“No aumentó el delito con el flujo migratorio iniciado con la ley de 2004”
Mariana García es docente de la UNR y magister en Políticas para las Migraciones Internacional. Subraya que el decreto del gobierno nacional es “alarmante”, refuta los números difundidos para justificar la modificación de la ley y asegura que la población migrante asentada genera desarrollo social, económico y urbano
Quienes se especializan en temas migratorios hablan de “dos grandes tradiciones políticas” en la historia argentina: abierta vs. restrictiva. En 2004, el país avanzó en la primera dirección con una ley de vanguardia reconocida a nivel internacional. La colaboración de un sinfín de organizaciones de la sociedad civil y el consenso de todo el arco político --la ley se votó por unanimidad-- dio paso a una normativa que permitió regularizar a dos millones de migrantes en los últimos doce años. El reciente reciente decreto del gobierno nacional va en la otra dirección, retoma la tradición restrictiva que ubica al extranjero como responsable de algún mal social, en este caso la inseguridad.
La docente de la UNR y magister en Políticas para las Migraciones Internacional, Mariana García, explica en diálogo con Rosarioplus.com los posibles alcances de este abrupto cambio de paradigma, defiende el “círculo virtuoso” que se genera con la regularidad de los migrantes, desmiente que los delitos hayan aumentado con el último flujo de residentes y advierte los efectos negativos del camino iniciado por el gobierno.
“A más muro y más restricciones, más irregularidades migratorias y más violaciones a los derechos humanos”, aclara. Y agrega: “Sostener en los medios de comunicación la imagen estigmatizada de un migrante como un delincuente o como una amenaza es sostener un problema que no existía en Argentina”.
¿Cuál es la relación histórica de Rosario con los inmigrantes?
Rosario ha sido desde siempre muy enriquecida por los flujos migratorios internacionales, podría decirse que desde su origen como ciudad. Los primeros migrantes datan de mitad del siglo XIX cuando Buenos Aires surge como una metrópolis convocante. Con la primera ley de migración de nuestra elite de dirigentes, plasmada en la constitución nacional, se incrementan estas corrientes migratorias transatlánticas. A mediados del siglo XX como polo industrial y agropecuario se potencia esta condición y la ciudad sigue recibiendo población.
¿Qué pasó en las últimas décadas?
A partir de la sanción de la ley del 2004, que contó con la que participaron de organizaciones de la sociedad civil, organismos de derechos humanos y de todo el arco político del país, el proceso de regularización migratorio fue masivo. La ley se rige por el principio que la migración es un derecho humano inalienable a la persona. Esto impacta masivamente. Dos millones de personas se regularizan entre el 2004 y el 2016 en Argentina, que adquiere reconocimientos internacionales por su ley. Se la premia por tener una ley de avanzada.
¿Cuál fue el impacto de esta política de vanguardia?
Al tener un flujo de personas regularizadas, las personas contribuyen a todos los sistemas regulares del país. Aumentó, por ejemplo, la formalidad laboral, los contratos en blanco, los aportes impositivos. Los residentes acceden a más derechos y no participan de las redes de tráfico y trata. Se dio un círculo virtuoso muy ventajoso para el país. Está comprobado que la población migrante asentada genera desarrollo social, económico y urbano.
¿Aumentaron los delitos en este proceso? El gobierno mostró estadísticas para justificar el decreto...
Los indicadores que se manejaron en el decreto son muy confusos. Es como mezclar peras y manzanas y decir que todos son cítricos. No es verdad que el 22% de los presos son extranjeros, esta cifra es solo del 6% (NdR: 4.449 sobre un total de 71.464 detenidas, según el último informe del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena). Además esos datos no contemplan registros provinciales.Tiene que quedar claro que no aumentó el delito con el último flujo de personas registradas, todo lo contrario. Aumentaron todos los indicadores positivos que antes mencionamos, como la regularización del trabajo. Estos datos están disponibles en el ministerio de Trabajo y en el Indec. Está demostrado que a mayor migración, mayor desarrollo humano y mayor enriquecimiento de las culturas. No hay datos que arrojan que a mayores controles menos delitos. A más muro y restricciones, más irregularidades migratorias y más violaciones a los derechos humanos.
Otros indicadores muy positivos se dan en la UNR. ¿Cómo fue la experiencia de recibir a tantos extranjeros?
Los indicadores de la UNR sintieron este flujo migratorio tras la ley del 2004. Contrariamente al cliché basado en un prejuicio que ve al extranjero como un chivo expiatorio que amenaza su seguridad o su situación laboral, los estudiantes que llegan a Rosario a estudiar provocan un derrame económico y cultural muy importante. Tenemos una experiencia muy enriquecedora. Estamos hablando de prejuicios infundados y contrastables con la realidad.
¿Qué busca el decreto del gobierno?
Es alarmante este decreto. Alarma la restricción de las garantías y son falsos los datos arrojados, como también la justificación que se le quiere dar a este decreto por una supuesta emergencia en seguridad. Las previsiones de la anterior ley respecto a la finalidad para ingresar al país o para obtener una radicación o dejar de obtenerla, ya estaban contempladas. No había necesidad de introducir estas modificaciones. Pueden peligrar las radicaciones otorgadas. La letra chica retoma la tradición restrictiva que a lo largo de la historia sirvió para expulsar a inmigrantes.
¿Cuán grave es este discurso anti inmigrante?
El gobierno lanza un discurso de restricciones a la libertad y la dignidad humana. Sostener en los medios de comunicación la imagen estigmatizada de un migrante como un delincuente o como una amenaza es sostener un problema que no existía en Argentina, pero que está en línea con el contexto mundial. Este discurso habilita a restringir el trabajo, el acceso a la salud y la educación. Con este decreto estamos olvidando las características de Argentina como país de migración y de puertas abiertas a todos los hombres del mundo. La migración es un derecho humano universal. Los fundamentos de seguridad no deben nunca violar este derecho.
¿Qué marcan las experiencias recientes de fronteras cerradas en el mundo?
Mayor restricción en las fronteras obliga a la irregularidad migratoria y con ello el auge de los delitos migratorios vinculados con el tráfico humano y la trata de personas. Si regularizamos a los migrantes no existirían motivos por el cual cobrar, ni por un tipo de residencia, ni por una visa para cruzar una frontera. Un ejemplo es México. El muro planteado por Trump ya viene existiendo con distintos formatos y limitaciones físicas. Esto fuerza a las personas que necesitan migrar a recurrir a mecanismos irregulares. En México surgieron fenómenos nuevos que no existían como la migración de niños, lo cual es gravísimo.
¿Hay daños colaterales por restringir las fronteras?
El demogáfico, por ejemplo. El último censo arroja una migración inferior al 5%. Argentina es un país en decrecimiento demográfico, con baja natalidad y con alta esperanza de vida. Sin el aporte de la migración esto se agudizará. Hay muchos problemas demográficos que resuelve la migración como población de reemplazo.