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La Municipalidad de Rosario pretende saldar este año una vieja deuda que mantiene desde hace tiempo con los vecinos que viven alejados del centro. El plan de gobierno para el 2016 incluye obras de infraestructura en la mayoría de los barrios de la ciudad, una inversión que según los primeros cálculos superará los 1.000 millones de pesos. Así lo anunció días atrás la intendenta Mónica Fein durante el discurso que pronunció en la apertura de sesiones del Concejo.

“Los próximos cuatro años miraremos de frente a los barrios, caminaremos sus calles, hablaremos con los vecinos porque los barrios de Rosario serán nuestra prioridad. Calles, pavimento, intervenciones integrales, nuevos emisarios para evitar inundaciones, todo nuestro potencial como Estado estará puesto en los barrios donde destinaremos recursos por más de 1000 millones de pesos", prometió la titular del Palacio de los Leones ante la mirada de todos los ediles.

Una obra prioritaria para el municipio es la revitalización de la costa sur, relegada hasta el momento en el ambicioso proyecto que se trazó en su día para que la ciudad respire y viva “de cara al río”. La reconversión de la zona forma parte del Plan Urbano 2007-2017, el “encuadre estratégico de las operaciones urbanas” que el socialismo lanzó pensando en el futuro de la ciudad.

Sin embargo, por problemas de financiamiento estas modificaciones estructurales nunca se concretaron. En los últimos tres años, el poder Ejecutivo local peticionó por fondos nacionales y e internacionales para poder concretar un plan de obra. Las negociaciones se iniciaron (los anuncios auguraban un final feliz) pero jamás se cerraron.

Por estas horas, Fein se encuentra en Colombia participando de un encuentro organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Oficina Regional para América Latina y el Caribe del Programa ONU- Hábitat en donde se debatirá en torno a los “mecanismos de financiación para el desarrollo urbano sostenible”.

La intendenta disertará sobre la transformación de la costa centro-norte de Rosario y aprovechará  la ocasión para insistir, nuevamente, en la necesidad de un crédito para que la revitalización alcance también a la costa sur.  "Es una intervención a mediano y largo plazo que no puede ser financiada con recursos corrientes, de ahí la necesidad de gestionar un modelo de financiamiento externo”, confiaron desde el municipio.

El plan de obra

El proyecto que la Municipalidad tiene en mente alcanza al sector delimitado por las avenidas del Rosario, Lamadrid, el río Paraná, las costas del arroyo Saladillo y acceso Sur. El presupuesto supera los 350 millones de pesos. La intención es poder lograr una reconversión “urbanística, social y ambiental” de la zona.

En lo que hace a la intervención urbanística, se pretende recuperar el área conocida como los “Bajos del Saladillo” mediante el reordenamiento de los clubes, la recualificación del Brazo Norte y del Brazo Principal del Arroyo, además de la rehabilitación de los Barrios Isla del Saladillo y el Mangrullo. Las obras incluyen también la remodelación integral del Parque Regional Sur con el mejoramiento de los accesos y de las márgenes del Arroyo, y la ampliación del Balneario Los Ángeles.

Un eje central del proyecto es la construcción de soluciones habitacionales para las familias que hoy no tiene un techo seguro. El objetivo es encuadrar las obras en las exigencias que demandan las condiciones de inundabilidad.

Las reformas irán de la mano con los intereses del sector privado. Se piensa en la anexión de amarras y guarderías náuticas; la construcción de áreas de estacionamiento y el desarrollo de servicios complementarios de gastronomía; la generación de una nueva accesibilidad vial y la creación de nuevos espacios verdes y un mercado de pescadores.

El plan más ambicioso contempla  la incorporación de huertas urbanas, una planta de tratamiento de residuos, una escuela agrotécnica, un complejo de salud y reservorios para el control del escurrimiento de las aguas.

Cronología de anuncios truncos

Como ya fue dicho, la remodelación de la costa sur se incluyó en el Plan Urbano 2007-2017 en un capítulo denominado “Frente Costero”. En aquel documento, se proyectaba “la integración ciudad-puerto”, “la ejecución de los proyectos completos del Parque Italia y del Parque La Tablada” y “la reestructuración del sector de la isla del Saladillo, del Parque del Mangrullo y de las antiguas instalaciones del Frigorífico Swift”, y “la redefinición de las áreas operativas del puerto”.

En 2010, el intendente Miguel Lifschitz anunció con bombos y platillos que lo proyectado se iba a convertir en realidad. “Tras el proceso de recuperación de Puerto Norte, ahora llega el turno de remodelación de la costa sur”, sostuvo. Pero los trabajos no comenzaron durante su gestión. La posta la tomó entonces Mónica Fein, la funcionaria que en 2011 lo sucedió en el cargo.

En 2013, la intendenta viajó a Estados Unidos y presentó ante funcionarios del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) un proyecto de financiamiento externo para concretar la propuesta urbanística “Revitalización del Saladillo”.

La mandataria se fue satisfecha por “el resultado de la reunión” y por “el largo historial de trabajo conjunto entre el BID y Rosario”. Las charlas continuaron a la distancia durante el 2014, aunque finalmente el crédito no se liberó.

El año pasado, Fein  presentó el mismo proyecto en Casa Rosada para recibir fondos de la Nación. El bosquejo ingresó en la Unidad de Financiamiento Externo del Ministerio de Planificación Federal. El cambio de gobierno echó por tierra las gestiones iniciadas.

Una obra paralizada por decisión de los vecinos

Quienes viven lejos de la barranca se quejan por problemas que afectan a la mayoría de los barrios periféricos de la ciudad. En la lista de reclamos aparecen la falta de iluminación, el estado de las calles y veredas, el deterioro de los espacios verdes, la inseguridad y servicios públicos que escasean.

Los inconvenientes más serios lo sufren aquellos vecinos radicados en las cercanías del Arroyo Saladillo por los desmoronamientos y la erosión de la zona.  En agosto del año pasado, algunas familias tuvieron que ser trasladadas por la crecida del arroyo.

Desde la Secretaría de Obras Públicas del municipio detallaron que durante esos días la quebrada retrocedió cerca de 100 metros. “Vivimos con miedo por la inestabilidad de esta zona”, admiten hoy estos vecinos.

Las soluciones que se proyectaron (léase obras de contención) fueron rechazadas en 2010 porque no se preservaba "el patrimonio cultural, paisajístico y natural” que, para un grupo de habitantes de la zona, representa la quebrada del arroyo en la zona sur de la ciudad.

La provincia licitó la construcción de un tobogán de hormigón a 38 grados para evitar que el agua continuara avanzando sobre el terreno. Cuando los trabajos estaban a punto de adjudicarse, los vecinos realizaron una presentación en tribunales para detener el proyecto amparándose en la letra chica de la Ley 10.000. El escrito fue avalado por un juez, por lo que la obra nunca avanzó.