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En los últimos años, profesiones y trabajos tradicionalmente asociados a los hombres fueron lentamente abriéndose para dar lugar también a mujeres. La plomería, que parecía ser uno de los últimos bastiones masculinos, se inscribe también en esta lista: ocho rosarinas se capacitaron y acaban de recibir sus certificados, por lo que ya comenzaron a trabajar en forma particular y también a través de pasantías. 

Ocho mujeres, con edades que van de los 26 a los 50 años, aprendieron técnicas para la instalación de grifería, cañería por termofusión, soldadura en plomo y destapes de cañerías, como primer paso hacia la equidad de género en los oficios de la ciudad. La capacitación se realizó en La Toma y estuvo a cargo de la Secretaría de Economía Social.

Debido al entusiasmo que generó el proyecto, ya se analiza la posibilidad de ofrecer a mujeres clases de otros oficios para continuar rompiendo con la tradición de que ciertos trabajos los realicen sólo los hombres.

Laura Acosta, quien tuvo a su cargo el ciclo de capacitación, se mostró sorprendida por el gran entusiasmo de las chicas, muchas de las cuales continúan trabajando como pasantes o también en forma particular. "Se trató de un aprendizaje doméstico, no pensado para edificios complejos, pero sirve tanto para que lo apliquen a sus hogares como para trabajar de forma particular, remarcó”.

Vanesa González tiene 29 años, vive en el barrio Vía Honda junto a su marido y sus cuatro hijos. Ella trabaja en el comedor Santa Clara, donde comen unos 200 chicos que, según aseguró en diálogo con Rosarioplus.com, “son como hijos también".

Ella fue la primera en experimentar su nuevo oficio: cambió el sistema de cañerías del comedor, con la asistencia de su capacitadora y otras compañeras. “Me encantó la experiencia. Yo estaba en plena etapa de capacitación cuando supe que necesitaban plomeros para un arreglo grande, porque se inundaba si lavábamos todos los platos de la cantidad de chicos que son, y ahora pueden comer todos ahí y lavar tranquilamente”, contó.

Cambiaron las canillas, los sifones y se hicieron de cero las cañerías de la bajomesada en la cocina. La profesora incentivó a las mujeres a tomar el trabajo, que hicieron a beneficio. Este fue el puntapié inicial, que impulsó a que otras alumnas se animaran a tomar trabajos por su cuenta. “Ya nos llamaron por todos lados, en el barrio nos felicitan, y no me acostumbro a que me reconozcan”, admitió Vanesa.

Consultada sobre cómo descubrió su vocación, Vanesa recordó: “Mi hermano Andrés trabajaba en plomería, y yo cuando lo veía arreglando caños le decía que quería aprender, pero él no quería enseñarme. Le insistía y me prometía que un día me iba a presentar en la empresa donde trabajaba. Él falleció, y ese deseo lo seguí teniendo. Fue entonces que un amigo que trabaja en el Distrito Centro me dijo que había una capacitación en plomería que era para mí”.