietas. ¿Qué diferencia a la de ahora?
-Está esta idea de que la grieta existe desde la Revolución de Mayo. Ponele que sí. Pero no me dice nada. Hubo un país con unitarios y federales. Pero qué tiene que ver eso con la discusión política de ahora. Cuándo te vas tan para atrás pierde interés el análisis. Todos sabemos que Argentina es una sociedad muy polarizada y muy conflictiva, pero no alcanza para entender esta grieta. Yo veo dos puntos relevantes de la grieta. Uno es global y estructural: la forma en la que se organiza el debate público en todas las democracias contemporáneas tiende a polarizarse, por las redes sociales, por el sesgo de confirmación de estas redes en las que se van conformando grupos que solo escuchan lo que quieren escuchar. Hay un contexto que favorece esta polarización. El segundo punto, bien argentino, y muy delicado, es el uso de la justicia como herramienta política. El hecho que haya tantos funcionarios presos es algo nuevo. Es un problema que la Justicia se convierta en una herramienta de disputa del poder. Porque el funcionario de turno siente que no va a perder el poder durante determinado tiempo, sino que va a perder su libertad. Entonces hace cualquier cosa para ganar. Es lo que pasa en Venezuela. ¿Por qué el chavismo no se va del poder? Porque se están jugando sus libertades. Estas son las dos condiciones que están generando una grieta profunda y peligrosa.
-¿Cuán viable es entonces la Argentina más allá de los nombres propios, de Macri, Cristina o el candidato que pueda surgir en estos meses?
-No lo sé. Yo creo que vamos hacia un escenario grave. La sensación es que cuando el macrismo se vaya del poder, la justicia va ir a buscar a muchos funcionarios. Vamos a tener una oleada de macristas presos, como hoy tenemos una oleada de kirchneristas. Si la Justicia se convierte en un actor permanente de la disputa del poder, la democracia argentina habrá cambiado de forma sustantiva.
-¿Cómo se explica que Cambiemos tenga chances de continuar en el poder con semejante desastre económico?
-Una explicación puede ser el voto antiperonista. El macrismo necesita reunir todo el voto antiperonista. Angeloz en medio de la hiperinflación sacó el 30%. Ahora bien, ¿se puede ganar una elección en un contexto económico tan malo? La pregunta esconde la relación economía-voto. Hasta que punto la economía determina el comportamiento electoral. Hay muchos polítologos que han trabajado sobre esta tesis. Dicen que hay una relación, pero que no es automática. Menem en el 95 es un ejemplo. Efecto Tequila y crisis interna. Es cierto que ganó después de tres años de mucho crecimiento. No es el caso del macrismo. A uno le cuesta pensar que un gobierno que gestionó tan mal la economía pueda ganar.
¿Cuál es tu mirada de la construcción del socialismo en Rosario y Santa Fe?
-Es un fenómeno muy interesante. Le tengo mucho respeto. Me parece que el socialismo tiene dos cosas que no muchas fuerzas locales y provinciales no pueden mostrar: su capacidad de gestión y una honestidad casi pura. No tiene una matriz de corrupción. Pero es cierto que es muy difícil trascender de una provincia a la Nación. Muchas veces un éxito grande en una provincia te limita la construcción nacional. Vos llegás por carambola, como Menem y Kirchner, o llegás desde la centralidad de la ciudad o de la provincia de Buenos Aires. El mejor ejemplo es el del cordobesismo. Schiaretti y De la Sota construyeron un esquema de poder muy fuerte y hasta dieron vuelta la provincia. Es una provincia absolutamente hegemónica. Y así y todo no lograron dar el salto. Con el socialismo pasa lo mismo. El modelo de gestión y liderazgo que funciona en Santa Fe, no funciona a nivel nacional.