En el 175 aniversario de la Batalla de Punta Quebracho vuelve a ponerse en debate la importancia de aquella gesta patria, secundarizada e invisibilizada por la historia oficial. El debate sobre la hidrovía y la soberanía nacional revitalizan una efeméride que hoy casi ni figura en la enseñanza santafesina.

Pocas veces como este año se realizan tantos y tan extendidos recordatorios de la victoria del ejercito de la por entonces Confederación Argentina al mando de Lucio Norberto Mansilla frente a los ejércitos más poderosos del mundo por aquel entonces como el francés y el inglés.

Y el resurgir de la fecha no es casualidad sino que está estrechamente vinculado a los debates presentes sobre la posible, y necesaria, administración Argentina de nuestro río Paraná.

El derecho sobre nuestros ríos interiores cobra hoy relevancia como en los años de 1845 a 1850 cuando en nuestra Cuenca del Plata se desarrolló la “Guerra del Paraná”

En los siglos XVII y XVIII, la cuestión de la navegación de los ríos que integraban la Cuenca del Plata se vinculó a las disputas territoriales entre las cortes de Madrid y Lisboa, y el creciente contrabando que operaba desde las costas de la Banda Oriental y el Sur del Brasil. En tal sentido, se tomaron medidas que incluyeron el desalojo de los portugueses de Colonia en 1680, y la fundación de la ciudad de Montevideo en 1726, a efectos de tener controladas ambas márgenes del Río de la Plata, y evitar el establecimiento de bases para el contrabando.

En estas costas, y siguiendo el modelo de los países europeos, el gobierno de Juan Manuel de Rosas sostenía que la navegación de los ríos interiores de la Confederación era privativa de los buques argentinos, y que toda excepción a esta regla debería ser especialmente autorizada por la autoridad nacional. Las potencias agresoras por su parte querían obligar a la Argentina y al Uruguay a reconocer a sus ríos interiores como no sujetos a su soberanía y permitirles comerciar libremente a través de estos ríos.

El primer y más conocido hito de esa guerra fue sin dudas la Batalla de la Vuelta de Obligado en 1845 por la cual nuestra historia reconoce el 20 de noviembre como el día de soberanía nacional. Allí muchos patriotas al mando del general Lucio Norberto Mansilla dejaron su sangre intentando impedir el paso de las naves imperiales que tenían como objetivo no solo comerciar con las regiones aledañas sino centralmente instalar la idea de la libre navegación de nuestros ríos por parte de las grandes potencias al margen del control y la administración nacionales.

Pero fue el 4 de junio de 1846 cuando la flota imperial, luego de una fracasada expedición comercial rio arriba, llegó a la altura de Punta Quebracho, en la actual Puerto San Martín y los barcos de guerra se acercaron a la costa en donde estaban situadas las baterías argentinas, pretendiendo que los cuarenta buques mercantes pasaran por detrás protegidos del fuego patrio, pero esas intenciones fueron frustradas por el ejército de Mansilla que conquistó una de las victorias más significativas de la pelea por nuestra soberanía.

Como cuenta el historiador Vicente Sierra, “después de dos horas de combate, los buques de guerra Firebrand, Gazendi, Gordon, Harpy y Alecto, retrocedieron para tratar de cubrir a los mercantes, pero tras una hora de encarnizado combate incendiaron los navíos y con los restantes bajaron el río precipitadamente”. El ejército patrio vencía así a una escuadra constituida por modernas naves blindadas, con torretas de artillería giratorias y cohetes Congreve.

Una hazaña colectiva

Pero más allá de lo puramente militar la Batalla de Punta Quebracho, y la Guerra del Paraná, representan una de las hazañas populares más importantes de nuestra historia, y es quizás allí donde haya que rastrear la intención de la historia oficial por secundarizarla o invisibilizarla en su verdadera dimensión. La idea que un pueblo puede vencer a los imperios más grandes del mundo si se lo propone parece incomodar a la historia.

En ese sentido es poco mencionado que todo el periplo imperial fue complicado por la tenacidad de los lugareños que habían asechado la flota en todo lugar oportuno (Acevedo, San Lorenzo, Tonelero, etc.). El mismo pueblo atacó a las fuerzas navales invasoras, que no podían aprovisionarse de víveres. Rosas habían dispuesto alejar todo ganado de la costa y hambreadas, cada vez que intentaban desembarcar en busca de recursos, eran atacados y sableados por los patriotas que, a caballo, los asechaban desde las orillas.

Otra perspectiva interesante y poco conocida que rescata el historiador Pacho O Donnel es que “no fueron sólo hombres los que combatieron en la Guerra del Paraná, sino también mujeres, olvidadas por el machismo de nuestra historia oficial. Hasta hoy se pudo rescatar los nombres de Josefa y María Ruiz Moreno, Rudecinda Porcel, Carolina Suárez, Francisca Nabarro, Faustina Pereira y, sobre todo, Petrona Simonino, quien se destacó por su heroísmo y sus condiciones de liderazgo. Era nacida en San Nicolás en el año 1811, casada con Juan de Dios Silva, rico hacendado de la zona, quien también intervino en la guerra como improvisado artillero”.

Las consecuencias de la victoria patria

Para entender la importancia de aquella batalla para nuestra historia, vale recordar lo que plantea el historiador Adolfo Saldías, sobre la derrota de los ingleses y franceses: “No sólo porque sufrió pérdidas más considerables que en Obligado, sin inferirlas de su parte a los argentinos, sino porque se convencieron de que no podían navegar impunemente por la fuerza las aguas interiores de la Confederación. Contaron cerca de 60 muertos fuera de combate y perdieron una barca, tres goletas y pailebote cargados con mercaderías valoradas en cien mil duros, una parte de la cual salvó Lucio Norberto Mansilla”.

Se logró poner fin al bloqueo naval que realizaron Francia e Inglaterra a los puertos argentinos, recuperar la flota argentina capturada, recobrar la isla Martín García y un saludo de 21 cañonazos a la bandera argentina por parte de las dos flotas invasoras el reconocimiento a la soberanía de Argentina y a sus derechos exclusivos sobre la navegación de los ríos interiores.

El mismo San Martín, desde el exilio puso de relevancia la victoria en una carta a Rosas: “Ésta contienda es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de España” y obsequió al gobernado el sable que lo acompañó en la guerra de la independencia. Habrán visto los interventores que los argentinos no son empanadas, que se comen sin más trabajo que abrir la boca.”, afirmo el padre de la Patria.

La historia que no para de volver

Rescatar del olvido la batalla de Punta Quebracho es recordar que siempre se puede transformar y que los que son más también ganan por más poderosos que parezcan los poderes de turno.

Nuestro país, y especialmente la región del cordón industrial norte de Rosario, han rendido homenaje a aquella gesta patriótica, pero se necesita una reivindicación más profunda de lo que aquel hecho implicó para la soberanía nacional en general y para la consolidación de la soberanía sobre nuestros ríos en particular.

A tal punto llega la actualidad del tema que ni siquiera hoy se la recuerda en el territorio original donde se desarrolló la batalla. Si bien el 4 de junio de 1939 se colocó en el lugar una cruz de quebracho, luego la empresa estadounidense Cargill compró el predio y obligó a desplazar a dos kilómetros de distancia de su emplazamiento original la cruz conmemorativa.

Punta Quebracho, la historia que no para de volver

Como afirma el diputado provincial Carlos Del Frade en el proyecto presentado durante la conmemoración de los 150 años del nacimiento de Lucio Mansilla para declarar el 4 de junio “Día de la soberanía sobre nuestros ríos”: “En una contexto en que nuestro comercio exterior está mayormente en manos de empresas extranjeras que utilizan los puertos asentados en el territorio santafesino, mientras el control de nuestro río Paraná también recae sobre una empresa extranjera como la belga Jan de Nul y el 98% del tráfico comercial por esa vía corresponde a embarcaciones de bandera extranjera, (construidas también fuera de la Argentina), la historia vuelve a presentarse como un antecedente ineludible y necesario de reconocer para enfrentar la coyuntura actual”.

Y agrega al respecto: “Como entonces, la disputa de las grandes potencias por el control de nuestros ríos se presenta en carne viva ante nuestros ojos, acrecentada por la contradicción entre el flujo de riquezas que circula por allí y las cifras de la pobreza y la desocupación que crecen en nuestros territorios. Una verdadera radiografía del saqueo”

Entre los homenajes del día se lanzó una web educativa llamada “Punta Quebracho, la pelea de un pueblo por su río”, proyecto independiente llevado adelante por docentes, periodistas y trabajadores de la cultura de San Lorenzo que verá la luz esta tarde en la dirección https://puntaquebrachohistoria.com.ar/  y tiene como objetivo brindar material a los docentes para tratar el tema en las escuelas.