Crimen en el casino: "Temimos que enseguida hubiera un ataque más grave aún"
Lo reveló uno de los policías que estaba de guardia adicional la noche que mataron al apostador Enrique Encino mientras fumaba en un balcón abierto sobre calle Moreno. El testigo fue alcanzó a hablar con la víctima antes de que muriera.
El policía Ariel Espíndola cumplía la noche del sábado 11 de enero de 2020 otro turno más de vigilancia adicional en el complejo City Center, como lo hacía desde 8 años atrás, sin saber que de un momento a otro asistiría a una situación de pánico cuando desde calle Moreno al 6300 alguien baleó el balcón de fumadores del casino y así causó la muerte de Enrique Encino, un apostador de 64 años cuyo crimen disparó una investigación que por estos días se ventila en juicio oral y público en el Centro de Justicia Penal de Rosario.
Espíndola fue el primero en el desfile de más de 50 testigos que comenzó el viernes y que continuará durante todo el mes y más, quizás. Este instructor policial, hoy agente de la Brigada Motorizada, brindó ante el tribunal un relato vívido de aquella nota incierta. Eran casi las 11 de la noche y en el City Center pululaban más de 2000 personas, la mayoría en la sala de juego. Él vigilaba el playón sur del edificio cuando de repente todo se rompió y cundió el alerta.
“Escuché de 4 a 7 disparos, pero eso era normal, el barrio es complicado”, recordó el testigo sobre el momento en que partieron balazos a la vuelta, desde la calle hacia el balcón abierto destinado a fumadores.
“En 8 años que hacía adicionales ahí, nunca había pasado esto, no era normal que hubiera un herido”, agregó. Espíndola llegó hasta la enfermería del complejo, adonde ya había sido trasladado el apostador baleado a la espera de una ambulancia. El policía contó que Encino todavía estaba vivo y consciente incluso. Que pudo cruzar algunas palabras. La víctima le dijo su nombre, que era de Las Parejas y alguna cosa más sobre el último momento.
Espíndola advirtió la grave herida de bala en el cráneo del apostador. Presintió un final cercano. El hombre acusó dolor de cabeza, y la enfermera entonces ya le pidió que lo dejara en paz. Encino murió poco después en el Heca. El disparo lo había sorprendido fumando de espaldas a la calle, mirando la sala de juego. El proyectil entró por la sien derecha y salió por la frente.
Los otros disparos destruyeron dos paneles de vidrio y se incrustaron en el cielorraso del balcón, e incluso uno en el cielorraso de la sala de juego, encima de una fila de máquinas tragamonedas.
“Entendí que estábamos en presencia de un atentado, con mucha gente expuesta, 2000 o 3000 personas como había cada sábado a la noche. Entonces mi temor era que ocurriera de un momento a otro un segundo ataque”, develó el policía testigo.
Según explicó, el manual de táctica policial recomienda contemplar la posibilidad de que un primer ataque cumpla el propósito de concentrar la atención en un punto mientras el golpe mayor se consuma en otro punto, sea un atentado o un robo a mano armada.
No hubo finalmente segundo ataque.
El crimen de Encino fue el disparador de una causa penal que las defensas de los imputados observan con reparos. Es que con la captura de uno de los implicados, Maximiliano “Cachete” Díaz, su teléfono celular reveló comunicaciones con Ariel “Guille” Cantero y otros miembros de su entorno, pero además también con Leonardo Peiti, empresario de juego ilegal. Este último derivó luego la persecución fiscal hacia el senador departamental de San Lorenzo, Armando Traferri, a quien no obstante nunca pudieron indagar porque el Senado clausuró la posibilidad de quitarle los fueros parlamentarios.
Claroscuros y mar de fondo
Esta derivación es parte de las objeciones que tienen los defensores de los imputados. Una fuente calificada de este sector, en diálogo con Rosario Plus.com, opinó con perspicacia que la inclusión de Cantero en la imputación es una intención deliberada de los fiscales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra para reforzar el cartel de la causa y acaso condicionar al tribunal de los jueces Gonzalo Fernández Bussy, Rodrigo Santana y Aldo Bilbao Benítez, compelidos a sumar una condena más quien hoy es el delincuente más mentado de Rosario.
“No sé cómo harán para probar una conexión real del hecho con ciertas personas que han vuelto a ser inculpadas”, dijo la fuente. Y consideró que el juicio oral se armó “a los apurones porque el 3 de agosto se le vencía el plazo de prisión preventiva a Díaz, y tenían que liberarlo. Por eso nos notificaron de este proceso un día antes de la feria. Insólito. Se pasan el reglamento… ya sabés por dónde”, despreció.
Los fiscales trabajan sobre la hipótesis de que Cantero encomendó desde la cárcel presionar al City Center para obtener dinero a cambio de paz. Y una de esas operaciones fue aquella balacera fatal que atribuyen al dominicano Otniel De León Almonte como uno de los autores materiales, y con la cooperación de Cachete Díaz y Carlos “Toro” Escobar.
El viernes declararon, además de Espíndola, dos peritos de la Agencia de Investigación Criminal y el médico que hizo la autopsia a Encino, entre otros. Las preguntas de los defensores apuntaron a ir socavando la tipificación penal elegida por los fiscales para armar la acusación: homicidio agravado por uso de arma de fuego, extorsiones y asociación ilícita.
Los abogados hicieron responder a los testigos sobre la distancia entre el lugar de los disparos y el blanco, la vegetación que interfiere la vista entre ambos puntos, y la dirección ascendente de los balazos que se incrustaron en el cielorraso. En resumen, apuntan a ir demostrando que el o los pistoleros no tuvieron intención de matar a nadie. Una situación menos del “homicidio agravado” y más del delito, acaso, de “intimidación pública”.
“¿Y de dónde saca Fiscalía que hubo extorsión? Ocurrió este ataque, pero nada prueba que era destinado a extorsionar al casino”, señaló la fuente. Por eso en los próximos días comparecerá una autoridad del complejo City Center para responder al respecto.
Por lo pronto, el pedido de condenas formulado en los alegatos de apertura, el jueves pasado, son los siguientes: 22 años de prisión para Guille Cantero, 20 años para Escobar, 34 años para Díaz, 26 años para De León Almonte, y 1 año y medio de cárcel para Rodrigo Ortigala, involucrado en otro hecho de extorsión atribuido a Cantero y sus hombres.