El asesino del playero: 15 años y lo hizo para pagar una moto perdida
La declaración del adolescente señalado como el homicida de Bruno Bussanich contó un rasgo inesperado del trasfondo de ese crimen que espantó a la ciudad.
D.M.G. (iniciales de un nombre en reserva por tratarse de un menor de edad, 15 años) ya había ejecutado a los taxistas Héctor Figueroa y Diego Celentano, a cambio de 300.000 y 200.000 pesos respectivamente, en esa misma primera semana de marzo, el 5 y el 6, siempre por encargo de Gustavo Márquez. Este es uno de las 5 personas que resultaron imputadas este martes como la organización que tramó y perpetró los cuatro homicidios que estremecieron a Rosario en esos días, y una balacera contra la comisaría 15ª, como réplica ordenada desde la cárcel de Piñero al endurecimiento del régimen penitenciario sobre presos de alto perfil.
Este adolescente de 15 años ya había cumplido esos dos encargos cuando tomó prestada la moto de Márquez para ir a comprar gaseosas, según declararía luego de ser apresado, ante el fiscal Adrián Spelta.
Pero en esas vueltas con la moto ajena, una patrulla del Comando Radioeléctrico quiso interceptarlo. Como DMG escapó, la policía lo persiguió y lo acorraló en un pasillo de Alem al 4200, donde le secuestró el vehículo que no era suyo.
Gusti Márquez visitó el 9 de marzo. “Ya sé cómo me vas a pagar la moto”, le dijo y lo citó en la casa de su mujer, en Anchorena 1574. DMG así fue otra vez el brazo ejecutor de una orden que –según los fiscales– Alejandro Núñez (alias Chuky Monedita) le transmitió desde el pabellón 28 de Piñero a su mujer, Brenda Pared, y esta la derivó a Márquez y a su pareja, Macarena Muñoz, para que reclute a un menor de edad, no punible, como sicario.
DMG declaró que aquel 9 de marzo llegó a las 20 en un Uber hasta Provincia de Misiones 2216, domicilio de Axel Uriel Rodríguez, en el barrio Santa Lucía.
Axel pagó el viaje y lo hizo esperar hasta las 23. Puso a DMG en videollamada con quien le encargó la tarea por delante. Los fiscales tendrán que demostrar si al otro lado de la pantalla estaba Claudio “Morocho” Mansilla, tal como el chico declaró. “Ponete La Gotita en la yema de los dedos, por las huellas”, le recomendó.
Mansilla es uno de los máximos exponentes del hampa que según Fiscalía está detrás de esta saga criminal. El otro –mencionado pero no incriminado– es Esteban Alvarado.
Una mujer, Joana García, le dio una pistola a DMG y una nota dirigida a Maximiliano Pullaro y su ministro de Seguridad, Pablo Cococcioni, en la que se exigía “basta de humillar a los presos de alto perfil” y denotaba una alianza de bandas de distintas zonas de la ciudad.
DMG partió esa noche a bordo de un Fiat Duna maltrecho que había sido robado el año pasado en Pueyrredón al 1500. Al volante, un hombre apodado “El Viejo”, quien había cargado además unas botellas con nafta.
El pibe declaró que dieron unas vueltas de reconocimiento a la estación de servicios Puma, de Mendoza al 7600, adonde lo habían enviado con el designio de “matar a un empleado cualquiera y dejar la nota". El Viejo estacionó a la espera por Rojas y White, a la vuelta; y DMG encaró hacia los surtidores.
“Me quedé abajo del arbolito pensando un rato si hacerlo o no. Cargaban gasoil. Y cuando el loco (Bussanich) entró yo me mandé. La nota se me cayó”, declaró DMG.
Corrió hasta el auto y con El Viejo se fueron hasta la colectora de la autopista a Córdoba y la calle Furlong, ya en descampado. Ahí El Viejo prendió fuego al auto para descartarlo, y juntos volvieron caminando hasta el barrio Santa Lucía.
DMG devolvió el arma a “un hermanito de Axel”. “Quemé la ropa, le mandé un mensaje a mi vieja, foto con Alan en la pieza. Y luego me mandaron a una casa del Morocho, en la otra cuadra, tiene dos pisos, hasta que pase la bronca”, contó.
La casa es en la calle Provincia de Misiones al 2100, la única en la cuadra que tiene dos plantas y pretensiones de algo más que la modesta arquitectura del lugar.
Macarena Muñoz lo contactó para que fuera a cobrar el trabajo. Otra vez un Uber hasta Anchorena al 1700. Le pagaron $400.000, pero ahí nomás estaba Márquez. “Gusti me esperaba para que le diera la plata por la moto que la policía me había sacado. Y me dijo que no vuelva más por ahí. Me hizo hacer el trabajo para que le pague la moto”, declaró.
DMG está privado de su libertad desde el mes pasado, a disposición de la Justicia de Menores.