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Este viernes se cumplen 40 años de aquella madrugada del viernes 13 de abril de 1978 en la que secuestraron a Eduardo Garat, uno de los rosarinos desaparecidos en la última dictadora, cuyo caso será parte del juicio por lesa humanidad que se realizará el año entrante, la causa Guerrieri IV. Para homenajearlo, la familia del militante prepara esta noche una actividad especial.

Pero no será únicamente una cita familiar, porque el caso forma parte de la memoria colectiva rosarina. Al cumplirse 40 años de la desaparición de Eduardo, convocan a juntarse esta tarde a las 19.30 en Moreno y Córdoba. En esa esquina es donde se lo pudo ver a Eduardo, en el cortometraje sobre el Rosariazo, de Charly López. Un joven Eduardo corriendo, mientras mira a la cámara Súper 8 que lo captura, y protege a una mujer con su mano.

En la jornada se proyectará ese registro audiovisual de pocos segundos y también otro en el que Garat aparece dando un discurso en la escalinata de entrada a la Facultad de Derecho, frente al actual Museo de la Memoria que por entonces era ni más ni menos que la sede del Comando del II Cuerpo de Ejército. Además, los tres hijos y un sobrino de Garat cantarán canciones de su autoría, y un amigo suyo compartirá anécdotas.

La actividad fue iniciativa de los propios hijos de Garat, Florencia, Santiago y Julieta, y organizada por HIJOS Rosario y el Museo de la Memoria.

El profe de Derecho Constitucional que protagonizó el Rosariazo

Eduardo fue protagonista de muchas situaciones en el Rosariazo, remarcó su hija Florencia en diálogo con Rosarioplus.com.

Desapareció a los 33 años, cuando Florencia tenía 6 años, Santiago 4, y Julieta estaba en la panza de su mujer, Elsa Martín. Seis días después de la desaparición, rompió bolsa, y Julieta nació ochomesina.

“Mi papá militó en los comienzos de la Franja Morada, un movimiento universitario radical más independiente de la UCR por aquel entonces. Después abandonó y comenzó a militar en la JUP, siempre activando con sus interpretaciones de la Constitución y la justicia social”, recordó.

Ya recibido de abogado, además de ejercer la profesión también fue docente en Derecho, así como en Comunicación y en la UTN. En 1975 lo llevaron preso por pegar carteles con un amigo. Lo liberaron meses más tarde, pero "ahí comenzó la persecución".

El 13 de abril de 1978 Eduardo acompañó a una amiga a tomar un taxi en las primeras horas de la madrugada para viajar a Ezeiza y exiliarse en España. "Esperaban un taxi en la esquina de Santa Fe y España, uno en cada calle", contó su hija. Entonces la amiga escuchó frenar un auto, y no vio más a Garat.

Durante los juicios de lesa humanidad, la familia de Eduardo pudo conocer algo de lo que vivió en cautiverio: "Los testimonios de dos personas que estaban con él coincidieron en asegurar que pasó por el Servicio de Informaciones de San Lorenzo y Dorrego (hoy sede de Gobernación), y después fueron trasladados a una quinta, probablemente en Funes, por el sonido de los aviones", especuló.

Aclaró que por las fechas, se descarta que haya sido en el centro clandestino Quinta de Funes, y según uno de los testigos, de apellido MacGuire, se trataría de un campo de los salesianos. Sobre sus últimas horas también conocieron un poco. "En una de las torturas ocasionales se lo llevaron y no lo trajeron más de vuelta, y los torturadores dijeron a estos otros que 'no hagan como Garat y canten'", puntualizó.

Los hijos y la esposa de Eduardo Garat esperan la causa Guerrieri IV, donde probablemente obtengan más información. Florencia pidió a la Justicia "celeridad, después de 40 años de espera, porque los represores ya están muriendo -tal es el caso del cura Zitelli hace dos semanas-, y no puede ser que se siga postergando con excusas".