El flagelo inadvertido del tráfico de animales: descubren loros de contrabando
Autoridades de preservación ecológica del gobierno advierten que el negocio de vender especies silvestres tiene una proliferación inusitada
La Policía de Seguridad Vial encontró y decomisó 40 loros ocultos en una caja transportada por un vehículo requisado en un cruce de rutas del centro provincial. Al respecto, desde la Subdirección de Ecología de la provincia señalaron que el tráfico de animales protegidos tiene una cadena de eslabones y una venta distribuida por la provincia y otras provincias digna de un negocio desarrollado que se detecta en controles de rutina en rutas o por denuncias al 911 ó fiscalía que derivan en investigaciones.
Comprar un loro en la calle porque dio pena que esté en una caja, o un monito aullador en la ruta al norte de la provincia, o por qué no, un pichón de lechuza a través de grupos de compra venta informales en Facebook son -aunque no pareciera- el último eslabón de un negocio ilegal que funciona en la provincia: el tráfico de animales salvajes, y es históricamente usual. Al fin y al cabo ¿quién no tuvo una tortuga de tierra o un canario en su infancia?
En el trabajo de rescate y preservación, así como la fiscalización de la fauna provincial, se encuentra la Subdirección General de Ecología, dependiente de la Secretaría de Ganadería, agricultura y recursos naturales del Ministerio de Producción provincial, y funciona en la Estación Zoológica Experimental Granja La Esmeralda, un “jardín edén para la recuperación” en el corazón de la ciudad de Santa Fe.
Se decía que este tráfico era el tercero más redituable en el mundo, pero ahora está muy detrás de los de armas, personas y drogas. El subdirector de Ecología, Daniel Hunziker, contó a Rosarioplus.com que “este tráfico antes era mucho mayor y menos controlado porque no existía la conciencia de proteger la fauna, y todos acostumbraban tener un canario, un tero o algún otro animal salvaje en su casa porque simplemente no estaba mal visto, y eso con el tiempo fue cambiando”.
El tráfico de fauna detectado en controles vehiculares es de lo más frecuente. Esta semana la Policía de Seguridad Vial detectó una camioneta con más de 40 loritos ocultos en cajas, en un cruce de las rutas provinciales 4 y 6 (entre Esperanza y Santa Fe), y fueron enviados a La Esmeralda para luego, los más sanos y fuertes, ser liberados en áreas protegidas.
“Los loros son una especie estacional, se reproduce desde noviembre durante el verano, y por eso es una época en que se reactiva su comercio”, describió el especialista, mientras revisaba uno por uno el estado en que llegaron los loritos.
La cadena del tráfico ilegal se compone de cazadores en los campos y montes, acopiadores (que a veces son dos) y vendedores, los cuales pueden ser pet shops, ambulantes, o incluso vender en otras provincias, donde el animal se vende a un precio mayor por ser característico de Santa Fe y no ser de allí. Lo que determina su legalidad es si al comprar cualquier mascota, el local la entrega o no con documentos y en un negocio habilitado.
El animal más traficado (cambian según la estación) son en general las diversas razas de aves, las segundas son los reptiles (que hibernan en invierno y se venden más en verano) y los mamíferos en tercer lugar, entre ellos el carpincho, la nutria, la liebre, el ciervo o el jabalí.
Un capítulo merecen los monos carayá o aulladores, que habitan el noreste de la provincia, cerca de Reconquista, y por ende en la zona suele haber tráfico en la vera de los caminos. “Se conoce que los traficantes drogan a los cachorros para venderlos mansos, porque no son animales domésticos por naturaleza”.
Por estos días una monita aulladora apareció en la plaza central en Villa Ocampo, y “es claro que era un animal comprado y domesticado”, precisó el subsecretario, quien a su vez consignó que “llega este fin de semana a La Esmeralda”. Fue un caso similar al de septiembre pasado en Villa Gobernador Gálvez, en que una vecina tenía un mono de mascota, y tras ser denunciada lo debió entregar.
La Subsecretaría General de Ecología trabaja en conjunto con los guardafaunas honorarios de toda la provincia, que son alrededor de 20 en total, y con la Seguridad Rural (la policía que viste de color verde, y a la que llaman “los pumas”), quienes llevan el control de los campos.
Lo ideal es prevenir la caza antes que comience esta cadena, pero es difícil el control ya que la vegetación entre las hectáreas de campo, montes y ríos es grande, y las actividades de caza son difíciles de controlar”.
Para denunciar este negocio ilegal, recomiendan llamar al 911 ó acercarse al Ministerio Público de la Acusación de Rosario, para que se comience una investigación judicial que desbarate el comercio.
Los animales salvajes que aparecen fuera de su hábitat, otra historia
Otro flagelo que padecen los animales salvajes en la región sur santafesina es aparecer traslocados en comunas o caminos y rutas, cosa que en el último año ocurrió con una decena de aguará guazú, y “esto sucede por fenómenos meteorológicos como tormentas fuertes o antrópicos como construcciones que les cambia el hábitat”.
Sobre éste animal, Hunziker destacó que “a pesar de lo que se piense, no se trata de un animal peligroso, no come mascotas ni personas, sino bichos, frutas, ranas, por lo que al detectarlos en alguna zona hay que dejarlos pasar, no encerrarlos de ninguna forma, ya que su captura conlleva multas, y traficarlos podría ser grave”.
Si bien toda la fauna silvestre es protegida por ley, el aguará guazú y el venado de las pampas fueron declarados patrimonio natural por el Congreso Provincial, por lo que requieren más cuidado al ser animales típicos y vulnerables. Ahora hay un proyecto para que tenga el mismo destino el cardenal amarillo.
Otros animales que aparecen en otro lugar son aves salvajes, que quedan lastimadas y desorientadas, o reptiles que aparecen en las crecientes del río, como las víboras o las iguanas.
En caso de ver algún ejemplar de un animal salvaje, sea autóctono o exótico, lo recomendable es denunciarlo en el 911, ya que la policía provincial da aviso y los guardafaunas buscan al animal. “Al arribar se identifica al animal lo antes posible, para conocer qué cuidados y comida necesita, se le da una cuarentena lo más breve posible, y luego se decide junto al Ministerio de Medioambiente si se lo libera en su hábitat o en algún área protegida”, detalló.