El juez Florentino Malaponte aceptó este lunes la grave imputación penal que el fiscal Adrián Spelta le atribuyó a Cristian López, un joven detenido la semana pasada en el barrio Los Pumitas, de zona norte, acusado de ser uno de los asesinos del arquitecto Joaquín Pérez, ocurrido en 2021.

López irá a juicio oral, ahora con prisión preventiva en firme, por el delito de “homicidio críminis causa”, penado con prisión perpetua. Esa figura delictiva aplica cuando una persona asesina a otra para evitar ser reconocida como el autor de un delito previo o de asegurar su concreción. Es el caso típico de los homicidios en ocasión de robo.

La audiencia imputativa se realizó este lunes en el Centro de Justicia Penal de Rosario, y remite al crimen del 19 de octubre de 2021, pasadas las 11 de la noche, en Muñiz al 1200. Pérez acababa de arribar a la cochera donde guardaba su Renault Clío, a la vuelta de su casa, en Arroyito. Estaba en el trámite de abrir el portón cuando lo pescaron López y otro sujeto que, en moto, estaban en busca de robar un vehículo, según acusó Spelta. El delincuente que iba como acompañante en la moto se subió al volante del Clío. Pérez acudió a forcejear en procura de evitar el robo y así recibió dos disparos a quemarropa, de calibre 40, que causaron su muerte por desangramiento un rato después, en la puerta de su casa hasta donde llegó a pedir ayuda. 

Los homicidas escaparon. Pero en Olivé y Flynn, abandonaron el auto robado, y continuaron hasta Garzón al 1300 bis, domicilio de López, y donde la semana pasada la policía lo capturó. Del cómplice nada se sabe aún.

Además de este crimen, a López se le imputa otro posterior, y no menos estridente en la crónica roja de la ciudad. Ocurrió el 7 de enero de 2023, a las 4 de la tarde, en Zelaya y Matheu. Hasta allí había arribado Ariel del Luján Simoncini, un comisionista de 55 años domiciliado en Roldán. Acudió en su van a comprar una moto, tal como había sido ofrecida en el sitio Market Place, de Facebook. Llevaba consigo 950.000 pesos para realizar la transacción.

Pero entonces aparecieron cuatro hombres en dos motos, y lo asaltaron con desenlace fatal. Lo mataron de dos tiros a quemarropa y le robaron el dinero.

La cita era un anzuelo fatal, que Simoncini acordó sin saber que del otro lado eran delincuentes en prisión los que lo estaban convocando a la emboscada. Los reclusos habían hecho todo operando un teléfono celular desde prisión, a pesar de que eso no debería ser posible.