Los bancos tienen "techo de cristal" para las mujeres
Por cada seis varones que acceden al directorio de un banco en Argentina, sólo una mujer lo consigue. La barrera invisible
Una problemática muy estudiada en la economía feminista actual es el fenómeno social conocido como “techo de cristal”. Se puede afirmar que, si bien desde un punto de vista legal y normativo no hay nada que impida a las mujeres participar en los lugares de decisión y poder al interior de las empresas y corporaciones en general, en la práctica operan mecanismos que terminan convalidando que la abrumadora mayoría de esos puestos son ocupados finalmente por varones. De ahí surge la idea de una barrera invisible que impide ascender a las mujeres a los puestos jerárquicos que, aunque nadie la vea, está siempre presente.
Si bien en general no se conocen todos los directorios o puestos jerárquicos empresariales de manera pública, sí contamos con una interesante excepción en Argentina: en la página web del Banco Central figuran los directorios completos de todos los bancos que operan en el país, ya sean estatales, privados o cooperativos. Es decir, se mezclan puestos políticos (como las presidencias de los bancos públicos), puestos de carrera interna de cada banco, personas que tienen la propiedad de estos bancos y también representantes de los asociados a la cooperativa.
En estas nóminas, hay nombres repetidos en el interior de algunos bancos, porque ciertas personas ocupan más de un puesto jerárquico. Como esto se repite tanto para varones como para mujeres, a continuación se analizarán no los nombres, sino los puestos a ocupar por personas, aunque algunas personas tengan doble y hasta triple tarea. Asimismo, hay personas que ocupan puestos jerárquicos en más de un banco, en general relacionados con grupos de bancos.
Los resultados no son, lamentablemente, sorprendentes. De un total de 1.735 puestos analizados, más del 85% de los mismos son ocupados por varones (1.483 puestos), dejando a las mujeres con 252 puestos, es decir justamente un poco menos del 15%. En otras palabras, por cada mujer que accede a un puesto gerencial, acceden seis varones.
Este valor es variable, pero en ningún caso se pasa de un tercio de mujeres (8 bancos tienen entre 30 y 33% de mujeres en sus nóminas de directorios) y en 4 casos no hay ninguna mujer en sus directorios (aquí se destaca el Nuevo Banco de Santa Fe, pero también el Citibank, RCI Banque y Banco de la R.O. del Uruguay).
La cantidad de personas en cada directorio es variable, pero tampoco se hallan notables diferencias. En el caso del directorio más grande, el del banco Credicoop, que incluye 122 personas, apenas 10 son mujeres (8%). El banco Supervielle, que hace pública una lista de 104 nombres (porque incluye a todas las personas que dirigen sucursales) cuenta con tan sólo 19 mujeres.
En los bancos públicos, el número es un poco mayor a la media, ya que hay 17,5% de mujeres en los directorios (53 de 303). En los bancos privados se ve una pequeña diferencia entre los de capital extranjero (16% de mujeres en sus directorios) y los de capital nacional (13,3%). Entre las filiales locales de bancos del extranjero, el valor es 15,5%.
Si prestamos atención a la jerarquía de cargos que figuran en las nóminas, las diferencias son más agudas aún. De los 56 bancos que tienen el cargo de Presidente, sólo uno (el Banco Industrial) tiene a una mujer en dicho puesto. De los 48 cargos de Gerente General, apenas 2 son ocupados por mujeres (en el Banco Municipal de Rosario y en el Banco de San Juan). Si tomamos los cargos de Director Titular y Director Suplente, tenemos 28 mujeres en 306 cargos, que implica menos del 10% en total.
Como se puede observar, este ejercicio nos deja en claro que el sistema bancario argentino es una muestra clarísima del alcance esta problemática social. Los bancos están llenos de empleadas mujeres, pero ¿por qué motivos no alcanzan los puestos de vanguardia? Evidentemente, no es la falta de capacidad ni de liderazgo. Tampoco existe ninguna reglamentación que impida a las mujeres acceder a cargos jerárquicos en ningún banco. Pero, en la práctica, se verifica totalmente la idea del “techo de cristal” en el sistema bancario argentino.