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La Paz. La lacra del matrimonio forzado se muestra en una treintena de fotografías expuestas en La Paz que reflejan la historia y la realidad de muchas niñas de Asia y África, que son obligadas a casarse cuando aún no llegan ni a la adolescencia.

"No le deseo a ninguna niña la misma suerte que la mía", se lee en una de las fotografías que muestra a Salma de 14 años, oriunda de Pakistán. Su familia tuvo que refugiarse en un campamento donde una mujer le dio dinero y ropa, con el consentimiento de sus padres y hermanos, para que se casara con su hijo. Salma quedó embarazada y oraba para no dar a luz a una niña, porque no quería que su hija tenga que pasar por una situación similar.

Esta es una de las historias que acompaña a uno de los retratos fotográficos de "Voces de niñas" que se exhibe en la Casa de la Cultura en La Paz, con el objetivo de reflexionar sobre esta realidad y pensar en la importancia de empoderar a las niñas de todo el mundo para que conozcan sus derechos.

"El matrimonio forzado impide a las niñas tener su derecho a decidir y una vez casadas, muy a menudo tienen problemas para seguir con su educación", comentó la jefa de cooperación de la Embajada de Canadá en Bolivia, Éliane Moser.

Justamente esta muestra es impulsada por la legación canadiense, la Alcaldía de La Paz y la alianza Girls Not Bride, que reúne a varias instituciones de distintos países para reflejar esta difícil situación que viven millones de niñas en el mundo.

Otra dramática realidad es la de Zinenani, de Malawi, que se casó a los 13 años con la esperanza de escapar de la pobreza, pero no contó con que un día su marido la iba a abandonar a su suerte sin poder sustentar todas las necesidades de su familia. "Pensaba que el matrimonio infantil era la mejor manera de escapar de la pobreza, estaba equivocada", se lee al lado de su fotografía abrazando a dos niños.

Según Moser, al menos 15 millones de niñas en todo el mundo son forzadas a casarse, unas muchachas que no vivieron su niñez y saltaron a ser mujeres sin siquiera poder decidir. "Estos matrimonios fuerzan a salir de la niñez y entrar en el mundo adulto de manera precoz", lamentó Moser.

Nancy, de Kenia, quedó embarazada a los 13 años y tuvo que dejar la escuela para casarse y cuidar de sus hijos. Cuando decidió continuar sus estudios tuvo que negociar con su esposo para que la dejara estudiar y ella sola debía hacerse cargo además de su casa, sus hijos y sus quehaceres académicos.

"Mi marido afirma que él desposó a una mujer y no a una estudiante", relata Nancy. Sin embargo, hay otras historias de niñas que lograron decidir por ellas mismas que no quieren casarse o desean rehacer sus vidas, a pesar de todas las circunstancias, y emprendieron su camino para seguir sus sueños.

Es el caso de Moushimi, de la India, que no siguió el camino de sus dos hermanas y a los 16 años decidió aprender a cultivar alimentos para dárselos a su familia y empaparse de sus derechos.

"Hoy en día puedo decirle a la gente lo que quiero y lo que necesito, ahora tengo coraje", se lee al lado de su fotografía en la que está acompañada de sus dos hermanas.

En Kenia, a Jackline, de 14 años, la obligaron a casarse con un hombre de 35 y con el tiempo recibía maltratos de su suegra, además de que luego la obligaron a convertirse en la segunda esposa del hermano de una vecina.

Ella no soportaba más la situación y escapó con su hijo, para volver a la escuela para darse y darle a su hijo un mejor futuro. "La escuela me da la libertad de soñar", relata.

En Bolivia esta problemática se vive a partir de los embarazos en adolescentes, en familias que optan por casar a la pareja para que se hagan cargo del bebé sin que en muchos casos se tome en cuenta la opinión y decisión de la madre, concluyó Moser.