El misterio de un crimen que insinúa la llegada de una mafia brasileña a Rosario
Wagner Amantino Maciel, el brasileño que apareció asesinado en la costa de Granadero Baigorria, evaluaba comprar un terreno allí y radicarse. Creen que lo mataron en una casa cerca de donde apareció el cuerpo. Una escala previa en Corrientes y las sospechas de negocios ilícitos vinculados con el violento Primer Comando Capital
El primer fin de semana de noviembre, el último de su vida, Wagner Amantino Maciel le envió por Whatsapp algunas fotos a su mujer, desde Granadero Baigorria. Le mostraba un terreno sobre la ribera y con entusiasmo sondeaba su opinión sobre la posibilidad de comprar allí, construir y mudarse desde Ciudad del Este para vivir frente al río Paraná, en esta ciudad donde nadie sabía quién era. Ahora la Justicia ya sabe de él y sopesa sus vínculos con el temible Primer Comando Capital (PCC), una de las mayores organizaciones criminales de Brasil, mientras madura la hipótesis de que esos tentáculos ya cruzaron la frontera y Rosario aparece en su horizonte.
En otras fotos que Wagner le envió a su compañera, estaba en el interior de una vivienda, de aspecto precario. Las imágenes muestran una frazada roja a cuadros, igual –según ella misma advirtió- a la que el martes siguiente envolvía el cadáver de Amantino, cuando apareció flotando en la dársena de la guardería náutica Boating, junto al cámping municipal baigorrense.
Le decían Juninho y era nacido y criado en Borrazópolis, Brasil, pero vivía en aquella ciudad paraguaya de la triple frontera. Hacía cuatro años que había conocido a quien hoy es su viuda. Eran vecinos, y así fue que se hicieron pareja. La fiscal de Homicidios Dolosos Marisol Fabbro espera que Interpol y el Consulado brasileño le confirmen si este hombre de 47 años tenía pedido de captura en esos países vecinos.
La prensa brasileña y paraguaya lo ubican como uno de los que financiaron un robo a la sede de la empresa porta caudales Prosegur, en Ciudad del Este.
Wagner había viajado a Corrientes el 31 de octubre para encontrarse con un hombre por negocios que la mujer no supo, o no quiso, describir. Junto con ese sujeto y otro más, y en un auto todavía no identificado, Amantino viajó el viernes 3 de noviembre a Rosario. La comunicación teléfonica con su mujer –con quien tenía un bebé de 2 meses- era diaria hasta ese fin de semana en el que se interrumpió para siempre. Lo mataron de un golpe en la cabeza, tal vez esa misma madrugada del sábado. Envolvieron el cuerpo en una bolsa plástica, una toalla en la cabeza y la frazada roja, y lo tiraron al río.
El encargado de la guardería Boating descubrió el bulto flotante al mediodía del martes 7, cerca de la bajada Lisandro de la Torre, que bordea el cámping. Con un gancho lo arrimó hasta la orilla y avisó al dueño.
La esposa de Amantino estaba alerta ante la falta de comunicación con su marido. Por eso acusó recibo apenas se enteró del hallazgo del cadáver en Baigorria. Llamó y comprobó su presentimiento. Viajó y terminó reconociendo en el Instituto Médico Legal la identidad del cadáver que hasta entonces la fiscal Fabbro y la policía ignoraban.
“Herida contuso cortante, traumatismo encéfalo craneano grave”, concluyeron los forenses como causa de muerte. La ausencia de agua en los pulmones y en el estómago hizo descartar que el brasileño muriera ahogado. Cuando lo tiraron al río ya estaba muerto.
Una de las primeras versiones señalaban que Amantino había venido a comprar un avión, algo que a los investigadores aún no les consta. Pero sí se sabe que uno de los hombres que lo acompañaron desde Corrientes es piloto. Este detalle aviva la sospecha de un negocio de contrabando de drogas en ciernes. Sobran antecedentes con estas mismas circunstancias y lugares.
La mujer le dijo a los pesquisas que su esposo le mostró un terreno a través de las fotos y le habló de la posibilidad de radicarse aquí.
La fiscal Fabbro solicitó a Interpol y al Consulado brasileño en Rosario datos sobre la víctima. Sabiendo de dónde viene, quizás logre averiguar dónde terminó, y con quiénes. También pidió información a la Dirección Nacional de Migraciones. Dudan de que Wagner hubiera ingresado al país de manera legal.
Mientras tanto, requirieron imágenes de cámaras de videovigilancia, y de la guardería náutica Tifón, situada algunas cuadras aguas arriba, donde empieza la calle Roca. Es que en las fotos con las que Amantino le mostró el terrenito a su mujer, de fondo se divisaba el tinglado del ascensor de embarcaciones de esa guardería. Los investigadores no descartan que el asesinato haya ocurrido en esa zona, sobre todo considerando el detalle de la frazada roja que terminó sirviendo de mortaja.
¿Qué es el PCC?
El Primer Comando Capital es una organización surgida en las cárceles paulistas, nutrida por presos y también por miembros de fuerzas de seguridad. Se ramificaron en la región y ya se asentaron en Paraguay. En 2014, alquilaron la casa de un abogado en Ciudad del Este y empezaron a construir un túnel de 350 metros en dirección a la bóveda de Prosegur. Los descubrieron antes. Se atribuyó esa misión al PCC. Entre la decena de hombres involucrados, aparecía Wagner Amantino Maciel como uno de los que aportó los dos millones de dólares que habría costado esa excavación.
El golpe fue exitoso tres años después, pero con otro plan: con un despliegue de medio centenar de hombres, volaron con explosivos parte del edificio, saquearon la bóveda con unos 40 millones de dólares y escaparon cubriendo la retirada con un infierno de balas en plena calle. Al PCC se le adjudica la autoría de otros asaltos a bancos y empresas en Brasil y en Paraguay.
Además del PCC, otra organización delictiva suena conocida en el Ministerio de Seguridad santafesino: la Policía Militar brasileña secuestró el año pasado, en allanamientos a favelas de Río de Janeiro, fusiles automáticos livianos (FAL) calibre 7,62 que habían sido robados en 2011 de la Fábrica Militar de Fray Luis Beltrán.